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Manifestantes del movimiento Nuit Debout, en el monumento de la Plaza de la República, ayer, en París. / Foto: Joel Saget, AFP

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Una multitud volvió a manifestar en Francia contra la reforma laboral.

Sindicatos y estudiantes universitarios y liceales se movilizaron ayer en varias ciudades de Francia contra la reforma laboral del presidente François Hollande, que el Parlamento tiene previsto votar antes de junio. El objetivo, según la convocatoria, era demostrar que no están conformes con las modificaciones del texto que el gobierno hizo en las últimas semanas y aumentar la presión antes del miércoles, día en que empieza el debate parlamentario.

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La convocatoria fue lanzada por siete sindicatos franceses con la consigna de frenar el avance de una reforma que consideran favorable a los empresarios y empleadores y “factor de precariedad” para los trabajadores, en especial los jóvenes. Se trató de la cuarta movilización que convocan las organizaciones sindicales y estudiantiles en menos de dos meses -la primera tuvo lugar el 9 de marzo-, en un movimiento al que llamaron Nuit Debout (Noche de pie). Aunque las protestas comenzaron de forma pacífica, en algunas ciudades -como París, Nantes y Rennes- hubo enfrentamientos violentos entre los manifestantes y la Policía, que en algunos casos terminaron con detenciones.

En Rennes fue reprimido con gases lacrimógenos un grupo de jóvenes que trató de entrar a un barrio que no formaba parte de la movilización y que estaba bloqueado por la Policía. En Nantes hubo una situación similar cuando la Policía bloqueó una de las calles que daban acceso al centro de la ciudad con un camión lanzaagua. Un grupo de manifestantes lanzó piedras y otros objetos contra la barricada policial, que también respondió con gases lacrimógenos. En París, decenas de jóvenes quemaron neumáticos en el municipio de Gennevilliers para tratar de bloquear el puerto fluvial más grande de la capital, según informó la Policía. Después intentaron bloquear la estación de ómnibus de Saint-Denis pero fueron reprimidos.

Las fotos que publica el diario francés Le Monde muestran contenedores de basura incendiados, vidrios de comercios rotos y autos prendidos fuego. El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, dijo a la prensa que 24 policías resultaron heridos en los enfrentamientos, tres de ellos de forma “muy grave”, y aseguró que hubo 124 detenciones en todo el país, que elevan a 382 el número de arrestos desde el inicio de las protestas. El primer ministro francés, Manuel Valls, condenó ayer la violencia y advirtió que los responsables deberán “rendir cuentas ante la Justicia”. Finalizó su mensaje, publicado en Twitter, reafirmando su “apoyo a los policías”.

Las movilizaciones afectaron también al transporte y otros servicios públicos. 20% de los vuelos fueron anulados en el aeropuerto parisino de Orly y varios sufrieron retrasos en el Charles de Gaulle. Los problemas en las líneas de tren y metro fueron “muy limitados”, según informó la agencia de noticias Efe.

De acuerdo con la Policía francesa, ayer salieron a la calle más de 170.000 personas en una veintena de ciudades. Para la Confederación General del Trabajo (CGT), uno de los sindicatos más grandes del país, fueron más de 500.000. Sólo en París, se movilizaron de 14.000 a 15.000 personas, de acuerdo con la Policía, y 60.000 según la CGT.

No se negocia

La próxima protesta está convocada para el domingo: los sindicatos y las organizaciones de estudiantes dedicarán el acto del Día de los Trabajadores a movilizarse en rechazo al proyecto de ley de reforma laboral, que el miércoles ingresa al Parlamento para ser debatido.

“Somos partidarios de una reforma que esté a favor de los trabajadores, no de las empresas”, dijo ayer a la prensa Reynald Kubecki, integrante de la CGT, e insistió en la revocación del proyecto actual. Desde que comenzó la protesta masiva contra la “ley El Khombri” -denominada así por el apellido de la ministra de Trabajo, Myriam El Khombri, responsable del proyecto-, el gobierno introdujo modificaciones, sobre todo en las cuestiones más controvertidas, como la indemnización por despido o las horas de descanso. Una de las mayores críticas que recibe el proyecto es que privilegia la negociación individual y debilita los convenios colectivos.

En todo caso, los sindicatos creen que el texto no es modificable, ya que es el espíritu de la ley lo que está en cuestión. Por eso no aceptan los cambios y exigen que el gobierno la retire. “Que cada uno asuma sus responsabilidades. En primer lugar el gobierno, retirando el texto, pero también los diputados, rechazándolo”, reclamó ayer el secretario general de la CGT, Philippe Martinez.

El gobierno del Partido Socialista, liderado por Hollande, considera que esta reforma de ley tiene como objetivo dar mayor flexibilidad a las empresas, en particular en cuanto a la organización del tiempo de trabajo, y aclarar las reglas de despidos.

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