La candidata a la presidencia de Estados Unidos Hillary Clinton hizo campaña por primera vez con la senadora Elizabeth Warren, una de las voces más representativas del ala progresista del Partido Demócrata. “Hillary tiene cerebro, agallas, resistencia a los ataques y una mano firme, pero sobre todo, tiene un buen corazón, y eso es lo que necesita Estados Unidos. Por eso estoy con ella”, dijo Warren el lunes, en un acto conjunto en Ohio. “Hillary será la próxima presidenta de Estados Unidos porque sabe cómo ganarle a un matón vulnerable que actúa guiado por la codicia y el odio”, agregó la senadora de Massachusetts, haciendo alusión al rival republicano de Clinton, Donald Trump.
La ex secretaria de Estado, por su parte, dijo que “juntas”, con Warren, quieren lograr que el país tenga “una economía que funcione para todos, no sólo para los que están más arriba”. En un discurso que dirigió a “la frustración, el miedo, la ansiedad y, sí, la ira” por una economía en la que “los más ricos prosperaron, mientras que los salarios de la clase media permanecieron estancados”, la candidata presidencial prometió fortalecer los sindicatos, aumentar el salario mínimo y hacer que la universidad sea accesible, cuestiones que Warren defendió en el Senado en los últimos años.
Warren pertenece al sector progresista del Partido Demócrata que también integra Bernie Sanders, el rival de Clinton en las primarias y con quien la senadora comparte batallas, como la que cuestiona los abusos de Wall Street. En los últimos meses, su nombre resonó en los medios por los ataques directos a Trump y, sobre todo, por la posibilidad de que sea ella quien acompañe en noviembre a la candidata demócrata en la papeleta.
Con un Sanders que aún no está listo para hacer campaña por quien fue su principal rival -si bien anunció la semana pasada que votaría por ella para derrotar a Trump-, la unión de Clinton con Warren podría ayudarla a conquistar a los millones de votantes que se identifican con el mensaje de Sanders. El partido considera, sin embargo, que presentar una dupla femenina en las elecciones es una decisión demasiado audaz. Además, quedaría un asiento libre en el Senado que podrían recuperar los republicanos. Por eso, la mirada también está puesta en otros dos demócratas que integran la lista de posibles vicepresidentes de Clinton: el senador de Virginia Tim Kaine, conocido por su simpatía con la comunidad hispana, y el secretario de Vivienda de Estados Unidos, Julián Castro, de origen mexicano. El razonamiento es que, en realidad, la mayoría de las votantes mujeres ya eligen a Clinton sin importar quién será su número dos.
Las últimas encuestas de intención de voto, publicadas el domingo, muestran que Clinton amplió su ventaja sobre Trump. En el sondeo de la cadena ABC y el diario The Washington Post, Clinton cuenta con 51% de respaldo frente a 39% del empresario. El otro, realizado por la cadena NBC y The Wall Street Journal, ofrece una ventaja menor para la ex secretaria de Estado, de 46% frente a 41% de Trump.