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El gaitero escocés Anton Doherty frente al Big Ben en Londres (Reino Unido), el viernes 19 de setiembre. / Foto: Facundo Arrizabalaga, Efe

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Salmond dejará el cargo de primer ministro y el liderazgo del Partido Nacionalista de Escocia.

La derrota del independentismo escocés generó una serie de consecuencias en Reino Unido cuyo alcance está todavía por determinarse. La campaña unionista había prometido más autonomía para Escocia, pero el viernes amplió esa promesa a Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte. Así contempló a países que consideran que tienen condiciones menos favorables dentro de Reino Unido en comparación con Escocia.

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“Para Escocia la campaña continúa, y el sueño nunca morirá”. Con estas palabras Alex Salmond se despidió el viernes del liderazgo del Partido Nacionalista de Escocia. El primer ministro escocés anunció que también abandonará la titularidad del Ejecutivo en noviembre, cuando se realice la conferencia anual de su partido, después de que la iniciativa por la independencia fuera derrotada en el referéndum del jueves.

Los resultados, que se conocieron el viernes, marcaron una ventaja para la opción unionista mayor a la prevista por las encuestas, de 10%. Los votos se dividieron en 55% por el No y 45% por el Sí. Los separatistas reconocieron ese resultado y los unionistas, con el primer ministro británico, David Cameron, a la cabeza, reiteraron las promesas de mayor autonomía para Escocia.

Salmond criticó que se “cocinara por desesperación” la promesa de mayor autonomía para Escocia, dada a conocer semanas antes del referéndum, cuando los sondeos indicaban que podría darse una victoria de la independencia. “Hay 1,6 millones de personas que optaron por la independencia. Creo que se expresarán, y en voz alta, si desaparecen los compromisos hechos”, afirmó.

Por su parte, Cameron indicó que el resultado del referéndum cerró el debate sobre la independencia escocesa “durante una generación”, durante la cual, afirmó, “no puede haber disputas ni nuevas votaciones”.

La primera oferta de mayor autonomía se dirigía exclusivamente a Escocia, pero en los últimos días Cameron la amplió a Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, los otros países que integran Reino Unido. “Al igual que Escocia votará por separado en el Parlamento escocés sobre asuntos de impuestos, gasto y bienestar, Inglaterra también lo hará, y también Gales e Irlanda del Norte deberían poder votar sobre estos asuntos”, dijo.

La promesa, impulsada en un principio por el ex primer ministro británico Gordon Brown, que es escocés, incluye una mayor descentralización en decisiones como asistencia social, endeudamiento y recaudación de impuestos. Brown anunció que la reforma se aprobaría para enero de 2015 e incluiría aspectos vinculados a sanidad, educación, transporte y política social. La ampliación de estas promesas a los demás países que integran Reino Unido, tal como propuso Cameron, podría generar varios escollos que atentarían contra esa velocidad.

“El genio salió de la botella”, dijo el parlamentario laborista Peter Hain, ex secretario de Estado de Gales e Irlanda del Norte. “Necesitamos reconocer que Reino Unido debería tener una estructura política federal con una disposición constitucional que defina la demarcación de poderes entre Westminster [sede del Parlamento] y el resto de Reino Unido”, dijo a la agencia de noticias Reuters.

Estaba anunciado que hoy se presentaría en Westminster una propuesta conjunta del Partido Conservador, el Partido Liberal-Demócrata (aliados en el gobierno de Londres) y el Partido Laborista (opositor) para transferir nuevos poderes a Escocia.

Además de los reclamos de los otros países, los distintos partidos deberán enfrentar rencillas internas entre sus líderes, que se comprometieron públicamente a otorgar estos nuevos poderes, y quienes se oponen a una mayor autonomía. Todo esto, con un ojo puesto en las elecciones de mayo de 2015, y con la promesa de Cameron de que, si los conservadores son reelectos, convocarán un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea.

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