La de ayer era la tercera y última oportunidad que tenía el Parlamento para elegir presidente. El primer ministro, Antonis Samaras, hizo durante el fin de semana un llamado a la responsabilidad a los diputados, advirtiéndoles que debían respaldar a su candidato, el único postulante, para evitar el “peligro mortal” que representaban las urnas.
Pese al llamado de Samaras, que entre otras cosas ofreció incluir a “independientes pro europeos” en el gobierno, el candidato no logró los votos necesarios. Se trataba de Stavros Dimas, ex comisario europeo y varias veces ministro del partido de gobierno, Nueva Democracia (ND). Esta formación reúne 155 de los 300 escaños del Parlamento, y no alcanza las mayorías especiales necesarias para elegir un presidente: dos tercios (200 votos) en las dos primeras votaciones y tres quintos (180) en la tercera. Dimas obtuvo 168 votos el lunes y Samaras tuvo que seguir los pasos marcados por la Constitución y convocó a elecciones legislativas para el 25 de enero -la disolución del Parlamento debe anunciarla su presidente-.
Cuando anunció la convocatoria a votar, el primer ministro responsabilizó a los 132 parlamentarios que no respaldaron a su candidato y deslindó responsabilidades: “Hicimos todo lo que podíamos para la elección de presidente de la República y para que el país evitara unas elecciones anticipadas que significan un riesgo considerable que no desea la mayoría de los ciudadanos”. Samaras hacía referencia a sondeos según los cuales sólo 38% de los griegos prefería ir a las urnas.
Ya en clave electoral Samaras advirtió: “Es la hora de la responsabilidad. Sin mentiras, sin populismo, sin intentos de aterrorizar a la gente”. Agregó: “Debemos restablecer la estabilidad”.
El primer ministro no tenía obligación de anunciar ahora la fecha de las elecciones, y parece haberlo hecho de esta forma para dar algún tipo de garantía ante los mercados internacionales sobre cuánto tiempo durará la incertidumbre acerca del nuevo gobierno.
Según las encuestas de intención de voto, el izquierdista Syriza es el partido con más posibilidades de ganar las elecciones, con una ventaja de entre 3,5% y 7% sobre ND. Tercero figura el socialdemócrata Pasok, partido que durante cuatro décadas gobernó Grecia, pero cuya popularidad fue muy golpeada por su gestión de la crisis y por haberse aliado con el derechista ND para evitar que Syriza llegara al poder después de las últimas elecciones legislativas. La agencia de noticias Efe y el diario español El Mundo informaban ayer de la posible creación de un nuevo grupo escindido del Pasok, que se denominaría Cambio y sería liderado por el ex primer ministro Yorgos Papandreu. Esta fractura perjudicaría no sólo al Pasok sino también a Syriza, ya que se prevé que le quitaría algunos votos.
Ya en su primera jornada, ayer, la campaña electoral se perfilaba con una clara división: Syriza por un lado y los demás por el otro. La división se da no sólo por el favoritismo de Syriza, sino especialmente por su rechazo a las políticas de austeridad que ND y Pasok pactaron con la Troika y aprobaron en el Parlamento.
El líder de Syriza, Alexis Tsipras, que había reclamado el anticipo electoral, celebró la situación como una “victoria histórica de la democracia” y acusó a Samaras de haber intentado “chantajear” a los partidos utilizando el miedo. “El pueblo griego está decidido a poner fin a la austeridad”, agregó Tsipras, quien ha adelantado que en caso de ganar las elecciones hará una reordenación de la deuda y una renegociación con la Troika. El líder izquierdista incluso ha coqueteado con la idea de romper con la Troika y entrar en un default voluntario, pero algunos analistas consideran que esa posibilidad está casi descartada.
El anuncio de elecciones anticipadas y la posibilidad de una victoria de Syriza golpearon a los mercados: aumentó la prima de riesgo hasta superar los 900 puntos, algo que no ocurría desde hacía un año y medio, y la Bolsa de Atenas cayó. Además, enseguida se conoció la decisión del Fondo Monetario Internacional de suspender las negociaciones con Grecia para pactar un nuevo préstamo -el actual rige hasta marzo- mientras no asuma un nuevo gobierno.