La boleta del referéndum pedía a los griegos que dijeran Sí o No a la propuesta que presentó la troika (integrada por la Comisión Europea [CE], el Banco Central Europeo [BCE] y el Fondo Monetario Internacional [FMI] el viernes 26 de junio, pero no presentaba cuáles eran esas propuestas o qué esfuerzos implicaban para Grecia. Importaba poco cuál de todas las propuestas que ha manejado Europa en estas últimas semanas era la que se incluía en el referéndum, todas pasaban por el mismo lado: más austeridad. Ya en enero, con la elección del partido Syriza, que había prometido el fin de la austeridad, los griegos habían dado a entender que no querían seguir por ese camino, con el cual insistió, cinco meses después, la troika. Los griegos reiteraron ayer su respuesta en forma contudente y el No obtuvo 61% de los votos, cuando se habían escrutado 95%, al cierre de esta edición.
Oficialmente no hubo campaña para el referéndum, pero sí existió una intentona de ambas partes de desvirtuar el significado del resultado. Por un lado, el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, había anunciado que renunciaría si ganaba el Sí, y existían fuertes rumores y varios trascendidos de que caería todo el gobierno de Tsipras y se convocaría a elecciones. La otra campaña fue la europea: un No implicaría una salida de Grecia de la eurozona, un regreso al dracma, y la dejaría sola ante su crisis, dijeron o insinuaron diversas autoridades de la institucionalidad europea e incluso jefes de Estado de los países europeos. Se pudo ver una cizaña particular hacia Grecia por parte de España, país que también tuvo que enfrentar políticas de austeridad para cumplir con las exigencias de la troika. El presidente español, Mariano Rajoy, se congratuló, porque gracias a su gobierno, según su visión, España no atraviesa situaciones como las griegas, intentando sacar rédito electoral para los comicios de fin de año. Prácticamente, todos los diarios españoles se preguntaron en estos días cuánto dinero le debe cada griego a España (según el aporte del gobierno al fondo de la troika), mientras se multiplicaban las notas sobre lo mal que la pasaría Grecia si se producía el “Grexit” (acrónimo inventado para la salida de Grecia de la eurozona).
Es para vos
La realización del referéndum también fue un terremoto en la política interna griega. Ni bien fue convocado, Syriza llamó a votar por el No, mientras que el principal partido de la oposición, Nueva Democracia (ND), lo hizo por el Sí. El líder de ND es Antonis Samaras, el predecesor de Tsipras, y fue quien impulsó la mayor parte de las medidas de austeridad durante el pasado gobierno. Ayer, tras conocerse la contundente victoria del No, Samaras anunció su renuncia como líder de ND.
Hacia delante
Varoufakis ya dijo, en tono de broma, que el gobierno griego “perdonará” a quienes en esta última semana se fueron de tono con Grecia, en pos de retomar las negociaciones lo antes posible. El Ejecutivo de Tsipras quiere que la negociación comience en las próximas 48 horas para que Grecia pueda afrontar el pago al FMI (que lo declaró “en mora” el 1° de julio, por el impago de 1.600 millones de euros), y normalizar su situación bancaria con un acuerdo que logre “una solución duradera”.
En documentos intercambiados el miércoles, Grecia se manifestó de acuerdo con varios de los puntos propuestos por la troika, aunque con algunas puntualizaciones. En ese entonces el Eurogrupo, que reúne a los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona y ha mediado en la negociación, rechazó manejar propuestas hasta que se realizara el referéndum. Hoy Grecia podría reiterar esa posición o, envalentonado por el No del referéndum, volver a su pedido inicial: una quita de la deuda. Ésta era una posibilidad incluida en un informe que el FMI publicó el jueves sobre la actualidad financiera griega. En el documento, el FMI asegura que la situación ha empeorado desde que llegó el gobierno de Tsipras por su renuencia a aplicar medidas de ajuste a la economía, y considera que la deuda actual de Grecia es “insostenible”. Agrega que, para continuar con los objetivos del programa de rescate que la troika otorgó a Grecia en 2010 y 2012, “sería necesaria una quita de deuda correspondiente a 30% del Producto Interno Bruto”. Los próximos serán días de reuniones y negociaciones. Hoy la canciller alemana, Angela Merkel, viajará a Francia para reunirse con el presidente de ese país, François Hollande. Se espera que de esa reunión salga el primer pronunciamiento político de Europa sobre el resultado del referéndum griego, que será decisivo para la reacción de la eurozona en general y del Eurogrupo en particular. Los jefes de Estado de la eurozona se reunirán mañana, al igual que el Eurogrupo, que quizás ya ese día cuente con alguna propuesta concreta de Grecia para continuar con la negociación.
Pero el resultado del referéndum griego generará una primera reacción hoy, y la palabra no la tienen Grecia, Alemania, Francia o el FMI, sino el BCE. El Banco Central de Grecia anunció ayer que pedirá al BCE una inyección de liquidez para sostener a su banca, que durante toda la semana pasada estuvo bajo corralito. El BCE (así como varias centrales financieras del mundo) convocó a sus funcionarios de mayor jerarquía a trabajar la tarde del domingo para esperar los resultados de Grecia y evaluar alternativas, pero el consejo de gobierno de la institución se reúne recién en la tarde de hoy. Los medios europeos informaron, sin atribuirlo a fuentes, que el presidente del BCE, Mario Draghi, tiene claro que Atenas necesita esa inyección de liquidez, porque los cajeros de los bancos no están en condiciones de seguir dándole a la gente los 60 euros por día que se otorgaron durante el corralito, y mucho menos de volver a abrir. Una respuesta negativa del BCE se va a ver, indudablemente, como un castigo a los griegos por su opción democrática.