Todavía faltan más de 20 meses para las elecciones presidenciales en México, pero los partidos políticos ya debaten cómo enfrentar la campaña. En esa discusión, la clave está en la elección del candidato o la candidata. La lista de confirmados aún no está completa, pero las encuestas ya revelan los nombres de quienes cuentan con más apoyo de la ciudadanía y, por lo tanto, tienen más posibilidades de avanzar.
El PRI, cuya popularidad viene en picada por los escándalos de corrupción que enfrenta y por los problemas de violencia en el país, tiene confirmada una candidatura, la de la diputada Ivonne Ortega. Pero las encuestas, en realidad, posicionan a Ortega en el último lugar, con apenas 2% de intención de voto. El favorito entre los posibles aspirantes del PRI es el secretario de Gobernación de México [equivalente a un Ministerio del Interior], Miguel Ángel Osorio Chong, que todavía no se postuló oficialmente pero recoge más de 50% de los apoyos.
En el caso del PAN, principal partido de oposición, la única candidata confirmada es la ex primera dama Margarita Zavala, que anunció su intención de postularse a la presidencia hace un año y, desde entonces, viaja por el país difundiendo su propuesta. El izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), en tanto, tiene como candidato confirmado al actual gobernador de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, aunque hace unas semanas este dirigente advirtió que podría lanzarse como independiente. Andrés Manuel López Obrador vuelve a postularse, ahora por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), un partido que en estas elecciones podría desplazar al PRD como primera fuerza de izquierda.
Una encuesta publicada el mes pasado por el diario mexicano Reforma muestra que el PAN encabeza las preferencias con 27% de los votos, frente al 22% del PRI. Morena aparece en el tercer puesto, con 18% de apoyo, y el PRD apenas alcanza el 6%. El estudio también muestra que entre los candidatos o posibles candidatos el más conocido es López Obrador, aunque todavía no logra transformar esa ventaja en votos. En el ámbito nacional, la candidata favorita es Zavala, seguida por Osorio Chong y López Obrador. Si Osorio Chong no se postulara, el candidato de Morena sería el segundo. Pero las elecciones están previstas para el 3 de junio de 2018 y es muy probable que las tendencias varíen hasta ese día.
Así las cosas, la señal de alarma va especialmente dirigida al PRI y al PRD. Al PRI, porque aparece debilitado después de haber perdido siete de las 12 gobernaturas disputadas en las últimas elecciones, que fueron a parar directamente al PAN. En este descenso tiene mucho que ver la pérdida de popularidad del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. En el último año el respaldo al gobernante cayó de manera rotunda: según la encuesta de Reforma sólo dos de cada diez ciudadanos aprueban su gestión. La semana pasada, cuando parecía que nada podía hundirlo más que su propia inoperancia para manejar algunos problemas sobre seguridad y corrupción, decidió recibir en la sede de gobierno al candidato presidencial estadounidense Donald Trump, la persona que más humilló e insultó a los mexicanos en los últimos meses.
En el encuentro, el presidente mexicano no cuestionó la actitud despectiva de Trump hacia los mexicanos durante toda su campaña y decepcionó tanto a la oposición como a varios dirigentes de su propio partido, que ya no se sienten representados por el gobernante. La reunión cayó tan mal que la rival demócrata de Trump, Hillary Clinton, rechazó la invitación que también ella recibió del presidente de México. El índice de popularidad de Peña Nieto, el día después de reunirse con Trump, se situaba en 23%, la peor valoración a un presidente en la historia del país, desde que se realiza esta medición.
Pero el desgaste del partido de gobierno no se le puede atribuir sólo a Peña Nieto. Los analistas mexicanos y los líderes opositores coinciden en que el PRI está sufriendo un deterioro en su popularidad por los casos de corrupción destapados en los estados de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, que afectaron mucho su imagen, y por la inseguridad pública que golpea al país.
También en el caso del PRD la pérdida de apoyo está vinculada a escándalos de corrupción. El caso que más afectó la imagen del partido de izquierda fue el de José Luis Abarca, que era alcalde de Iguala, electo por el PRD, cuando desaparecieron los 43 estudiantes de Ayotzinapa, en 2014. Abarca fue acusado por la desaparición y el homicidio de los estudiantes, una denuncia que lo llevó a la expulsión del partido. Antes, el dirigente ya se había enfrentado a la Justicia por dos casos de asesinato y secuestro que todavía no fueron aclarados.
Los votos que perdió el PRD los ganó la formación de su antiguo líder, López Obrador, que erigió su imagen declarándose contra una “mafia del poder” en la que también incluyó a su viejo partido.
