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Bachir Ahmed. / Foto: Javier Calvelo

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“Donde haya un saharaui, va a denunciar la situación que vive su pueblo”, afirma el activista Bachir Ahmed.

Un grupo de poetas saharauis formados en Cuba se dispusieron, hace casi diez años, a formar el colectivo Generación de la Amistad, mediante el que informan de la situación de su pueblo escribiendo obras en español. Cuentan acerca de un país –la República Árabe Saharaui Democrática– ocupado por Marruecos desde que en 1976 España, su potencia colonial, abandonó el territorio. Bachir Ahmed es uno de estos poetas, y en entrevista con la diaria, cuenta cómo ha sido esta experiencia y cómo se sobrevive a la situación del Sahara Occidental.

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-¿Cómo nació la Generación de la Amistad?

-El saharaui en sí es una mezcla de árabes, bereberes y africanos, pero nos ha quedado una huella profunda de la cultura castellana de los colonizadores. Hablábamos, estudiábamos y nos vinculábamos con la administración en castellano, y quienes vivimos en la colonia nos quedamos con los cimientos de la cultura castellana. La Generación de la Amistad fue creada por jóvenes que en el tiempo de la colonia eran niños, que estudiaban en las escuelas del Sahara y que después ampliaron sus estudios en Cuba. A partir de ese grupo embrionario, nos hemos ido apuntando otros que también podemos utilizar el castellano para hablar de la cultura y del pueblo saharaui.

-¿Estudiaron en Cuba?

-Cuando comenzó el conflicto saharaui, en 1976, los niños y jóvenes que estudiaban en castellano en las escuelas españolas se quedaron estancados. No teníamos qué hacer con ellos, se habían quedado sin escuela. Se pidió ayuda internacional y Cuba nos abrió sus puertas. Siempre le estaremos agradecidos, porque estamos hablando de un país que está al otro lado del Atlántico, y porque familias cubanas, con las estrecheces que han sufrido, han sido capaces de tener a nuestros hijos como si fueran suyos. Eran niños que tenían diez, 11, 12 años, y volvieron con 24, 25 años. La mayoría de nuestros profesionales estudiaron en Cuba.

-En abril se renovó el mandato de la Misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Referéndum del Sahara Occidental (Minurso), sin incorporar en ella el cometido de supervisar el respeto a los derechos humanos, como pedía el gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática, pese a que incluso hubo un pronunciamiento del secretario general, Ban Ki-moon, a favor de incorporarlo. ¿A qué atribuye que la Minurso no tenga la potestad de supervisar este tema, pese a que hay denuncias fuertes contra Marruecos de violación de los derechos humanos?

-Es increíble, y muy sorprendente. Cualquier misión de la ONU tiene implícito el control de la violación a los derechos humanos, menos la Minurso. La Minurso está desde el 6 de setiembre de 1991. Su misión era llevar a cabo un referéndum y mantener el alto el fuego. La violación de los derechos humanos en el Sahara Occidental es sistemática, de todos los días; no ocurre una vez cada tanto. Para nosotros eso ya es una violación al alto el fuego, porque se debería respetar al pueblo saharaui. El año pasado vimos un pequeño movimiento en ese sentido de Estados Unidos, que introdujo una resolución para que la Minurso controlara las violaciones de los derechos humanos, pero después de pasar por el Consejo de Seguridad la retiró. Este año vemos que hay un paso adelante de Ban Ki-moon, que en su informe dice que es prácticamente obligatorio que haya un control de los derechos humanos por parte de la Minurso, pero en la resolución del Consejo de Seguridad no hay absolutamente nada sobre los derechos humanos.

-¿Por qué cree que esos intentos no prosperan?

