El primer ministro japonés, Shinzo Abe, dijo ayer en conferencia de prensa que su gobierno introducirá nuevas medidas de estímulo económico en mayo. Anunció que este plan apuntará a impulsar el consumo y la inversión en infraestructuras. No dio demasiados detalles sobre el paquete de medidas, cuyo anuncio llegó justo antes de la celebración en Japón de la cumbre de los países del G7, del 26 al 27 de mayo.
Entre las políticas que detalló se destaca la emisión de vales de compras y ayudas en efectivo para el cuidado de los hijos pequeños y un aumento salarial adicional para los trabajadores de las guarderías. Se especula con que el nuevo plan incluirá recursos dirigidos al desarrollo de infraestructura, incluyendo la construcción y reparación de carreteras y puentes, así como un desarrollo de puertos para recibir cruceros.
Acerca de la posibilidad de que su gobierno posponga el aumento del IVA (algo que ya había hecho en 2014, cuando se preveía el aumento de 8% a 10% para 2015) y que se programa para 2017, Abe señaló: “Subiré la tasa como lo planeamos, a menos que Japón enfrente una situación seria, como una crisis financiera global”.
A pesar de estas declaraciones, Abe evaluó los pros y los contras de aumentar el tributo al consumo de 8% a 10%. Durante las últimas semanas, el debate económico en Japón se situó en torno a la conveniencia de subir el IVA con el objetivo de recomponer las finanzas públicas o posponer ese aumento para evitar una caída del nivel de actividad. Tanto Koichi Hamada, principal consejero económico del primer ministro, como los popes estadounidenses Paul Krugman y Joseph Stiglitz habían manifestado que aumentar el IVA en 2017 podría afectar el consumo, que es el principal pilar de la economía japonesa. “Si el gobierno decide incrementar este impuesto en contra de las expectativas generales, tendrá un impacto negativo en los mercados, al menos a corto plazo”, explicaba Hamada en un programa de la televisión japonesa, que aseguraba que los bancos y el sistema financiero en general ya daban por hecho que esta suba del IVA se retrasaría.
Hamada, profesor de la Universidad de Yale, se ha enfrentado abiertamente a los representantes del Ministerio de Finanzas japonés que defienden la idea de que no implementar la suba acarrearía una rebaja en la calificación crediticia de los bonos del país, ya que el déficit seguiría creciendo y la necesidad de recurrir al endeudamiento llevaría la relación deuda-PIB a niveles insostenibles.
En las últimas semanas, tanto Krugman como Stiglitz recomendaron en foros convocados por el gobierno japonés evitar el aumento del tributo y, en su lugar, decidir un plan de estímulos fiscales para contrarrestar el enlentecimiento de la economía global. Los últimos datos de la tercera economía mundial indican que esta se contrajo 1,1% interanual entre octubre y diciembre, aunque la cifra es menor que la que se había estimado inicialmente en el cuarto trimestre de 2015.