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Jeremy Corbyn participa en un acto de campaña electoral del Partido Laborista, el sábado, en Warrington, al noroeste de Inglaterra. Foto: Paul Ellis, Afp

En renovación

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La oposición británica se mueve hacia la izquierda tras la derrota electoral de mayo.

Aparecen nuevas caras en el ambiente político británico con la renovación de las internas de los tres principales partidos. En el Partido Conservador comenzaron a sonar nombres para suceder a David Cameron; los liberales demócratas intentan recuperarse de una alianza con los tories que les resultó letal; y el Partido Laborista sigue buscando un líder que le permita recuperar su lugar de antaño.

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Editar

Con la conformación de su gabinete Cameron ya dejó claro que algunos de los candidatos a sucederlo ocuparían un primer lugar en la política británica durante su mandato. Es el caso de George Osborne (ministro de Economía) y Theresa May (Interior). A ellos se suma Boris Johnson. Los medios británicos señalan que la preferencia de Cameron por Johnson se vio reflejada en que lo designó “ministro sin cartera” pese a que es alcalde de Londres hasta 2016 y a que su dedicación estará enfocada en esto. La designación, explican, le asegura visibilidad nacional incluso después de que deje el cargo.

En la interna de los tories va a incidir el posicionamiento de cada uno de los precandidatos acerca del referéndum sobre la continuidad en la Unión Europea (UE), que se realizará en 2017, y el resultado de esa consulta.

Reacomodando el rumbo

También la oposición se renueva, y todo parece indicar que lo hará hacia la izquierda. Ya optó por ese camino el Partido Liberal Demócrata, que durante el gobierno pasado fue aliado de los tories en el gobierno para darles la mayoría parlamentaria. Esta alianza fue una de las causas que lo llevaron a sufrir una fuerte derrota en las elecciones de mayo: su votación se redujo de 23% a 8% y su representación en el Parlamento de 57 a ocho diputados.

Esa caída llevó a que renunciara el líder de los liberales demócratas, Nick Clegg, que ocupó el cargo de vice primer ministro durante el pasado gobierno conservador. La renuncia de Clegg abrió el proceso de elecciones internas en el partido, en las que participan tanto los afiliados como los militantes. En esa votación fue electo Tim Farron, que logró 56,5% de los votos. Logró la victoria en una breve campaña en la que aparecía como el candidato renovador -pese a que presidió el Partido Liberal Demócrata hasta el año pasado- frente a la continuidad representada por su rival, Norman Lamb, que ocupó cargos en el anterior Ejecutivo.

Farron, que fue uno de los principales críticos de esa alianza, está en el Parlamento desde 2005, y ha sido un diputado que votó según sus principios. Algunas veces adoptó posiciones personales y siguió el programa de gobierno, y no según el mandato partidario.

Durante la legislatura pasada, cuando Clegg acordó con los tories que los liberales demócratas respaldarían la decisión de aumentar las tasas universitarias pese a que iba en contra de su programa de gobierno, Farron votó en contra, desoyendo el mandato del líder del partido. En otra ocasión, este dirigente cristiano se abstuvo en la votación de la ley que habilitó el matrimonio entre personas del mismo sexo. A pesar de posiciones como ésta, el hoy líder del Partido Liberal Demócrata se autodefine como “centrista” y es identificado como un referente de las alas más izquierdistas de su partido, en alguna medida porque muchas veces votó lo mismo que el Partido Laborista.

Cuando llevaba apenas unos días al frente de los liberales demócratas, Farron protagonizó una polémica en Twitter y tuvo que pedir perdón a la comunidad homosexual. La Asociación Humanista Británica manifestó en un tuit que “la gran mayoría de los trabajadores sociales de Reino Unido cree que la homosexualidad se puede curar”, y desde la cuenta de Farron se respondió: “Pueden serlo [curados]; la mayor parte de la desorientación está provocada por productos químicos”. El liberaldemócrata dijo que ese tuit no era suyo, lo borró y pidió disculpas “por cualquier ofensa causada”.

El liderazgo de Farron comenzó hace poco tiempo, fue electo el 16 de julio, pero ya ha causado efectos: en varios de los temas que los conservadores han enviado al Parlamento, el Partido Liberal Demócrata se ha mostrado distante de los tories y más cercano al laborismo.

Por el mismo camino

Los laboristas pasaron de ser liderados por Tony Blair, un referente de la “tercera vía” en política mundial, a estar en manos de Ed Miliband, considerado un dirigente más a la izquierda. Según las encuestas de las últimas semanas, el partido podría dar un paso más en ese sentido: el favorito en las internas laboristas es Jeremy Corbyn, de 66 años, que ha sido comparado con el español Pablo Iglesias, el líder de Podemos.

Falta más de un mes para las internas laboristas del 10 de setiembre, pero el posicionamiento de Corbyn ya alertó a las alas más a la derecha o al centro del partido. Entre ellos el propio Blair, que llegó a decir que la campaña para las pasadas elecciones era tan retro que podría haber sido parte de Star Trek, en referencia a que hacía recordar a los tiempos en los que el laborismo estaba más a la izquierda. “Se gana desde el centro, se gana cuando te dirigís a una amplia sección del público, se gana cuando se apoya a las empresas al igual que a los sindicatos. No se gana desde una plataforma tradicional izquierdista”, aseguró días atrás.

