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Los servicios de inteligencia afganos confirmaron ayer la muerte del líder del Talibán en un ataque aéreo de Estados Unidos en una zona paquistaní fronteriza con Afganistán. “Akhtar Mansour, que estaba bajo vigilancia desde hace tiempo, viajaba ayer [el sábado] con sus compañeros en un vehículo en la zona de Dalbandin, donde fue alcanzado y abatido”, informó el Directorio de Seguridad Nacional de Afganistán.

El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, confirmó ayer en una conferencia de prensa que Mansour era el objetivo del ataque, que fue lanzado desde drones. Kerry dijo que el líder de ese movimiento islamista era “un obstáculo para la paz y la reconciliación entre el gobierno de Afganistán y los talibanes” y aseguró que estaba activamente implicado en el planeamiento de ataques que amenazaban a las fuerzas de Estados Unidos, Afganistán y “otros aliados”.

Pakistán, por su parte, dijo en un comunicado de la cancillería que el bombardeo de Estados Unidos en su territorio es “una violación de su soberanía”, y cuestionó a las autoridades estadounidenses por haber informado del ataque al primer ministro pakistaní, Nawaz Sharif, y al jefe del Ejército, Raheel Sharif, cuando ya se había ejecutado.

Se supo que el mulá Mansour se convirtió en líder del Talibán hace diez meses, cuando el gobierno afgano confirmó que el fundador y líder histórico de este grupo, el mulá Omar, había fallecido en 2013 por “causas naturales”. Su designación como nuevo líder produjo fracturas internas e incluso llevó a un enfrentamiento militar entre sus seguidores y los liderados por el mulá Rasul. La muerte de Mansour y la necesidad de buscar a su sucesor podría agudizar estas diferencias. Todo indica que Sirajuddin Haqqani, que fue designado como número dos después de que Mansour asumió el control, podría ser el elegido.

Lo que todavía no es seguro es cómo impactará la caída de Mansour en las negociaciones de paz que llevan adelante el gobierno de Afganistán y el Talibán. Por lo pronto, Haqqani rechaza el desarrollo de las conversaciones, y si inicia su liderazgo podría estancarlas. Por su parte, Estados Unidos considera que el grupo insurgente de Haqqani es el más violento. A su facción se le atribuyen los ataques suicidas en Afganistán, entre ellos el del mes pasado en Kabul, que causó 64 muertes.

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