La número uno
Las encuestas sitúan a Margarita Zavala como la preferida de los mexicanos para ocupar la presidencia del país. Esto tal vez sea fruto de un trabajo que desarrolla desde hace más de un año. Zavala lanzó su campaña en junio de 2015, mediante un video en el que se presentó como la candidata “anti-establishment” que pretende romper con la manera en que hacen política los partidos tradicionales y conquistar tanto a los votantes del PAN como a quienes apoyan a otros partidos.
Zavala es la esposa del ex presidente Felipe Calderón (2006-2012), pero en su currículum tiene más que el ítem “primera dama”. La candidata del PAN es abogada, consejera nacional de su partido desde hace más de 20 años, fue diputada y ocupó el puesto de subcoordinadora de Política Social de la bancada del PAN. En este partido también se desempeñó como directora jurídica del Comité Ejecutivo Nacional y fue secretaria nacional de Promoción Política de la Mujer. Ya como primera dama, trabajó brindando apoyo a familias de escasos recursos, ayudó a personas afectadas por desastres naturales y contribuyó en cuestiones vinculadas a la igualdad de género y la protección de niñas y niños inmigrantes.
Hace tres meses, en una entrevista que brindó al diario chileno El Mercurio, Zavala dijo que quiere ser presidenta para “barrer la impunidad, que es precisamente la causa de la corrupción rampante que hay en todos lados”. A la vez, aseguró que si el PAN se mantiene unido, “sigue haciendo las cosas bien”, “cumpliendo” y “en contacto con la gente”, en junio de 2018 “va a recuperar la presidencia”. Por el momento, es la única del partido que dio el paso al frente.
La pulseada de la izquierda
Aunque es la tercera vez que López Obrador se presenta a elecciones presidenciales, es la primera que lo hace como candidato de Morena, el partido que fundó hace cuatro años, cuando decidió abandonar el PRD. “La tercera es la vencida”, dijo hace dos semanas, en una gira por el estado de Oaxaca en la que reconoció que ya se está preparando para pelear por la presidencia del país. El mensaje de su campaña electoral va dirigido contra la “mafia del poder” que, según sostiene, incluye al PRI, a las cúpulas empresariales e incluso al PRD. Por ese partido se presentó a las elecciones de 2012. Cuando perdió con Peña Nieto, López Obrador denunció el proceso por fraudulento. “Aunque nos sigan atacando y nos acusen de malos perdedores, de locos, de mesiánicos, de necios, enfermos de poder y otras lindezas, preferimos esos insultos a convalidar o formar parte de un régimen injusto, corrupto y de complicidades que está destruyendo a México”, dijo después de que se anunciaran los resultados. En ese momento, prometió volver.
Mucho más abajo en las encuestas aparece la otra opción de izquierda: Miguel Ángel Mancera, el actual gobernador de Ciudad de México, que anunció su intención de competir por la presidencia pero sin definir si lo hará por el PRD o como candidato independiente, ya que no está afiliado a ningún partido. El fin de semana le preguntaron si pactaría con otras organizaciones políticas para llegar al poder, y Mancera descartó aliarse con el PAN y con Morena, aunque reconoció que se puede construir un “polo progresista” integrado por el PRD, el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, por ejemplo.
Mancera es abogado y académico, y en 2008 llegó a ocupar el cargo de procurador general de Justicia de Ciudad de México. De acuerdo con su informe de gestión, mientras fue procurador se redujo 12% la delincuencia en Ciudad de México, que descendió del tercer lugar nacional en número de secuestros al número 20, y se desarticularon 179 bandas delictivas.
Favorito sin confirmar
Osorio Chong, el equivalente a ministro del Interior de México, viene arrasando en las encuestas de intención de voto y ni siquiera se postuló. El dirigente del PRI, que inició su carrera política hace 25 años, es licenciado en Derecho y fue diputado nacional.
En 2005 fue elegido gobernador de Hidalgo y lideró una administración que se ocupó de construir tres instituciones de educación superior, 13 centros de salud municipales, seis hospitales y el Hospital del Niño. También implementó un programa integral de alimentación que redujo el nivel de desnutrición en las zonas más pobres del estado.
Como secretario de Gobernación de Peña Nieto, fue uno de los principales actores políticos en la ejecución de las políticas públicas relacionadas a la seguridad y a las reformas en la educación. Estas últimas lo enfrentaron recientemente con los docentes mexicanos, que rechazan la propuesta del gobierno en esta materia.
Consultado a mediados de agosto sobre su posible postulación a la presidencia, Osorio Chong dijo que en la Secretaría de Gobernación ya tiene “bastantito trabajo” como para estar pensando “en un proyecto nacional”. Agregó: “Hay muchas cosas que resolver y que enfrentar como para estar pensando en esa posibilidad. Eso le hace daño a México y no permite ni tener credibilidad como secretario de Gobernación ni entregar los resultados que uno quiere”.