Álvaro Corbalán fue el sucesor de Manuel Contreras al frente de los servicios secretos de la dictadura chilena. Dirigió la Comisión Nacional de Información, organismo estatal que reemplazó a la DINA, la dirección de inteligencia que antes había liderado Contreras. Hoy Corbalán cumple varias condenas que suman 91 años de reclusión por crímenes ocurridos durante su gestión.
La Televisión Nacional chilena reveló en un reportaje que en marzo, en el marco de un allanamiento de rutina, fueron incautados una laptop, dos módems portátiles para conectarse a internet, chips de celulares y 50 carpetas con información clasificada de la dictadura. Parte de lo que se encontró estaba escondido en una silla con doble fondo.
Con esta noticia volvieron a surgir reclamos de que se cierre la cárcel de Punta Peuco, donde Corbalán cumple sus condenas. Es un penal destinado a militares condenados por crímenes de la dictadura, y sus críticos lo consideran una cárcel “cinco estrellas”.
La presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira, se refirió a la necesidad de degradar a militares que sean condenados y retirarles los beneficios castrenses, además de cerrar esa cárcel y enviarlos a otra de máxima seguridad, según citó la emisora Radio Universidad. “Ellos [los militares detenidos] cuentan con el apoyo del Ejército y de ahí parte el pacto de silencio”, dijo, y consideró que lo ocurrido con Corbalán debe marcar un límite.
El año pasado, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto para exigirle al Ministerio de Justicia que cerrara ese penal. Sin embargo, esa iniciativa no tuvo efecto.
Poco antes de terminar su mandato en marzo de 2014, el ex presidente Sebastián Piñera cerró el penal Cordillera, que también era muy criticado por ofrecer condiciones de detención privilegiadas a los militares. Los detenidos que permanecían allí pasaron a Punta Peuco. Durante el mandato de Piñera, Corbalán protagonizó varios escándalos, porque se supo que había enviado al presidente un informe con consejos para gobernar. Entonces se le incautaron celulares, se supo que se le estaban dando permisos abusivos de salida y hasta se lo vio haciendo compras en una feria.
Aunque el material informático es lo que constituye faltas al reglamento del penal, entre lo encontrado en la celda que Corbalán ocupaba desde hacía 11 años, una de la cosas que más llamaron la atención es una de las 50 carpetas de documentos. Allí, el militar había archivado información personal (fecha de nacimiento, opiniones políticas, dirección, datos sobre su familia, etcétera) de funcionarios y autoridades del Ministerio de Justicia (entre ellos dos ex titulares de la cartera) y de la Gendarmería, la policía militarizada chilena, que está a cargo del penal. Según el militar, esta información le servía para enviar regalos para los cumpleaños.
En otras carpetas hay información útil para diversas causas que se están investigando en el país relacionadas con lo ocurrido durante la dictadura. Entre ellas, según informó Televisión Nacional de Chile, hay referencias a la “guerra bacteriológica” que realizó la dictadura dentro y fuera del país.
Como hallazgo anecdótico aparecen distintas credenciales con foto de Corbalán, pero con identidades falsas, que aparentemente usó para infiltrarse en distintas empresas y entidades del Estado en los años 70 y 80. El ex militar aseguró, en el marco de la investigación que está en curso sobre estas incautaciones, que eran “recuerdos”.
Por estos descubrimientos se le aplicó a Corbalán un mes de privación de visitas y se lo cambió de celda. Él dice que los objetos y documentos encontrados ingresaron con funcionarios del penal a los que no quiso delatar porque eso pondría en “peligro de muerte” tanto a él como a su familia.