La decisión del presidente y candidato del PP, Mariano Rajoy, de no presentarse a una sesión de investidura porque no contaba con los votos necesarios en el Parlamento, y la posterior propuesta de Podemos al PSOE de formar un gobierno junto con Izquierda Unida centran los movimientos de distintos actores en la política española.
Podemos ofreció su apoyo parlamentario para que asuma un gobierno encabezado por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, a cambio de ocupar ministerios estratégicos y de que su propio líder, Pablo Iglesias, ocupe el cargo de primer vicepresidente. Ayer, Iglesias dejó claro que la puerta de la negociación está abierta a otras propuestas, mientras el PP y Ciudadanos intentan evitar que esta alianza se concrete.
“En el momento en que haya un acuerdo de gobierno se someterá a consulta con los inscriptos de Podemos”, anunció ayer Iglesias a Cadena Ser. Los estatutos de Podemos establecen que el conjunto de los militantes del partido deben ser consultados “con carácter preceptivo para todas las decisiones de relevancia”. No será la primera vez que se pronuncien sobre un acuerdo con los socialistas: ya lo hicieron después de las elecciones autonómicas de mayo, cuando avalaron alianzas en los gobiernos de Castilla-La Mancha y Extremadura.
“Tenemos propuestas que vamos a defender con firmeza, no líneas rojas”, dijo en la misma entrevista Iglesias, dando a entender que su partido está dispuesto a abrir la negociación en todos los ámbitos, siempre y cuando exista un gobierno “distinto”, en el que haya dirigentes de Podemos.
Pero la resistencia a un acuerdo con Podemos está presente en el PSOE. Varios dirigentes se han quejado en las redes sociales de la forma en que Iglesias se dirige a un partido que, consideran, debe ser tratado con más respeto. Algunas de las claves de esa percepción se pueden ver en la columna que publicó el propio Iglesias en El País de Madrid el domingo. “No confiamos en los aparatos del PSOE, pero admiramos a sus bases y a sus votantes”, escribe Iglesias, antes de atribuirse la posición de portavoz de las “bases socialistas” y asegurar que éstas “no quieren” un gobierno del PSOE con el PP y Ciudadanos, y que “simpatizan más” con Podemos que “con esas derechas”.
En su columna, al igual que en la conversación telefónica que mantuvo el domingo con Sánchez para hablar sobre la posibilidad de un acuerdo, Iglesias insta a formar un “gobierno de progreso” rápidamente. La decisión de Rajoy de no someterse a una sesión parlamentaria de investidura ahora “ha acelerado las posibilidades de que el gobierno del cambio se concrete”.
La velocidad de la negociación fue el principal punto de discrepancia entre Iglesias y Sánchez. Mañana comienza la segunda ronda de diálogo del rey Felipe VI con los partidos con representación parlamentaria, que no se sabe cuándo terminará. Si en este período Rajoy no obtiene los apoyos necesarios para formar gobierno, lo más probable es que el rey designe a Sánchez para que lo intente. El líder del PSOE dijo que hasta que no cuente con el mandato del rey quiere “dialogar”, pero no “negociar”.
Para empezar a hablar
Seguramente ese freno que aplicó Sánchez a la negociación es tanto para Podemos como para la interna del PSOE, en la que varios “barones”, líderes regionales, se oponen al acuerdo y han manifestado su preferencia por pactar con Ciudadanos, como ya hicieron los socialistas en Andalucía. Ese pacto permitió al PSOE andaluz asumir el gobierno y aprobar el presupuesto, pero no supuso un Ejecutivo de coalición.
Los límites que enfrenta Sánchez no se deben sólo a la voluntad de los barones, sino también a que el Comité Federal del PSOE le abrió la puerta a negociar con todos los partidos, excepto con aquéllos que defendieran la independencia o el derecho de autodeterminación. Justamente, Iglesias prometió a los catalanes que si él era presidente se convocaría un referéndum independentista, y éste es uno de los puntos críticos para la negociación entre ambos partidos.
Para el sábado está previsto un nuevo Comité Federal del PSOE, en el que se tratará la propuesta de Podemos. Mientras Sánchez se ha mostrado prudente ante esta iniciativa, el secretario de Organización del PSOE, César Luena, ha utilizado otros términos. “Pablo Sánchez no va a ser presidente a cualquier precio”, dijo en conferencia de prensa. “No nos gustan los teatrillos ni los numeritos, y algunos están en eso, además de pensar sólo en los intereses de sus partidos”, dijo, antes de agregar que “las formas son tan importantes como el fondo”.
En el encuentro del sábado, Sánchez buscará convencer a los barones del PSOE de que las negociaciones con Podemos son viables y de que no violentará los límites establecidos por el acuerdo del pasado Comité Federal.
En todo caso, ayer Luena confirmó que cualquier acuerdo para formar gobierno que alcance Sánchez con Iglesias deberá ser respaldado en una nueva convocatoria al Comité Federal, integrado por la dirección del PSOE y los presidentes del partido en las comunidades autónomas. Según el diario español El Mundo, seis de los siete presidentes autonómicos que tiene el PSOE desconfían de Sánchez y de la posibilidad de que alcance un acuerdo satisfactorio con Podemos. Incluso algunos proponen que en la reunión del sábado se aprueben nuevas condiciones para impedirle llevar adelante cualquier negociación con Iglesias.
Con ruido
Ciudadanos y el PP también se hacen sentir, pese a que quedaron por fuera de estas negociaciones. Ambos partidos han instado públicamente al PSOE y a Sánchez a retomar las conversaciones para formar gobierno con el PP y no con Podemos, recurriendo sobre todo al argumento de que la economía no puede quedar bajo la dirección de Podemos.
Casi todos los dirigentes del PP, excepto Rajoy, se han referido a la propuesta que le hizo Podemos al PSOE y se han ocupado de encender aun más la interna socialista. Uno de ellos, el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez Maíllo, aseguró que Sánchez “ha perdido los papeles en este proceso” y está “arrodillado delante de Iglesias con tal de ser presidente”. Los dirigentes del PSOE están “alarmados, abochornados y humillados” por la actuación de su secretario general, dijo Martínez Maíllo, antes de pedirle al Comité Federal del PSOE que “mande a pasear” a Iglesias con sus propuestas.
Los medios españoles cuentan que Rajoy ha enviado mensajes tranquilizadores dentro del PP, porque está convencido de que el Comité Federal del sábado va a impedir las negociaciones o que éstas no van a llegar a buen puerto, lo que dejaría arrinconado al PSOE en una situación en la cual o acepta formar gobierno con el PP o se convoca a nuevas elecciones.