Ingresá

Roger Cukierman, presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia, François Hollande, presidente francés, y Dalil Boubakeur, presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán, tras una reunión en el palacio del Elíseo en París, Francia. Foto: Ian Langsdon, Efe (archivo, febrero de 2015)

Entre algodones

6 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Los franceses intentan adaptar su discurso al aumento de la islamofobia y del antisemitismo.

Los ánimos están caldeados en Francia. Desde los atentados en París en enero, los políticos y líderes religiosos buscan las palabras adecuadas para expresar el malestar que siente la sociedad de su país. Pero les resulta difícil no herir a las distintas comunidades que quedaron a la defensiva después de esos ataques.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

“Francés de pura cepa”, “islamofascismo” y “apartheid” son algunas de la expresiones que levantaron debates político-mediáticos en las últimas semanas en Francia. Todo empezó días después del ataque contra el semanario satírico Charlie Hebdo y de la toma de rehenes en un supermercado kosher, que dejaron en total 17 muertos (entre ellos musulmanes y judíos) además de los tres atacantes, que eran islamistas franceses.

El 20 de enero, el primer ministro, Manuel Valls, dijo ante los medios que existía un “apartheid” en el país, al que atribuyó la radicalización de ciertos jóvenes excluidos socialmente. La expresión -un tanto exagerada- fue una manera de aclarar con contundencia que el gobierno es consciente de que hay una parte de la población francesa que se siente apartada, que las autoridades toman en cuenta el problema y que lo quieren resolver.

Pero la expresión ofendió el orgullo galo y no faltaron las críticas. El ex presidente y líder de la derechista Unión por un Movimiento Popular (UMP), Nicolas Sarkozy, dijo que estaba “consternado” porque “comparar a la República con el ‘apartheid’ es una falta”, y agregó que no se podía comparar la realidad de su país con la de Sudáfrica en la década del 90. Pero Valls se defendió y explicó que el uso de una palabra tan “fuerte” como ésa se justifica por el objetivo de “buscar” y “generar” una “movilización”.

También fue Valls el que dio que hablar cuando empezó a usar la expresión “islamofascismo”, que desde entonces retomó la mayoría de los pesos pesados del gobierno socialista. Algunos también hablan de “islamonazismo” para referirse al extremismo islámico. Sin embargo, varios musulmanes se ofendieron por esas palabras, ya que consideran que los que cometieron los ataques de enero y cometen actos violentos en nombre del islam no son verdaderos musulmanes.

Por eso se está difundiendo una expresión que se considera más adecuada: se dice que los miembros de Estado Islámico “se definen como islamistas”. Se trata así de desvincularlos del resto de los musulmanes moderados, que no quieren tener nada que ver con personas que cometen crímenes en nombre de su religión. El tema y el cómo hablar de él motivaron una infinidad de notas de análisis y de opinión, a favor y en contra de esa expresión.

Valls habló de “islamofascismo” al referirse a los ataques que hubo en Dinamarca, a mediados de febrero, y a la profanación de unas 250 tumbas en un cementerio judío francés que ocurrió poco después. Luego se supo que los autores de la profanación masiva eran jóvenes que no tenían orígenes extranjeros, o que en todo caso no eran árabes ni musulmanes. Se trató de cinco liceales de entre 15 y 17 años, cuyas motivaciones deberá esclarecer la investigación judicial, pero que niegan haber actuado por antisemitismo.

En referencia a este caso, el presidente François Hollande también usó una palabra que fue considerada muy fuerte. Dijo, en la cena anual del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF): “Estuve, la semana pasada [el martes 17 de febrero] en Sarre-Union [localidad de la región de Alsacia], en ese cementerio devastado por jóvenes liceales, franceses de pura cepa, como dicen”.

El problema es que el dicho “francés de pura cepa” (français de souche) está habitualmente reservado a la ultraderecha, y hasta existe un portal de información llamado así, Fdesouche, que intenta marcar esa diferencia de origen entre los franceses y está vinculado a la extrema derecha.

Desde la UMP, el diputado Henri Guaino, ex consejero de Sarkozy y autor de sus principales discursos cuando fue presidente, dijo que esa expresión es “detestable”. Por su parte, desde el Partido Socialista, otros explicaron que Hollande había usado comillas y su intención era denunciar esa expresión. Marine Le Pen, la presidenta del ultraderechista Frente Nacional (FN), dijo a la agencia de noticias AFP que no siente “pasión por esa expresión”, aunque los archivos de los medios muestran que ya la usó, pero con menos frecuencia que su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador del partido. “Da la impresión de que [Hollande] se alegra de que algo eminentemente criticable provenga de franceses de origen francés”, opinó.

Suceptibilidades

La cena en la que Hollande hizo esa declaración también se desarrollaba en un ambiente tenso. El día anterior, el presidente del CRIF, Roger Cukierman, dijo que “todos los actos de violencia” en contra de los judíos son cometidos por “jóvenes musulmanes”, aunque aclaró que se trata de una minoría de los practicantes del islam. En la misma oportunidad, también dijo que la presidenta del FN es “irreprochable personalmente”, en referencia a que no se le conocen declaraciones antisemitas.

