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El ex gobernador de Florida Jeb Bush habla a los residentes de Iowa en un restaurante Pizza Ranch, el sábado 7 de marzo, en Iowa, Estados Unidos. Foto: Scott Olson, AFP

Jeb es Jeb

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El precandidato republicano Jeb Bush intenta despegarse de los errores que sus familiares han cometido en la presidencia.

“Quiero a mi padre, quiero a mi hermano. Admiro lo que hicieron para el país y las decisiones difíciles que tuvieron que tomar. Pero yo soy yo, y mis ideas se construyeron en base a mis propias reflexiones y experiencias”, aclaró hace un tiempo Jeb Bush. Hijo de George Bush padre (presidente de Estados Unidos de 1989 a 1993) y hermano de George W Bush (presidente de 2001 a 2009).

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El apellido Bush pesa en su carrera hacia la presidencia. Su madre, Barbara Bush, dijo hace un tiempo al canal NBC que su hijo sería “de lejos el hombre más cualificado”, pero que no quería que fuera candidato. “Creo que éste es un gran país. Hay muchas familias buenas, no hay sólo cuatro familias o las que sean. Hay otra gente ahí afuera que está muy preparada, y ya ha habido suficientes Bush”, agregó. Pero a mediados de febrero, la madre dijo que cambió de opinión y apoyó la campaña de su hijo.

Otro aspecto en el que se hace sentir el apellido Bush, y los contactos que le brinda y las puertas que le abre, es en la enorme cantidad de donaciones que recibe su campaña. Por eso algunos, incluso en la interna de su Partido Republicano, lo acusan de ser el candidato de los poderosos. “Por favor, no más de un millón de dólares, por ahora”, éste es el pedido, según Washington Post, que les hacen los integrantes del equipo de Bush a los donantes. El candidato quiere aparecer como un hombre cercano a los votantes de a pie, y para eso intenta diversificar sus apoyos económicos, para que no sean sólo de multimillonarios.

Para mostrarse cercano a la gente, en la misma página web en la que publicó sus correos electrónicos enviados como gobernador de Florida, dice: “El e-mail me mantuvo conectado a los ciudadanos y eso me centró en la misión de ser su gobernador”.

Pero a la hora de conquistar el voto republicano, Jeb Bush tiene otras ventajas y desafíos. Quizá porque está casado con una mexicana, habla un español casi perfecto y está a favor de la reforma migratoria, al menos más a favor que otros republicanos. Esto le permite captar el voto latino y también el de algunos demócratas desencantados con Obama. “Si hacemos campaña entre los que tradicionalmente no votan republicano, tendremos mucho mejores resultados. Si mostramos más respeto por ellos, nos escucharán”, dijo Bush a sus colaboradores, de acuerdo al diario digital estadounidense Politico.

Aunque dijo que está en desa- cuerdo con las medidas que está tomando Obama en materia migratoria, reconoció públicamente que no se puede deportar a los 11 millones de personas que no tienen permiso de residencia en Estados Unidos y que por lo tanto hay que buscar una manera de darles un “estatus legal”. Defendió esa postura en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), un encuentro organizado por las corrientes más conservadoras del país que se celebra cada año en Washington. Como era de esperar, no le fue bien.

Ese encuentro se considera un termómetro de los ánimos republicanos de cara a las presidenciales de 2016. “Hay muchos conservadores que no han sido encuestados, que no saben que son conservadores y que no han sido encuestados”, dijo el ex gobernador, citando a los jóvenes y a los latinos, que suelen votar a los demócratas.

Aunque Jeb es considerado el favorito en la interna de su partido, y aunque la CPAC no suele hacer y deshacer candidaturas, este dirigente quedó en quinta posición en la consulta informal que se hizo al final de la conferencia.

El senador republicano liberal Rand Paul se impuso por tercer año consecutivo en ese sondeo, en el que obtuvo 25,7% de los votos. Lo seguía el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, que obtuvo 21,4% de los apoyos, un porcentaje muy superior al que alcanzó el año pasado. Walker es un evangelista a quien algunos medios periodísticos de Estados Unidos señalan como la potencial sorpresa de la elección.

En tercer lugar quedó el senador por Texas Ted Cruz, con 11,5 % de los votos, seguido muy de cerca por el neurocirujano Ben Carson, con 11,4 %. Este último disparó una polémica cuando aseguró que los homosexuales “eligen” serlo. Dio como ejemplo una persona que cumple una pena de prisión, que entra “siendo heterosexual y sale siendo gay”.

Bush obtuvo 8,3% de los votos en la consulta de la CPAC, seguido por el ex aspirante a la presidencia Rick Santorum, que no tiene previsto volver a ser candidato, y por el senador Marco Rubio, que ocupó el séptimo lugar, con 3,7 %. Rubio es otro de los favoritos, y aspira a convertirse en el “primer presidente latino” de Estados Unidos. Fue uno de los parlamentarios que negociaron y acordaron con Obama la reforma migratoria que ahora está bloqueada en Diputados.

El sondeo suele mostrar la posición del ala más conservadora de los republicanos, pero en las últimas cinco elecciones ningún ganador de esa encuesta se convirtió luego en el candidato del partido en las internas, recordó la agencia de noticias Efe.

Paul, el ganador desde 2013, no está en buenos términos con la dirigencia convencional del partido. Defiende la reducción al mínimo de la intervención estatal, pide la despenalización de la marihuana, está en contra de las intervenciones militares en el exterior y defiende la libertad individual por sobre la seguridad del Estado.

Jeb Bush es percibido como el favorito debido a la maquinaria electoral que lo respalda y a su capacidad de sumar votos más allá del partido. Sin embargo, ante la principal candidata demócrata, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, una reciente encuesta concluyó que él sería derrotado 46% a 36%. En cambio, frente a Walker, Clinton mantiene su intención de voto, pero el republicano logra acortar la distancia y crece a 41%.

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