-Francia hace valer los intereses de Marruecos, y en el Consejo de Seguridad el juego es que cada uno tiene su espacio territorial y ningún miembro se mete con el espacio del otro. Lo estamos viendo, por ejemplo, con Rusia en Siria o Ucrania, y lo hemos visto con Israel y Estados Unidos. Francia no da paso a que se celebre el referéndum. De todas formas yo voy más allá, y como ciudadano saharaui estoy en contra del referéndum sobre si queremos ser independientes o formar parte de Marruecos. Cuando España se marchó, la población de ese territorio fundó la República Árabe Saharaui Democrática. Ya está. Preguntarle al pueblo saharaui después de 40 años es una falacia. ¿Por qué hacerlo? El tema del pueblo saharaui siempre es el porqué: por qué nos violan los derechos y nadie protesta, por qué no nos quieren reconocer, por qué encarcelan y torturan a nuestros jóvenes, por qué violan a nuestras mujeres. No exigimos nada, no estamos reclamándole nada a Marruecos ni a ningún país. Han dividido nuestro país y su población con este maldito muro: a una mitad se le violan los derechos humanos diariamente en los territorios ocupados, la otra vive en forma infrahumana en campamentos de refugiados en lo más inhóspito del desierto. A veces nos dicen: “No, lo que pasa es que ustedes los saharauis son muy pacíficos”. Hasta les molesta que hayamos elegido la lucha pacífica en 2005, después de 16 años de guerra. Sabemos lo que es la guerra y no la queremos, vamos a seguir con nuestra lucha pacífica. Donde haya un saharaui, va a denunciar la situación que vive su pueblo.

-Hace tres años entrevistamos al embajador de la República Árabe Saharaui Democrática en Uruguay, Cheibani Abbas, y le consultábamos precisamente sobre esa juventud saharaui que está cada más enfervorizada. Tanto él como dirigentes del Frente Polisario y activistas han mostrado preocupación por que la juventud se canse de la vía pacífica.

-Es verdad que los jóvenes saharauis están en una situación complicada, pero es lógico. Un chico que sólo conoce la tortura y la violación, el terror, se pregunta qué vida tiene. Por eso no sorprende que algunos medios que van a la zona busquen la declaración de algún joven que diga: “Yo quiero morir por mi país”. Pero tenemos que entender lo que vive ese joven. Desde luego que está gritando con rabia, pero no tanto porque quiere ir a la guerra sino por decir que estamos cansados de que se nos trate de esta manera. Estamos viendo una juventud sin perspectiva, sin futuro, desesperada. El propio gobierno saharaui no sabe qué hacer con ellos, porque sabe que tienen razón. Hay que elogiar la capacidad, la paciencia que tienen el gobierno saharaui y los dirigentes del Frente Polisario para buscar una solución pacífica, pero se debe captar el mensaje que está lanzando el pueblo saharaui para buscar una solución. No sé si lo veré o no, pero estoy seguro de que el pueblo saharaui va a vivir independiente en su país.

-El gobierno español del Partido Popular ha tenido cierto acercamiento con Marruecos; ¿eso complica aun más la posición saharaui en el ámbito internacional?

-Nosotros pensamos que España, desde el primer momento, actuó mal. No entendemos la gran traición del gobierno español al pueblo saharaui. En 1975 éramos provincia española, el territorio se llamaba Sahara Español; el Estado español tenía que protegernos. España tuvo la desfachatez de retirar a los que venían de la península española y nos dejó solos. Marruecos vino a exterminarnos y España lo ayudó a entrar al territorio, rodeó las ciudades para que los saharauis no pudiéramos huir. Intentan taparlo, de alguna manera, diciendo que la situación era difícil, que el dictador se estaba muriendo, pero esto a nosotros no nos importa. Sin importar qué partido gobierne España, este país ha seguido una política negativa hacia el pueblo saharaui. El rey que se acaba de ir [Juan Carlos de Borbón] nos hizo mucho daño: justo antes de la invasión de Marruecos llegó a la capital del entonces Sahara Español y dijo que el Ejército español defendería al pueblo saharaui hasta su última gota de sangre. “Porque son nuestros hermanos”, dijo. Ha jugado un papel nefasto en la historia del pueblo saharaui. Contribuyó muchísimo a la entrega del pueblo saharaui al expansionismo marroquí, y los partidos políticos españoles han tenido 40 años para retractarse y no lo han hecho.

-¿Por qué cree que España mantiene esa postura?

-España cierra los ojos ante la actuación de Marruecos por intereses económicos, y también porque juega sus cartas en el tema de la inmigración ilegal. Cuando quieren presionar a España, dejan que los subsaharianos pasen; cuando España se echa para atrás, los paran. Hay que buscar la forma de que Marruecos respete las resoluciones de la ONU referidas a la autodeterminación. No son una ni dos, sino cientos. La cuestión del Sahara no es difícil; simplemente, no hay voluntad de solucionarla.

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