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Juan Pablo Letelier, José Mujica, Ángela Jeria de Bachelet y Juan de Dios Parra durante la ceremonia, ayer, en el Palacio Santos. / Foto: Sandro Pereyra

Esclavo de esa lucha

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En premiación por agenda de derechos, Mujica afirmó que problema de fondo “son las clases sociales”.

El matrimonio igualitario, la despenalización del aborto y la regulación de la marihuana justificaron la entrega a José Mujica del premio Monseñor Leonidas Proaño de la Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos (ALDHU). Su presidente, el chileno Juan Pablo Letelier, argumentó que estas reformas enfrentan la discriminación de género y el narcotráfico. “No me vengan a sustituir la agenda. [...] La agenda de fondo no es que un hombre se acueste con otro hombre, el problema son las clases sociales”, aseguró Mujica. Además, respondió con firmeza a las críticas de Naciones Unidas.

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“¿Pudiste darle un beso, entonces?”, le preguntó a su hija de ocho años una mujer que en ese instante dialogaba con otra que había ido hasta la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde tuvo lugar el homenaje, y que intentaba abrirse paso entre la prensa nacional e internacional y el personal de seguridad con el mismo objetivo: que su hijo de cuatro años saludara al presidente. También había adultos que fueron al lugar con la misma intención y algunos, impedidos de concretar el trámite por el gentío, gritaban consignas de aliento a Mujica, entre ellas algunas relacionadas con “lo que hace por los pobres”.

La “prédica y práctica de austeridad y sencillez” durante su ejercicio presidencial fueron los aspectos mencionados por Letelier antes de la entrega del premio. También destacó su promoción de “la causa de la paz y la no violencia en la región”, en particular en Colombia. El matrimonio igualitario, la despenalización del aborto y la regulación de la marihuana, señaló el presidente de ALDHU, “apuntan a enfrentar dos situaciones que afectan a los derechos humanos en toda la región, como son la discriminación por razones de género y el tráfico de drogas”.

“Estas reformas, que siguiendo la tradición histórica de la democracia uruguaya están inspiradas en una genuina convicción del valor supremo de la libertad, inauguran un camino que servirá de inspiración a las demás naciones del continente en sus procesos de consolidación y expansión de la democracia, la paz y los derechos de las personas. [...] El narcotráfico ha logrado derrotar a los Estados en esta lucha [...] La decisión uruguaya, impulsada por su presidente, de legalizar la marihuana y regularla desde el Estado, es el inicio de una estrategia nueva, audaz y valiente que puede debilitar el control delictual de estas actividades y ubica el problema de la drogadicción en el ámbito de la salud pública, extrayéndolo del campo penal”, argumentó el también senador de Chile.

La otra premiada

La distinción también fue recibida por Ángela Jeria de Bachelet -madre de Michelle Bachelet que el martes asumirá el segundo mandato presidencial en Chile- por sus esfuerzos desde la comunidad internacional para salvar vidas de las víctimas del Plan Cóndor durante las dictaduras del cono sur y de la población civil centroamericana durante los conflictos en los años ochenta.

En 1988 la ALDHU homenajeó al obispo ecuatoriano Leonidas Proaño, uno de los cofundadores de la institución. En esa oportunidad, Proaño propuso comenzar a entregar anualmente un premio internacional a las personas o instituciones que se dedican a la promoción de la paz, la justicia y los derechos humanos en América Latina. Rigoberta Menchú, Héctor Gros Espiell y Baltasar Garzón son algunos de los galardonados desde entonces.

A su turno, Mujica hizo referencia a la ley de regulación responsable y el matrimonio entre personas del mismo sexo. “Hay una cosa que [se] ha intentado en la Presidencia. No son mayores novedades, no me vengan a sustituir la agenda. Lo del matrimonio igualitario es más viejo que el hombre, solamente nuestra mentalidad reaccionaria y conservadora a veces espanta, pero hay que tener el coraje de poner a la luz del día lo que las cosas son y no lo que a uno le gustaría que fueran”, aseguró.

Go home

En este contexto, el mandatario respondió las críticas que, una vez más, realizó el presidente de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), Raymond Yans, durante la presentación de su informe anual. “Las Naciones Unidas, que están viejas, nos están tirando de las orejas y les vamos a dar tanta pelota como les dan las grandes potencias cuando toman sus decisiones aquí y allá. Si algo logramos será a favor de la humanidad, y si nos equivocamos tendremos el coraje político de decir que nos 
equivocamos”.

La JIFE asegura que “la legalización del cannabis en Uruguay marca una tendencia peligrosa” y que los Estados “deberían anteponer a cualquier otra consideración la salud y el bienestar de la población”. “Nos hemos cansado de decirlo, la lucha contra el narcotráfico es peor que la drogadicción, que es una enfermedad que hay que combatir en el campo de la salud. Me asusto de que llevemos 100 años reprimiendo y que se esté multiplicando la riqueza que va a parar a los enclaves del mundo financiero, mientras los pueblos se deshacen y los jóvenes se deshacen”, replicó el presidente.

En distintos momentos de su intervención, Mujica manejó el concepto de “clases sociales”. “No es que nos hayamos transformado en pacificistas, es que nunca hemos dejado de ser racionales y nos damos cuenta de que las clases sociales por las cuales palpitamos, luchamos, nos desesperamos, en un mundo dividido en clases, pagan la peor parte, sin tener la mayor parte de las veces la responsabilidad en los conflictos que se plantean en las sociedades”, sostuvo. Y eligió este tema para cerrar su oratoria y remarcar las “enormes deudas en derechos humanos” que tiene nuestro país “mientras haya tanta diferencia entre ricos y pobres”. “La agenda de fondo es la dolorosa diferencia de clase, y que no me vengan a cambiar la literatura, porque hay que darle a cada cosa su lugar, el problema de fondo no es que un hombre se acueste con otro hombre, el problema de fondo son las clases sociales, y me siento sometido y esclavo de la lucha por esa diferencia”, aseguró.

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