El enfrentamiento interno no es sólo Blair versus Corbyn, sino que implica a toda la interna de un partido que ha sido tanto de centro como de izquierda, que ha contado con el respaldo de las empresas y de los sindicatos. De hecho, Corbyn no quería ser candidato porque no le interesa ocupar el cargo. “Pero era mi turno [de ocuparlo]”, dijo en una entrevista con The Guardian después de explicar que otros referentes de la izquierda laborista -como Diane Abbott y John McDonnell- ya se han “sacrificado” y participado en las campañas internas en la búsqueda de que los laboristas “no se olviden” de la izquierda.

Los cuatro candidatos a liderar el Partido Laborista cubren una diversidad ideológica dentro de la formación; Corbyn se identifica con las alas más izquierdistas, Andy Burnham con las centristas, y ambos se han turnado para liderar las encuestas. En las últimas aparece una tendencia favorable a Corbyn.

Parlamentario desde 1983 y autodefinido como socialista, Corbyn ha hecho campaña contra la ocupación israelí del territorio palestino y contra la guerra de Irak, a la que se opuso como diputado en 2003. En los últimos años se posicionó en contra de las medidas de austeridad aplicadas en los países con crisis económica en la eurozona y, como no podía ser de otra manera, en el último mes participó en varias protestas para respaldar al gobierno griego, en manos de la coalición de izquierda Syriza, frente a las medidas de austeridad impulsadas por sus acreedores.

Corbyn es conocido por ser uno de los parlamentarios que menos han gastado de los fondos de representación, porque rechaza a la realeza y se opone al Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la UE, que otorga “demasiadas ventajas” a los inversionistas.

También ha sido muy publicitada su vida amorosa. Tras un breve primer matrimonio, se casó con una chilena que conoció mientras ambos hacían campaña, en Londres, contra la dictadura de Augusto Pinochet. El divorcio llegó 12 años después, cuando sus hijos debían comenzar el liceo: ella quiso enviarlos a un liceo de la modalidad británica conocida como grammar school, centros que tienen una prueba de ingreso y aceptan sólo a los mejores alumnos, y él quería que fueran a lo que en Uruguay sería un liceo público. Días después de lanzar su campaña para las internas, fue consultado acerca de su vida personal y contó que hace dos años se casó, en México, con su pareja, que es 20 años menor que él, y dijo que nunca lo había dicho porque no le habían preguntado.

Panicking

“La elite laborista está aterrada” ante la posibilidad de que gane Corbyn, dijo Abbott días atrás. De hecho, varios de los dirigentes, como Blair, han disparado dardos envenenados contra el diputado, recordando que no siempre fue fiel al partido. También otros líderes de menor perfil, como Liz Kendall, una de las candidatas a liderar el laborismo, lo han criticado. Corbyn “convertiría al partido en una especie de Podemos o Syriza”, dijo Kendall. Uno de los diputados laboristas cercano a Blair, Tristam Hunt, agregó: “El futuro del Partido Laborista no puede ser el de un partido al estilo de Podemos, un partido populista antiausteridad, porque en el largo plazo esto no nos va a llevar al gobierno”.

Sin embargo, la candidatura de Corbyn ha logrado que varias organizaciones de izquierda que se habían alejado del Partido Laborista volvieran a unirse a él. Tal es el caso del sindicato Unite the Union, el más grande de Reino Unido: 30.000 de sus miembros se afiliaron al partido para votar por Corbyn.

Según los medios británicos, estos hechos han generado incluso encontronazos incómodos dentro del centrismo laborista, causados por una supuesta “izquierdización” del candidato centrista, Burnham. The Daily Mail hizo a comienzos de julio una crónica de un encuentro del “gabinete en las sombras” de los laboristas (es una costumbre en Reino Unido que los partidos opositores tengan un gabinete paralelo que se encarga de impulsar medidas en áreas específicas). Allí se evaluó qué postura debía asumir el Partido Laborista ante la propuesta de los conservadores de reducir las ayudas sociales en 12.000 millones de libras, unos 20.000 millones de dólares.

El gabinete en las sombras es presidido por la líder interina de los laboristas, Harriet Harman, y Burnham lo integra como ministro en las sombras de Salud. Ella ya había anunciado públicamente su “simpatía” por la propuesta del gobierno ante la necesidad de reducir los gastos del Estado, pero en el encuentro él manifestó su oposición. “Andy, perdimos ese debate. Deberías enterarte de que perdimos las elecciones”, le dijo Harman, antes de acusarlo de estar “girando a la izquierda” para robarle terreno a Corbyn. Algunos dirigentes que estaban en el encuentro dijeron a The Daily Mail que no sabían a dónde mirar porque la situación fue muy incómoda: Harman fue “condescendiente” con Burnham, como si quisiera “empequeñecerlo”, dijo una de las fuentes, que habló bajo condición de que su nombre no se publicara.

Ante ese gesto de Harman, Burnham se limitó a asentir con la cabeza y en el encuentro se acordó que los laboristas se abstendrían durante la votación en el Parlamento. Pese a ese mandato, Corbyn no lo hizo: votó en contra. Antes de hacerlo explicó: “Es una forma de manifestar mi preocupación por la pobreza infantil y la gran cantidad de gente sin hogar [...]. Los tories han hecho una limpieza social en Londres”.

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