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Pedro Sánchez del Partido Socialista Español, después de una conferencia de prensa en la sede del partido en Madrid, el 1 de octubre. Foto: Javier Soriano, AFP

El PSOE quedó en manos de una comisión interina luego de la renuncia de Pedro Sánchez

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Pedro Sánchez dimitió como secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Decidió renunciar el sábado, al perder la votación en la que esperaba que se aprobara un congreso extraordinario y unas elecciones primarias para elegir al líder del partido antes de lo previsto, sin esperar a que se formara un gobierno en España. La dirección del PSOE fue asumida por una comisión gestora o interina cuyo mandato se extenderá hasta el congreso, que todavía no tiene fecha.

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“Como avisé [que haría] si perdía la votación, anuncio mi dimisión como secretario general”, dijo Sánchez el sábado de noche, casi al cierre de un comité federal que duró 12 horas y estuvo caracterizado por intensos debates, intercambios de insultos, gritos y lágrimas. Unos minutos antes, la mayoría de los miembros del comité federal del PSOE -132 de los 239 presentes- habían votado contra la aprobación de un congreso extraordinario y unas primarias para renovar el liderazgo partidario, como planteaba el dirigente.

Esa propuesta también incluía la consulta a las bases sobre qué estrategia adoptar para la formación de un gobierno en España: si facilitar la investidura del presidente español en funciones, Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), o directamente convocar a nuevas elecciones. “Sigo creyendo que debe ser la militancia la que decida esas cuestiones, tiempo hay”, dijo Sánchez antes de abandonar la sala. “Hoy más que nunca, hay que estar orgulloso de militar en el PSOE”, agregó.

Con Sánchez afuera y sin perder más tiempo, el comité federal pasó a la siguiente etapa: la composición de una comisión gestora que encabezará el partido de manera interina hasta que se elija al nuevo secretario general en un congreso. Esta comisión está presidida por el líder del PSOE en Asturias, Javier Fernández, y la integran nueve personas más, en su mayoría pertenecientes al sector crítico del partido que quería a Sánchez fuera de la dirección. Este órgano, que hoy se reúne en Madrid por primera vez, tendrá como principales desafíos intentar unir al PSOE y definir si facilita o no la investidura de Rajoy.

Esta última cuestión tendrá que ser definida antes del lunes 31, cuando vence el plazo marcado por la Constitución para formar gobierno en España. La decisión corresponde a la comisión gestora pero tiene que ser ratificada por el comité federal.

Aunque el No a Rajoy se convirtió en una especie de lema para Sánchez y para quienes lo respaldan, también muchos críticos del dirigente socialista están convencidos de que facilitar un gobierno del PP con una abstención podría provocar el rechazo irreversible de las bases.

La comisión gestora también deberá esforzarse por normalizar la relación con las comunidades autónomas, que están divididas en dos por el enfrentamiento entre Sánchez y los dirigentes territoriales críticos, liderados por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Además, deberá restaurar la confianza entre los militantes divididos -ellos también- entre quienes se oponen a facilitar la investidura de Rajoy para otro mandato y quienes creen que el PSOE debería abstenerse para desbloquear la conformación de un gobierno.

Todavía es muy pronto para decir que el episodio del sábado terminó con la carrera política de Sánchez, quien asumió al frente del PSOE hace un poco más de dos años. Podría tener una vuelta triunfal si se anima a competir en las próximas primarias del partido, confiando en el apoyo que recibe de un sector de la militancia socialista. Esta es la militancia que el sábado se reunió en las puertas de la sede del PSOE con carteles en los que calificaban a Díaz y a sus secuaces de “golpistas”.

Líderes de otros partidos reaccionaron a la dimisión de Sánchez. “Se imponen en el PSOE los partidarios de dar el gobierno al PP. Frente al gobierno de la corrupción, nosotros seguiremos con y por la gente”, dijo el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en Twitter. Su número dos, Íñigo Errejón, lanzó un mensaje en la misma línea: “Preocupación por el posible repliegue conservador y las posibilidades de que se mantenga el gobierno corrupto e ineficaz del PP”.

En tanto, en un artículo publicado ayer en eldiario.es, el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, dijo que “finalmente” el “motín oligárquico” del PSOE “tuvo éxito”. Según Garzón, al sector crítico le “molesta y preocupa” que “la izquierda pueda tener influencia en las decisiones políticas y económicas de España”, en referencia a una posible alternativa de gobierno formada por el PSOE y la coalición Unidos Podemos. Por otro lado, Garzón dijo que “las crisis también son oportunidades” y que es el momento de que Unidos Podemos emprenda la tarea de “aglutinar a la clase trabajadora en un proyecto político de izquierdas”.

En el sentido opuesto, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, dijo que “nadie está por delante de España” y consideró que “los españoles no tienen más tiempo ni merecen más bloqueo”. El PP de Rajoy no evaluó públicamente lo ocurrido en el PSOE.

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