En respuesta, el Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), que representa a las organizaciones musulmanas, boicoteó la cena del CRIF, a la que son invitados los representantes de la comunidad musulmana francesa desde que se comenzó a celebrar esa cena anual, en 1985.

Elección por venir

Según la última encuesta de intención de voto publicada el domingo en Francia, el ultraderechista Frente Nacional será el más votado en las elecciones departamentales del 22 de marzo, y tiene 33% de intención de voto. La conservadora Unión por un Movimiento Popular y la Unión de Demócratas Independientes, sus aliados centristas, llegarían segundos con 27% de los votos, mientras que el gobernante Partido Socialista alcanzaría tan sólo 19% y se convertiría en el árbitro de los balotajes que se celebren en los distintos departamentos.

El presidente del CFCM, Dalil Boubakeur, que también es el rector de la Mezquita de París, dijo a distintos medios que los dichos de su par judío “son declaraciones irresponsable e inadmisibles que van en contra del mismo principio de convivencia”, y que él “no puede aceptar que la comunidad musulmana de Francia sea objeto de ataques tan graves como infundados”. También dijo que ya “basta” de que los musulmanes sean atacados, y cuestionó, de paso, que se hable de “islamofascismo”, porque es una palabra digna de “otro siglo y de otros horizontes”.

Los actos antisemitas aumentaron 130% en 2014, según el CRIF, mientras que las agresiones contra personas o símbolos musulmanes ya habían aumentado 53,11% en 2014, según el informe anual del Colectivo Contra la Islamofobia. Aunque estas cifras son difíciles de verificar, porque en Francia el Estado no lleva estadísticas basadas en las religiones, la tendencia se confirma en lo que se puede llamar la “sensación térmica”, mientras que un estudio que elaboró una consultora para varios medios franceses, que fue publicado el viernes, indica que 77% de los franceses considera que la islamofobia aumenta y 68% cree que también es el caso del antisemitismo.

Más tarde, el representante judío se desdijo respecto de Le Pen, y destacó que ella “no se desvinculó de los dichos de su padre”, conocido por sus declaraciones de connotación antisemita, por las que ha sido condenado. El FN es el favorito de las encuestas para las próximas elecciones (ver “Elección por venir”). “No es deseable para Francia”, continuó Cukierman. “Llamamos a frenar, a todo nivel, el crecimiento de ese partido”, señaló.

Sin embargo, y aunque después él y Boubakeur se reunieron con Hollande y dieron por cerrado el incidente, Cukierman no retiró sus dichos sobre los jóvenes musulmanes como autores de “todos” los actos antisemitas.

Todos estos debates acerca de palabras y suceptibilidades que en realidad afectan a dos minorías francesas, también están generando malestar entre algunos ciudadanos que no integran esas comunidades. Esto fue lo que intentó capitalizar Sarkozy. “Imagínese lo que puede pensar hoy un habitante rural -que se siente con frecuencia abandonado, que no quema paradas de ómnibus, que no rompe autos- [...], cuando ve al primer ministro comparar la República con un apartheid”, dijo.

El cineasta y caricaturista Joann Sfar, que dibuja para el sitio web francés de The Huffington Post, dijo a Canal + sobre la sensación que se vive últimamente en Francia: “Estoy alucinando, porque ya no logramos trabajar tranquilos. No es sólo que tenemos miedo de ser baleados, es que es difícil reírse. Buscamos el tono con el que hay que hablar hoy. Más que autocensura, es una especie de parálisis”. Recordó la manifestación masiva, después de los atentados, en la que cuatro millones de personas salieron a la calle a defender la libertad, pero consideró que ahora “la gente habla como curas”. Afirmó: “Tengo ganas de ser irresponsable”.

Además, criticó al rapero y escritor musulmán Abd al Malik, considerado progresista y moderado, que había dicho un día antes, en el mismo programa, que los dibujantes de Charlie Hebdo habían sido “irresponsables” por caricaturizar al profeta Mahoma y que la libertad de expresión “no puede ser no negociable”. Sfar agregó: “En todo caso, dibujar libremente sin temblar no es fácil hoy”.

Evidentemente, pasa lo mismo con cualquier declaración pública. Los políticos franceses se cuidan hasta cuando resuelven ir a manifestar. El partido ambientalista Europa Ecología-Los Verdes, que tiene posturas más bien progresistas, anunció que participará el viernes en una manifestación “contra la islamofobia y el clima de guerra por la seguridad”. Este anuncio desató un fuerte debate interno debido a que entre las otras organizaciones participantes hay grupos que están en contra de la laicidad, según informó la radio Europe 1. “Existe malestar entre cierta cantidad de gente de izquierda que cultiva una especie de mala conciencia vinculada con el pasado colonial de Francia”, dijo el diputado ambientalista François de Rugy. Esto lleva, según él, a “aceptar el discurso insoportable de organizaciones para las cuales la discriminación justificaría la radicalización de los jóvenes e in fine los atentados”.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura