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Gabriela Rivadeneira, presidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador, en el Palacio Legislativo. Foto: Santiago Mazzarovich

Opiniones personales

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La presidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador defiende al presidente Rafael Correa pero muestra sus matices.

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La política en Ecuador está polarizada, y el presidente Rafael Correa, que gobierna desde 2007, denuncia que en las protestas opositoras hay intentos de desestabilizar a su gobierno. La presidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira, de 31 años, coincide con él. Sin embargo, sobre la legalización del aborto, en diálogo con la diaria durante su visita a Montevideo, dejó ver matices con respecto a la postura de Correa, que es el líder de su partido, Alianza País. Rivadeneira fue la diputada más votada y también la más joven que asumió después de las elecciones legislativas de 2013, proviene de la sociedad civil organizada y en su juventud fue reina de la fiesta de Yamor, una celebración tradicional de raíces indígenas que se celebra en su ciudad de origen, Otavalo.

-¿A qué se debe su visita a Montevideo?

-Hemos venido, primero, con el mensaje de saludo al pueblo uruguayo de nuestro presidente y de nuestra revolución. También venimos a consolidar la relación interparlamentaria, en particular entre los países que somos miembros de la Unasur [Unión de Naciones Suramericanas], en el intento de poder conformar la nueva institucionalidad que rezan los estatutos constitutivos de la organización, que implican la conformación del Parlamento de la Unasur. Además, queremos estrechar los lazos entre países hermanos con muchas políticas similares, con leyes en tratamiento que han marcado cambios profundos en nuestras sociedades. Estamos muy interesados, por ejemplo, en el impuesto uruguayo a la concentración de las tierras rurales [declarado inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de Uruguay], porque estamos trabajando ahora sobre una consulta prelegislativa de ley de tierras que plantea una revolución agraria.

-Últimamente el presidente Correa denunció que hay un intento de desestabilización mediante las protestas, que continúan en el país a pesar de que se retiró la reforma de la ley de herencias, que las había motivado.

-Esto no es algo nuevo. Desde que empezó el proceso de revolución, hace ocho años, hemos tenido actores de oposición que no desaprovechan ningún espacio para intentar, de manera permanente, desestabilizar o boicotear ciertas políticas de Estado. Esto obedece a un formato regional -tenemos que ser muy claros en eso- que algunos califican como “desestabilización”, mientras que otros hablan de “golpes blandos”, y en nuestro país también se le dice “restauración conservadora”. En definitiva, se trata de la restauración que buscan esas fuerzas de derecha que se han visto, lógicamente, golpeadas por políticas de justicia social para la mayoría de nuestras poblaciones. Por lo tanto, ahora lo que estamos enfrentando es justamente esa visibilización de los actores de derecha en el país, que juegan a desestabilizar, a desgastar, a desprestigiar la institucionalidad de la revolución ciudadana, y en ese contexto también se prepararan para las elecciones de 2017.

-En un principio estas protestas fueron convocadas por las redes sociales. ¿Cómo explica que sean ciudadanos de a pie los que están protestando?

-Son actores políticos de oposición. Te podría decir que el mismo candidato representante de la banca privada de Ecuador convocaba a una movilización [se refiere a Guillermo Lasso, el candidato a la presidencia más votado de la oposición en las elecciones de 2013]. El alcalde de la ciudad más poblada del país [el de Guayaquil, Jaime José Nebot], representante de la derecha, también estuvo convocando a movilizaciones justamente hoy [por el jueves 25]. Y así se van sumando actores de oposición que -insisto- juegan el papel que les compete como oposición. Lógicamente, el nuestro es mantener el diálogo directo. Hemos lanzado un gran debate nacional para discutir el país que queremos, elegir entre ese país de la acumulación de la riqueza o el país de la redistribución de la riqueza, para mejorar la vida de los ecuatorianos y ecuatorianas.

-¿Cómo responde a eso la oposición?

