Este fin de semana el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) aprobó su programa de gobierno. Fue el punto final de un proceso de varios meses, durante los cuales distintas comisiones trabajaron con centenares de propuestas de los comités de militantes. Muchas de estas propuestas consisten en derogar reformas realizadas por el Partido Popular desde su llegada al gobierno, en 2011, como la reforma laboral, las restricciones a la aplicación del principio de justicia universal y la inclusión de la materia Religión en el programa de primaria.
Sin embargo, las circunstancias no están ayudando al líder del PSOE, Pedro Sánchez, a tomar distancia del gobierno de Mariano Rajoy: la agenda nacional está dominada por los reclamos soberanistas catalanes, un tema que Rajoy está encarando en consultas con Sánchez, y en el plano internacional el centro está en la lucha contra el terrorismo, un camino en el que se han comprometido, cada uno a su turno en el gobierno, tanto el PP como el PSOE.
Los barones socialistas, que se reunieron la semana pasada, coinciden en que si Cataluña sigue intentando avanzar en el camino soberanista de forma activa antes de las elecciones esto beneficia sólo al PP y, por lo tanto, perjudica al PSOE. En los últimos días varios de ellos han salido públicamente a celebrar que Sánchez tenga, en este tema, una “altura de miras” que dudan que tendría Rajoy si estuviera en la oposición.
En todo caso, el PSOE obtendrá un resultado mejor que el de las elecciones europeas de 2014, tras las cuales renunció su ex secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba. Según las últimas tres encuestas publicadas, el PSOE contará con entre 22% y 25% de los votos, por detrás del PP, que en todas las encuestas figura con entre tres y cuatro puntos más de intención de voto. Ciudadanos aparece como tercera fuerza en dos encuestas, mientras que en la tercera, la de Metroscopia, publicada en el diario madrileño El País, aparece segunda, por delante del PSOE. Podemos es la fuerza que más intención de voto ha perdido en los últimos meses y retrocedió al cuarto lugar, con entre 11% y 17% de apoyo. En noviembre de 2014 llegó a aparecer como la primera fuerza en votos. Por último, la Unidad Popular de Alberto Garzón, que reúne a su partido, Izquierda Unida (IU), y movimientos de izquierda que antes se habían reunido bajo el nombre Ahora en Común, aparece con entre 5% y 6%.
Podemos e IU habían negociado para que el primero se integrara a Unidad Popular, pero a comienzos de octubre Podemos se retiró de las negociaciones. En un acto reciente Iglesias dijo que Podemos lleva a las elecciones un “proyecto de país real”, con otra “centralidad”. El diario español El País atribuye esta búsqueda de “centralidad” al hecho de que la mayoría del electorado español se considera centrista, una lectura que comparte el líder de IU, Garzón, quien aseguró que “Podemos es una maquinaria electoral organizada y engrasada para diciembre”. Garzón hizo estas declaraciones después de que Podemos anunciara que dejaba las negociaciones con miras a una alianza electoral con IU, pese a que la última reunión que habían sostenido terminó “muy bien”, según responsables de ambos partidos. El líder de IU opinó que Podemos se desviaría hacia el centro para obtener más votos y que ya no le convenía aliarse con la izquierda.
IU lleva ahora en su programa iniciativas similares a las que en su momento exhibió Podemos; entre ellas, auditar la deuda para delimitar “qué parte es ilegítima y no pagarla”, y la nacionalización de algunas empresas clave, como la Empresa Nacional de Electricidad. Garzón aseguró que éstas eran iniciativas vinculadas históricamente con la izquierda española, que tiene “principios ideológicos muy firmes”. “Independientemente del resultado en las urnas, vamos a defender las mismas ideas”, dijo, y agregó que “Podemos actúa en términos de sociología electoral”.