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Malasia descubrió fosas clandestinas en las que fueron enterradas víctimas del tráfico de inmigrantes.

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La crisis migratoria en Asia comenzó con el descubrimiento de campamentos de inmigrantes y fosas clandestinas en Tailandia, a principios de mes. La campaña que lanzó entonces el gobierno de ese país en contra de las redes de inmigración clandestina desembocó en que traficantes de personas abandonaron a cientos de migrantes de Birmania y Bangladesh en medio del mar, cuando iban rumbo a Tailandia, con Malasia como destino final.

Así fue que se destapó, primero, que múltiples organizaciones dedicadas al tráfico de personas explotaban la desesperación de la minoría musulmana rohingya, perseguida en Birmania, y de los habitantes de un Bangladesh superpoblado, y llevaban a esas personas hasta Tailandia por mar y luego hasta Malasia por tierra. Después se hizo público que miles de personas provenientes de campamentos habían sido abandonadas por traficantes en medio del mar e intentaban llegar de algún modo a Malasia.

El lunes, también Malasia -cuyo gobierno había descartado que eso pudiera suceder en el país- descubrió que en la frontera con Tailandia también hay fosas, y campamentos de inmigrantes. Sus equipos forenses empezaron ayer a exhumar los cuerpos. Se supone que las personas enterradas en esas 139 tumbas encontradas en 28 campamentos clandestinos son víctimas del tráfico de personas.

El director del departamento de Seguridad Interna y Orden Público, Muhamad Fuad Abu Zarim, dijo a los medios en uno de los campamentos descubiertos que un cadáver en avanzado estado de descomposición y otros restos hallados hacen pensar que los responsables de al menos dos de los campos abandonaron el lugar hace unas pocas semanas, de manera precipitada. “Creemos que la persona pudo morir hace tres o cuatro semanas”, dijo Muhamad, según cito el diario The Malaysian Insider.

Esto coincide con el momento en que se descubrieron campamentos y fosas similares, a poca distancia del otro lado de la frontera, en Tailandia, cuando se dio la desbandada de los traficantes. Las densas junglas montañosas de la zona servían a las redes clandestinas para esconder a sus víctimas.

Los campamentos, rodeados por alambre de púa, están conformados por una serie de pequeños galpones techados con lonas negras, prisiones de madera, cocinas y torres de vigilancia, según se ve en las fotografías que Malasia facilitó a los medios. Según el jefe de la Policía Nacional malasia, Jalid Abu Bakar, aún no se sabe cuántos cadáveres hay en los campamentos localizados, pero se cree que la mayoría de cuerpos son de inmigrantes de Bangladesh y rohingyas.

Bakar dijo el lunes que uno de los campamentos abandonados que fue descubierto tenía capacidad para unas 300 personas, aunque la mayoría estaban preparados para albergar a una veintena. Bakar no respondió a las preguntas de los periodistas sobre cómo había sido posible que las autoridades no se enteraran de la existencia de esas redes y si se investigaban eventuales complicidades de funcionarios.

Sin embargo, el ministro malasio de Interior, Ahmad Zahid Hamidi, dijo que está seguro de que hubo colaboración entre las mafias de tráfico de personas y algunos funcionarios. “Nuestras investigaciones muestran que han estado colaborando no sólo con las mafias locales, sino también con las redes internacionales, incluyendo a tailandeses, bangladesíes y birmanos”, dijo en las afueras de la sede del Parlamento.

Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, unas 25.000 personas zarparon en barcos desde Bangladesh y Birmania durante el primer trimestre de 2015, el doble que durante el mismo período del año pasado.

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