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Cárcel estadounidense de Guantánamo, Cuba. Foto: Mladen Antonov, Afp (archivo, abril de 2014)

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Estados Unidos dispuso el mayor traslado de presos de Guantánamo desde que asumió Obama.

El gobierno estadounidense envió a 15 presos de la cárcel de Guantánamo a Emiratos Árabes. Es el mayor traslado de detenidos en esa base militar dispuesto desde el día en que Barack Obama asumió la presidencia y prometió cerrar el penal ubicado en Cuba. Desde entonces, el Congreso, de mayoría opositora, no dejó de imponer trabas y, a pesar de los últimos traslados, en la cárcel todavía quedan 61 presos. Obama, que termina su mandato en enero, tiene cinco meses para completar el plan.

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El Pentágono anunció el lunes el traslado de 12 presos yemeníes y tres afganos a Emiratos Árabes, país al que Estados Unidos agradeció por “su gesto humanitario y su disposición a apoyar los esfuerzos en curso por cerrar el centro de detención de Guantánamo”. En realidad, el plan que hace ocho años quería poner en marcha Obama para cerrar este penal consistía en enviar a los presos a cárceles de máxima seguridad en suelo estadounidense, pero el Congreso bloqueó todos sus intentos, por lo que el gobierno decidió trasladarlos a otros países.

El traspaso de esta semana reduce a 61 el número de detenidos en la prisión de Guantánamo, que fue abierta por el ex presidente republicano George W Bush en 2002, después de los atentados del 11 de setiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, para encerrar a sospechosos de terrorismo. En ese momento, la cárcel albergaba a casi 800 presos que, en su mayoría, no fueron acusados de ningún delito. Cuando asumió Obama, quedaban 242. De los 61 presos actuales, alrededor de 20 fueron autorizados a salir, pero todavía esperan a que un tercer país acepte recibirlos bajo un régimen inicial de “libertad vigilada”.

Los demás son los presos que se consideran “más peligrosos” y que constituyen uno de los mayores obstáculos para el actual gobierno en su intento por cerrar el penal. Las reiteradas veces que Obama propuso cambiar la ley para poder enviarlos a cárceles estadounidenses, el Congreso se opuso tajantemente y alegó que sería peligroso que estuvieran en suelo de su país. El mandatario no descartó aprobar por decreto el cierre de Guantánamo, una medida que los opositores califican de “ilegal”.

El anuncio del lunes generó múltiples reacciones. Lee Wolosky, el enviado especial del Departamento de Estado para el cierre de Guantánamo, dijo que “la continuidad del centro de detención” debilita la seguridad nacional de Estados Unidos, “vaciando recursos, dañando la relación del país con aliados y socios, y alentando a extremistas violentos”. Por el otro bando habló el legislador republicano Ed Royce, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes: “En su carrera para cerrar Guantánamo, la administración de Obama duplica las políticas que ponen en riesgo vidas estadounidenses”.

El cierre de Guantánamo también se metió en la campaña electoral de Estados Unidos. El lunes, horas antes del anuncio del Pentágono, el candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, prometió que mantendrá abierto el penal en caso de llegar a la Casa Blanca.

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