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En familia

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Rodeado de polémicas, el Vaticano comenzó a discutir su abordaje hacia las familias.

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El papa Francisco inauguró el Sínodo Ordinario para la Familia, un encuentro que podría determinar qué grado de apertura tendrá la iglesia católica hacia temas como el divorcio. En su discurso de apertura, el papa marcó posiciones. Habló de la familia basada en el “amor entre hombre y mujer”, y de cómo la afectan algunos factores externos.

Según citó la agencia de noticias Efe, después de lamentar que “el amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado”, el papa agregó: “Parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social”. Dijo que en ese “contexto social y matrimonial bastante difícil”, la iglesia católica debe actuar con “una fidelidad que defienda la sacralidad de toda la vida”, y estar comprometida con una verdad que “no cambia según las modas pasajeras o las opiniones dominantes”.

El encuentro continuará hasta el domingo 25, y su comienzo coincidió con varias polémicas que involucraron al Vaticano. Una de ellas tuvo como protagonista al sacerdote polaco Krzysztof Charamsa, funcionario de la Congregación para la Doctrina de la Fe y profesor de Teología, que declaró su homosexualidad. En una entrevista con el diario Il Corriere della Sera, anunció que tiene pareja y que no le importan las consecuencias que pueda sufrir por decirlo. Algunas de éstas ya se conocieron. Según anunció el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, Charamsa “no podrá seguir desempeñando las tareas precedentes en la Congregación ni en las universidades pontificias”. Lombardi agregó que “la elección de declarar algo tan clamoroso en la víspera de la apertura del sínodo resulta muy grave y no es responsable”.

Mientras se desarrollaba esta polémica, un encuentro de católicos homosexuales y transexuales debatía en Roma sobre su lugar en la iglesia. Allí, el obispo de Saltillo, México, José Raúl Vera, reclamó a la iglesia católica un “cambio en el lenguaje”, porque “hay un lenguaje que lleva a la gente a definir a un homosexual como una persona pecadora, degenerada y promiscua”.

Al mismo tiempo, el Vaticano aclaraba los términos en que el papa Francisco se reunió con la activista contra el matrimonio homosexual Kim Davis, en Estados Unidos. Según el Vaticano, pese a lo que afirma Davis acerca de que el papa le manifestó su respaldo, sólo se trató de un “breve encuentro” con otras “varias decenas de personas”, y que “no debe considerarse un apoyo” a su militancia. Sin embargo, después de esa reunión el papa defendió el derecho a la objeción de conciencia para funcionarios que, como Davis, se niegan entregar libretas de matrimonio a homosexuales.

A esto se agregó otra polémica el fin de semana. La televisión de Chile divulgó un video, supuestamente grabado enRoma el 6 mayo, en el que el papa defiende ante fieles de ese país al obispo Juan Barros, que había sido acusado de encubrir casos de abuso sexual. Barros fue designado obispo de Osorno, y esta decisión motivó incluso una carta de protesta enviada por 51 diputados chilenos al Vaticano. En la grabación, el papa dice que la acusación contra Barros fue “desacreditada”, que “la iglesia perdió la libertad dejándose llenar la cabeza por políticos juzgando a un obispo sin ninguna prueba”, y luego pronuncia la frase que más molestia causó: “Piensen con la cabeza y no se dejen llevar por acusaciones infundadas de los zurdos, que son los que armaron la cosa”.

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