A comienzos de agosto la Justicia turca emitió una orden de detención contra Gülen por el intento de golpe de Estado, que se sumó a otra emitida el año pasado por “creación y liderazgo de una organización terrorista armada”, en referencia al movimiento que él lidera, llamado Hizmet. Pero recién ayer el Ministerio de Justicia de Turquía reclamó formalmente a Estados Unidos que detenga al clérigo.
Gülen se mudó a Estados Unidos en 1999 y denunció que era perseguido, después de que un golpe de Estado militar derrocara, en 1997, al gobierno islamista de Necmettin Erbakan. En ese entonces él y su organización fueron muy cercanos al actual presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y a su Partido de la Justicia y el Desarrollo, hasta que a fines de 2013 surgieron diferencias. Actualmente Erdogan acusa a Gülen de dirigir un “Estado paralelo” dentro de las instituciones turcas con la intención de derrocar a su gobierno, acusaciones que Gülen ha negado.
Desde el 15 de julio, cuando el gobierno turco enfrentó el intento de golpe, varios de sus jerarcas han exigido a Estados Unidos que detenga o extradite a Gülen, pero las autoridades de este país han argumentado que Turquía no presentó pruebas que respalden sus acusaciones.
En agosto Turquía presentó una solicitud de extradición contra Gülen, pero en ese caso por liderar Hizmet, a la que considera una organización terrorista, no por el intento de golpe. Esa solicitud está en trámite en el Departamento de Justicia y el gobierno no puede participar en ese proceso, advirtió a fines de agosto el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, en una visita a Turquía. “Tenemos cero interés en proteger a alguien que pueda ser extraditado”, dijo Biden en una conferencia de prensa conjunta con Erdogan. A su turno, el presidente turco recordó que el acuerdo de extradición entre Turquía y Estados Unidos incluye la posibilidad de que un país detenga a un sospechoso si el otro lo solicita, y agregó que, sin embargo, “este individuo sigue dirigiendo su organización terrorista desde su paradero actual”.
Palabras cruzadas
Estas solicitudes se presentan mientras jerarcas turcos reaccionaron con malestar ante un comunicado publicado por la embajada de Estados Unidos en Ankara en el que se manifiesta “preocupación” por las últimas destituciones llevadas adelante por el gobierno, como consecuencia del intento de golpe de Estado. “Los estadounidenses se creen que pueden decir cualquier cosa”, expresó ayer el ministro de Relaciones Exteriores, Mevlüt Cavusoglu. “Ninguno de ustedes es el jefe de Turquía. Si quieren tener una relación fuerte con Turquía, tienen que considerar a este país como un socio igualitario”, dijo hablando ante los medios y dirigiéndose a las autoridades estadounidenses.
“El hecho de que alguien esté intentando darle a Turquía lecciones de democracia es inaceptable”, dijo el primer ministro, Binali Yildirim, mientras el titular de Interior, Süleyman Soylu, aseguró que el comunicado de la embajada es “una intervención en los asuntos internos de Turquía”, lo cual consideró “inaceptable”.
También desde la oposición hubo pronunciamientos en ese sentido. “El embajador estadounidense, John Bass, se excedió, está siendo irrespetuoso”, dijo el líder del Partido de Acción Nacionalista, Devlet Bahceli, antes de agregar: “Turquía no es un estado de Estados Unidos, Turquía es un estado independiente, nacional y orgulloso”.
En paralelo, jerarcas turcos también han pedido a la Unión Europea un mayor compromiso con la democracia de su país, acusándola de haber sido tibia en sus reacciones al intento de golpe de Estado. Este reclamo fue manifestado por los embajadores en distintos países europeos y por el ministro de Turquía para la Unión Europea, Omer Celik.
Avance continuo
La de la embajada estadounidense fue una de las críticas que enfrentó el gobierno turco después de decidir, nuevamente, separar de sus cargos a varias personas por presuntos vínculos con el intento de golpe de Estado de julio. Según datos oficiales, casi 43.000 personas perdieron su trabajo desde entonces y más de 17.000 están detenidas a la espera de que se las juzgue.
El fin de semana fueron detenidos el periodista Ahmet Altan y su hermano Mehmet, que han colaborado con diarios favorables al gobierno, aunque eran críticos con él. Según la oposición, 113 periodistas turcos están arrestados y 2.376 perdieron sus trabajos desde el 15 de julio.
Además, la semana pasada fueron detenidos seis generales y decenas de soldados del Ejército, y durante el fin de semana fueron intervenidas 28 alcaldías por supuestos vínculos con el golpe y con la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La mayoría de las alcaldías intervenidas (24) eran gobernadas por partidos afines a los kurdos y el Ministerio del Interior sospecha que tienen vínculos con los guerrilleros. En los otros cuatro casos se trata de tres alcaldías del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo y una del Partido de Acción Nacionalista, en las que se habría infiltrado la agrupación de Gülen. Además, 12 de los alcaldes fueron detenidos.
La medida fue considerada un “golpe de Estado” por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP, por su sigla en turco), la izquierda pro kurda que gobernaba varias de estas alcaldías. “El gobierno nacional asaltó 28 alcaldías y se apoderó de ellos a través de interventores [...], no hay diferencias entre quienes bombardean el Parlamento [en referencia a lo sucedido el 15 de julio] y quienes usurpan la voluntad popular municipal”, manifestó el partido en un comunicado. En el texto el HDP también critica la reforma constitucional que hizo posible esta intervención, aprobada hace unos meses en el Parlamento a instancias del gobierno de Erdogan, quien argumentó que el país enfrenta una “amenaza” a su seguridad interna ante la cual “urge” tomar medidas.
En las últimas elecciones municipales, las de 2014, varios partidos pro kurdos ganaron en regiones donde los kurdos son mayoría, y le quitaron las alcaldías al partido de gobierno y a otras agrupaciones conservadoras.
Pese a las críticas dentro y fuera de su país, Erdogan promete continuar con sus políticas. Ayer aseguró que “todavía hay un largo camino por recorrer” para lograr que la organización de Gülen “sea incapaz de traicionar a Turquía otra vez”. En la ceremonia por la festividad árabe Eid al Adha, Erdogan también dijo que el intento de golpe de Estado en Turquía fue sólo una etapa en un plan más grande que involucra a otros países musulmanes en la región, sin dar más detalles.