La gira latinoamericana de Putin fue calificada como histórica por su peso simbólico. Desde antes de que el presidente ruso se subiera al avión ya se sabía que condonaría la deuda a Cuba, que sigue aislada por Estados Unidos; que su reunión con Cristina Fernández sería interpretada como un espaldarazo en la contienda de Argentina con los fondos buitres y que la foto con Dilma Rousseff sería una señal de la lucha por un mundo multipolar.
En La Habana, Putin subrayó que pese a que la Unión Soviética desapareció hace más de dos décadas, la relación con Cuba sigue siendo de “sincera amistad” y “simpatía”. Afirmó que eso llevó a que su país le condonara a La Habana 35.000 millones de dólares de la deuda que contrajo con la Unión Soviética. Esto representa 90% de la deuda de la isla con Rusia.
Putin destacó las inversiones actuales y las venideras de empresas rusas en Cuba: dos firmas trabajan en la extracción de petróleo y en la construcción de infraestructura en Cuba y hay interés en colaborar con la remodelación del puerto marítimo de Mariel, un proyecto en el que ya está presente Brasil. El presidente ruso tuvo una reunión con Fidel Castro, en la que conversaron sobre política y economía, y con su par cubano, Raúl Castro, quien agradeció la “gran generosidad” rusa por la condonación de la deuda.
El viaje de Putin continuó con un destino sorpresa, Nicaragua, donde se reunió con el presidente Daniel Ortega y se informó sobre la construcción de un canal interoceánico que fue anunciada la semana pasada. Siguió expreso rumbo a Buenos Aires, donde lo esperaba su homóloga Cristina Fernández, con quien firmó varios acuerdos.
Semana agitada
La reunión con Vladimir Putin fue sólo el puntapié inicial para una semana de intensa agenda internacional para Cristina Fernández. El martes viajará a Brasilia para participar en la cumbre de los BRICS, en la que manejará la posibilidad de integrarse al bloque en el corto plazo. El sábado recibirá en Buenos Aires al presidente chino, Xi Jinping, quien, al igual que Putin, realizará una gira latinoamericana. En su caso, el itinerario abarca Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba.
En la conferencia posterior al encuentro, Fernández y Putin hicieron hincapié en la renovación de la relación bilateral, en particular en materia energética, desarrollo militar y aumento del flujo comercial. La presidenta aprovechó para destacar el gesto de Putin de condonar la deuda a Cuba y se refirió a la contienda de su país con los fondos buitres: “No pedimos eso, pedimos que nos dejen pagar”, dijo. Fernández también aprovechó la ocasión para destacar la importancia de la multipolaridad y para pedir “la reforma de los organismos [internacionales] que no han dado respuestas a los problemas actuales”, una solicitud que han acompañado otros países, como Brasil.
El acuerdo más destacado que alcanzaron Rusia y Argentina es el de la colaboración en energía nuclear. El ministro de Energía ruso, Alexander Novak, dijo que la empresa estatal rusa Rosatom hizo una oferta para construir la planta nuclear Atucha III, en Buenos Aires, una central termonuclear en Mar del Plata y otros proyectos en la Patagonia.
Medios argentinos informaron que Fernández logró que Rusia envíe una comisión al yacimiento de gas no convencional Vaca Muerta para evaluar una inversión allí. Por su parte, Putin manifestó en conferencia de prensa el interés de su país en participar de la licitación para la construcción de una represa en Neuquén.
La agenda de Putin seguía cargada y ayer arribó a Río de Janeiro, donde se reunió con la canciller alemana, Angela Merkel, quien estuvo en Brasil para ver a la selección de su país en la final del Mundial Brasil 2014. Estaba previsto también que en Río Putin se reuniera con el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, pero éste anunció que no viajaría a Brasil por la complicada situación en el este ucraniano.
Tras la final del Mundial, Putin recibió de Brasil, en una simbólica ceremonia, el relevo de la Copa del Mundo, ya que su país organizará la siguiente edición: 2018.