Trump y Sanders no sólo llegan a New Hampshire liderando las encuestas, sino que lo hacen con gran ventaja, en una instancia en la que se llevarán a cabo votaciones abiertas en ambos partidos. Dentro del Partido Republicano, el empresario tiene 31% de la intención de voto, seguido por Marco Rubio, con 16%, y Cruz, con 13%; mientras que en el Partido Demócrata, el senador de Vermont cuenta con 55%, frente al 40% de Clinton.
Para Trump la presión es grande, ya que desde 1970 ningún republicano se convirtió en candidato sin antes triunfar en Iowa o New Hampshire, y él ya perdió en Iowa. La votación de hoy también es especial para los demócratas: en el caso de Clinton, porque ganó en este estado en 2008, cuando competía con un Barack Obama que había ganado en Iowa, y para Sanders, porque Nueva Inglaterra es su hogar actual y el lugar donde desarrolló su carrera política.
Entre las primarias en Iowa y New Hampshire se fijaron dos debates en los que los precandidatos podían lucir sus planes de gobierno y atraer votos. Lo que hicieron, sin embargo, fue intercambiar ataques y repetir casi automáticamente las promesas que mantienen desde que empezó la campaña.
Viejas rencillas
El debate demócrata tuvo lugar el jueves y enfrentó a Clinton y a Sanders luego de que el tercer precandidato en carrera, Martin O’Malley, se retirara. Este mano a mano se centró más en desestabilizar al rival -y competir por cuál es el más “progresista”- que en ahondar en propuestas concretas. “Quiero construir sobre el progreso que ya hemos alcanzado. Creo en la universidad asequible, pero no en la gratuita. Los números no cuadran para lo que propone el senador Sanders, y los expertos coinciden en que sus propuestas no son factibles”, dijo Clinton en su primera intervención. Además, defendió la continuidad de la reforma sanitaria impulsada por Obama, frente a la propuesta de Sanders de sanidad gratuita universal, que percibe como “volver a empezar de cero con algo que no se sabe si funcionará”. También puso en cuestión el “progresismo” que se le atribuye al senador, quien se autodenomina socialista: “¿Quién es la izquierda en el Partido Demócrata? Según la visión de Sanders, ni Obama ni el vicepresidente Joe Biden son progresistas en base a las ideas que éstos defienden”, lanzó.
Sanders replicó que “se niega a creer” que Estados Unidos no puede tener un sistema de salud gratuito como el de otros países, donde ésta es “un derecho” y se gasta “mucho menos por cabeza”. El senador arremetió contra Clinton por depender de las grandes empresas y de Wall Street para financiar su campaña: “Estoy muy orgulloso de ser el único candidato aquí arriba que no tiene un SuperPAC [así se denomina a los comités de acción política que recaudan fondos para los candidatos]; esto es lo que se necesita para la revolución política”, dijo Sanders al respecto. También cuestionó la frase que Clinton pronunció en Iowa (“soy una progresista que logra que las cosas se hagan”) haciendo alusión a las propuestas “quiméricas” de Sanders: “No sólo hay que hablar por hablar, además hay que recorrer el camino”, señaló.
En uno de los momentos más tensos de la noche, el senador dijo que Clinton “representa al establish- ment”, mientras que él está del lado de “los ciudadanos estadounidenses comunes”. La respuesta de Clinton fue más dura: “Gente que ha trabajado conmigo y con Sanders termina apoyándome porque sabe que yo puedo lograr cosas”, expresó.
Nuevos protagonismos
Los republicanos debatieron el sábado, ya en New Hampshire, y dejaron bien planteadas sus posturas en temas como inmigración, política exterior y aborto, aunque predominaron los ataques personales, sobre todo a Rubio, el “ganador moral” de Iowa -quedó en tercer lugar, muy cerca del segundo- que viene detrás de Trump en las encuestas para hoy.
El primer ataque lo lanzó el precandidato y gobernador de New Jersey, Chris Christie, quien fue la revelación de la noche. Christie acusó a Rubio de ofrecer “respuestas enlatadas” para casi todo y de ausentarse con demasiada frecuencia de las sesiones del Senado. “Eso no es liderazgo. Es ausentismo escolar”, aseguró. “Me gusta Marco, es inteligente y buen tipo, pero sencillamente no tiene experiencia para ser presidente de Estados Unidos”, agregó. Rubio le respondió con una frase que repetiría un par de veces más en la noche: “Acabemos con la ficción de que no sabe lo que hace, sí lo sabe”, dijo, refiriéndose a sí mismo en tercera persona antes de agregar que si ganara las elecciones adoptaría medidas “como los estímulos económicos, la reforma financiera o el programa sanitario”. Christie disparó: “Ser presidente no es memorizar un discurso de 25 segundos”. Jeb Bush, que hace meses está bajando en las encuestas y quedó en el sexto lugar en Iowa, dijo por su parte que Rubio “es un político aventajado, y quizá tenga las habilidades para ser presidente de Estados Unidos”, pero que lo mismo pensaron de Obama y “obtuvieron” a alguien “que quiere dividir al país”.
Cruz, que ganó en Iowa, mantuvo un perfil bajo y evitó enfrentamientos directos con sus rivales, principalmente con Trump. Entre las pocas cosas que dijo, explicó que si fuera presidente construiría el muro en la frontera con México, triplicaría la presencia de agentes fronterizos e implementaría un mecanismo para evitar que personas indocumentadas puedan ser contratadas para trabajar.
Trump intentó moderarse más que otras veces, pero llamó “estúpidos” a los que gobiernan su país y se ganó los abucheos de la noche cuando mandó a callar a Bush haciéndole la seña de “silencio”.
Viejas prácticas
Donald Trump dijo el domingo a la cadena ABC que si gana la presidencia de Estados Unidos va a restablecer el método de tortura conocido como submarino -prohibido en 2009 por Obama- y otras tácticas “mucho peores” para combatir la amenaza del terrorismo, especialmente del grupo jihadista Estado Islámico. El empresario ya había mencionado esta idea el día anterior, durante el debate republicano.