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Manifestaciones contra el acuerdo alcanzado entre el gobierno y los socios, ayer, en la céntrica plaza de Syntagma, donde se encuentra la sede del Parlamento, en Atenas, Grecia. Foto: Yannis Kolesidis, Efe

Calentó a un demos

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Parlamento griego aprobó el acuerdo con la Unión Europea, en medio de protestas callejeras.

Los diputados griegos cumplieron con lo impuesto por el acuerdo que firmó el gobierno de Alexis Tsipras con los líderes de la eurozona: ratificaron el compromiso ayer, en la fecha prevista, y aprobaron las primeras medidas de recorte para “reconstruir la confianza” con el resto de los países de la zona euro. Todavía falta que otros países aprueben el acuerdo, y hasta el viernes, cuando lo votarán los legisladores alemanes, seguirá vigente el corralito en los bancos griegos.

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El Parlamento de Grecia aprobó aumentos del IVA, la independencia de la oficina nacional de estadística, varias medidas que son los primeros pasos hacia una reforma de pensiones, y otras para adecuar su legislación al Tratado de Estabilidad Europeo, entre ellas un sistema “casi automático” de recortes en el caso de que incumpla metas. Éstas son sólo algunas de las acciones que deberá implementar el gobierno griego a cambio de permanecer en el euro y de un rescate financiero que aún está por negociarse. Se sabe que este rescate, por un monto de entre 90.000 y 94.000 millones de dólares, durará tres años, y aumentará la deuda de los griegos.

La votación parlamentaria requirió un fuerte debate y discursos encendidos de Tsipras y de su nuevo ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos. Los dos pidieron a los legisladores que votaran medidas que van en contra del propio programa de gobierno, porque ese pacto es la única alternativa que les ofrecen sus socios europeos. Afuera del Parlamento hubo protestas, y la votación fue acompañada por un paro del sector público.

Tsipras explicó a los diputados de Syriza que había agotado todas las posibilidades de negociación, y pidió a su partido que actuara unido en estos momentos “históricos”, “difíciles” y “críticos”, informó la agencia de noticias Efe. Algo similar dijo Tsakalotos, que admitió que no sabe si el acuerdo dará resultado. “La mañana del lunes fue el momento más difícil de mi vida. No sé si hicimos lo que debíamos hacer. Sé que no teníamos alternativa”, dijo, antes de agregar: “Nunca dijimos que se tratara de un buen acuerdo”.

Tsakalotos consideró que el resultado de este pacto va a depender del “programa definitivo” de rescate que se acuerde con la troika (el Banco Central Europeo -BCE-, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional) y de cómo se reforme el sistema de pensiones y se defina el fondo de gestión de las privatizaciones, dos de las medidas acordadas.

El fondo de privatizaciones gestionará el dinero que el Estado griego obtenga de privatizaciones, con las que debe generar 55.000 millones de dólares. Se prevé la venta de la empresa estatal de energía, de los aeropuertos de las islas por las que pasan millones de turistas, o del estratégico puerto de Pireo, uno de los mayores del Mediterráneo. Tampoco se descarta que el Estado venda su participación en algunos bancos. Pero en las circunstancias que atraviesa Grecia, es posible que los potenciales compradores no estén dispuestos a invertir tanto como para llegar al monto establecido.

Antes de la votación de ayer, la dirección de Syriza rechazó por mayoría absoluta el acuerdo -109 votos de 201- y acusó a las instituciones europeas de “atentar directamente contra cualquier noción de democracia y soberanía popular”. En el Parlamento, 32 de los 149 diputados de Syriza votaron en contra y seis se abstuvieron.

La presidenta del Parlamento, Zoé Konstantopoulou, había dicho que el acuerdo era una “capitulación”, y había atrasado la llegada del texto al plenario. Ayer la viceministra de Finanzas, Nadia Valavani, renunció a su cargo, y lo mismo harán el secretario general de Seguridad Social, Yorgos Romaniás, y el secretario general de Economía, Manos Manusakis. Otros jerarcas, como el ministro de Energía, Panayotis Lafazanis, decidieron no votar el acuerdo.

Éste tiene entre sus mayores opositores al diputado Yanis Varoufakis, que fue ministro de Finanzas desde enero hasta el 6 de julio, y la figura más visible en las negociaciones que se mantuvieron hasta ese día, además de Tsipras. En dos entrevistas, una con la radio australiana ABC y otra con la revista británica New Stateman, habló por primera vez desde que dejó el ministerio y reveló que él tenía un plan alternativo.

Según explicó, el 6 de julio quedó en minoría (con dos votos contra cuatro) en la mesa chica del gobierno, que no apoyó la jugada de póquer que pensaba implementar. “Mi propuesta era que si el BCE cerraba los bancos, teníamos que responder con una medida igualmente contundente. La idea era imprimir IOU [reconocimientos de deuda que sustituyan la moneda] o anunciar que lo haríamos, aplicar una reducción de los bonos griegos emitidos en 2012 al BCE y tomar el control del Banco de Grecia”. Reducir los bonos implicaba que el gobierno se desdijera de compromisos de 2012, y sacar al Banco de Grecia de la órbita del BCE era otro movimiento muy arriesgado.

En su blog, Varoufakis también publicó una versión comentada del acuerdo, en la que además de hacer aportes llenos de ironía, del estilo “y los cerdos podrán volar”, señala, por ejemplo, que el fondo destinado a las privatizaciones primero deberá servir para financiar a los bancos; luego, en menor medida, para reducir la deuda griega, y por último -si es que el dinero alcanza- para invertir en la economía.

Varoufakis también reveló cómo era la interna de las negociaciones en Bruselas. “Ibas con un argumento en el que realmente habías trabajado y delante tenías a un grupo de gente con cara de nada, independientemente de lo que les hubieras contado. Podrías haber cantado el himno de Suecia y habrías recibido la misma respuesta”, dijo. “Nos pedían toda la información sobre empresas estatales. Nos llevaba tiempo buscarla, conseguirla, verificarla. Cuando la teníamos, nos preguntaban qué queríamos hacer con el VAT [IVA] y rechazaban nuestra propuesta sin proponer nada a cambio. Hacían lo mismo con la privatización o las pensiones. Era imposible”, continuó.

“[El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang] Schäuble me dijo: no voy a discutir el programa que aceptó el gobierno anterior, porque no podemos permitir que una elección cambie todo. Si las cosas van a cambiar cada vez que hay una elección en uno de los 19 países que somos, los contratos van a perder toda validez. A eso le contesté que entonces, quizá tendríamos que dejar de tener elecciones”, dijo Varoufakis a New Statesman. “El director de la orquesta es el ministro de Finanzas de Alemania. Si en algún momento la orquesta desentona, el ministro la corrige. Sólo los franceses se han atrevido a algún tono alternativo, pero muy sutilmente, usando un lenguaje muy cauteloso, para que quede en claro que no son oposición”, agregó.

Ayer, la Comisión Europea ratificó que implementará en Grecia un plan de inversiones por un monto de 38.000 millones de dólares, siempre y cuando el país cumpla con sus compromisos. Además, adelantó que le ofrece a Atenas un préstamo puente de 7.000 millones de euros, que comenzará a devolver cuando el Mecanismo de Estabilidad Europeo aplique el rescate.

Todavía falta que los parlamentos de Alemania y otros países europeos aprueben el plan. Ayer lo hicieron los diputados franceses, y se prevé que mañana lo hagan los alemanes.

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