-En las calles, movilizándose, legítimamente. Nosotros creemos que hay gente de buena fe, de buena voluntad, y gente muy desinformada. La desinformación causa manipulación, y esa manipulación ha sido aprovechada por estos actores de oposición.

-Hablando de información, desde que asumió Correa hubo un vínculo muy conflictivo con los medios, y ahora hay una legislación que va en el sentido de limitar las críticas al gobierno.

-Yo no generalizaría. La confrontación ha sido, desde el primer día hasta hoy, con los medios monopólicos, que están anclados a esos poderes económicos del país y son el poder fáctico que hemos estado combatiendo desde que empezamos en mayo esta revolución ciudadana. Además, en mayo de 2013, cuando asumimos la presidencia de la Asamblea del Ecuador, la primera ley que promulgamos fue justamente la Ley [Orgánica] de Comunicación. No está vinculada directamente con los medios, es una ley que busca democratizar la palabra, los medios de comunicación, marcar reglas claras en cuanto a los contenidos. Los medios de comunicación en esta era juegan un papel educador para las nuevas generaciones, y no podemos educar con contenidos sexistas, homofóbicos, contenidos que siguen promoviendo esa cadena de violencia en la ciudadanía. Por lo tanto, esta ley tiene que ver con poner parámetros claros, pero también con la responsabilidad de los medios de comunicación y con quienes hacen la comunicación en el país, para no ultrajar ni violentar mediante la palabra. Eso lo hemos llevado con mucha seriedad, con mucha madurez. Es una ley que ha promovido muchísimo la libertad de expresión. Hay medios de comunicación que desprestigian y dicen que falta la libertad de expresión. Yo no he conocido ningún país en el mundo en el que fuera posible, sin libertad de expresión, manifestarse todos los días en contra de la ley y en contra del gobierno como lo hacen mediante los medios de comunicación monopólicos del país.

-Mencionó al pasar el sexismo. Uno de los reclamos que se le hacen al gobierno desde la sociedad civil es que se legalice el derecho al aborto.

-Ése es un debate social, no institucional, y nosotros a eso hacemos un llamado permanente. En políticas de género hemos avanzado muchísimo en Ecuador. Empecemos, por ejemplo, por la obligatoriedad de la paridad y alternancia para las elecciones y en espacios de designación. Todas las funciones del Estado deben cumplir con la paridad y alternancia necesarias en temas de género. Recientemente, en noviembre de 2014, hemos aprobado un nuevo código orgánico integral penal, en el que se tipifica el femicidio como delito.

-¿Se aplica?

-Hay nueve casos hasta el momento, en 2015, tipificados como femicidio, con penas máximas, y además hay agravantes cuando son cometidos por la pareja o por familiares de la mujer asesinada o violentada. Hay sanciones muy fuertes a la violencia contra la mujer, y campañas que buscan -más allá de una ley que sancione o que establezca cuántos años de privación de libertad hay que aplicar- la sensibilización de la sociedad. La ley no soluciona en sí misma la realidad de la población o de la sociedad. Las leyes son herramientas; cómo utilizamos esas herramientas para cambiar nuestros modos de vida depende de la sociedad. En este caso, en cuanto a la salud sexual y reproductiva, el tema del aborto debe seguir presente en el debate de las organizaciones de mujeres, pero sobre todo debe aterrizar en el debate de la sociedad. Eso tiene muchísimo que ver con la violencia. Estamos en un país que se está construyendo en paz, en unidad, con principios de solidaridad y de reciprocidad, y es ahí donde debemos atacar a estos males que hemos heredado de un sistema capitalista excluyente. Debemos enfrentar ese sistema con otro que nos incluya a todos y todas bajo las mismas oportunidades y condiciones. Ése es el debate que hay que dar.

-Sin embargo, el presidente Correa dijo que está en contra de que se legalice el aborto.

-Son posiciones personales. Yo insisto en que éste es un tema que hay que tratar en un debate muy profundo de la sociedad.

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