Aunque la convocatoria estaba especialmente dirigida a las mujeres, el sábado se movilizaron familias enteras en más de 600 ciudades estadounidenses y otras 70 en el mundo para defender libertades y derechos que ven “amenazados” por el gobierno de Trump.
En concreto, mujeres y hombres de todas las edades salieron a defender la diversidad, la igualdad, la inclusión, los derechos reproductivos y sexuales, y a condenar el racismo y la misoginia que ven plasmados en la retórica de Trump. Los manifestantes pidieron respeto hacia las mujeres y pusieron en evidencia el rechazo que generó el ahora presidente cuando, como candidato, insultó a las mujeres, las trató de objetos -como cuando dijo que a algunas quería agarrarlas de sus partes íntimas o besarlas sin consentimiento simplemente porque podía hacerlo- e incluso enfrentó denuncias por acoso sexual.
La principal protesta tuvo lugar en Washington, ciudad que reunió a más de medio millón de personas de todas partes del país, según informaron las organizadoras y las autoridades locales. Así, se convirtió en una de las marchas más multitudinarias de la historia de Estados Unidos. Esta protesta contó con la presencia de artistas como Madonna, Scarlett Johanson y Michael Moore, y además participó quien hasta el viernes era el secretario de Estado, John Kerry.
Hillary Clinton no fue a la marcha pero el sábado de mañana agradeció en Twitter a las manifestantes por “defender, hablar y marchar” en defensa de los “valores” estadounidenses. “Creo firmemente en que somos más fuertes juntas”, agregó la demócrata, haciendo referencia a su lema de campaña, “Stronger Together”.
La marcha en Washington fue tan masiva que provocó el colapso del sistema de metro. Las autoridades de la ciudad informaron que el sábado de tarde estaban usando ese transporte unos 275.000 viajeros, 82.000 más que los reportados a la misma hora del viernes, cuando Trump fue investido presidente.
Otras ciudades del mundo se hicieron eco de la protesta. En Londres, cerca de 80.000 personas se reunieron en una marcha a la que asistió el alcalde de la capital británica, el laborista y musulmán Sadiq Khan. En París, otros 2.000 manifestantes se aglutinaron cerca de la Torre Eiffel en apoyo a la llamada Women’s March, convocados por el movimiento francés Osez le Feminisme! (“¡Atrevete a ser feminista!”). También hubo protestas en Barcelona, Ginebra, Lisboa, Buenos Aires y Pekín, entre otras ciudades que albergaron actos menos masivos.
Trump no mencionó el sábado lo que estaba ocurriendo en las calles, mientras se concentraba en las primeras medidas que tomará desde la Casa Blanca. Sin embargo, ayer no dejó pasar la oportunidad. “Vi las protestas de ayer, pero me dio la impresión de que acabamos de tener elecciones. ¿Por qué esas personas no votaron?”, ironizó el mandatario en su cuenta personal de Twitter, que sigue usando a pesar de que ya cuenta con la oficial asignada a los presidentes. Dos horas más tarde, en un mensaje que se contradijo con el anterior, Trump agregó que “las protestas pacíficas son un sello distintivo” de la democracia estadounidense y dijo reconocer “los derechos de las personas a expresar sus puntos de vista”, aunque “no esté siempre de acuerdo”.
Primero, lo primero
En su primera jornada como presidente de Estados Unidos, Trump intentó hacer las paces con los servicios de inteligencia en una visita a la sede de la CIA. La relación del mandatario con las agencias de inteligencia se volvió tensa en las últimas semanas, especialmente después de que algunas de ellas, como la CIA y el FBI, aseguraron que Rusia ordenó los ciberataques contra el Partido Demócrata para ayudarlo a ganar las elecciones. Pero el sábado quiso limar asperezas y les dijo: “De verdad los apoyo”. Agregó: “No hay nadie que tenga una mejor consideración de la comunidad de inteligencia que Donald Trump [...] Los quiero. Los respeto”. Por otro lado, el presidente les transmitió la necesidad de “deshacerse” del grupo yihadista Estado Islámico y “erradicar” el “terrorismo radical islámico”.
Durante la visita a la sede de la CIA, Trump también dejó claro que la “guerra” con la prensa que mantuvo durante su campaña electoral va a continuar, y acusó a los medios de mentir sobre el número de personas que asistieron a su ceremonia de toma de posesión. Dijo que los periodistas están “entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”, porque durante su investidura “parecía” haber cerca de 1,5 millones de personas, pero los medios mostraron imágenes de “un terreno donde prácticamente no había nadie”. Aunque no se conocen cifras oficiales, las imágenes presentadas por los medios estadounidenses dejan claro que el público no llegaba ni cerca a los 1,8 millones que logró reunir la asunción del ahora ex presidente Barack Obama en 2009.
Poco después de las declaraciones de Trump, el nuevo portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, denunció en su primera conferencia de prensa los intentos “vergonzosos e incorrectos” de algunos medios por “minimizar el enorme apoyo” que se vio en los actos de investidura. A la vez, advirtió que el nuevo gobierno va a hacer que la prensa “rinda cuentas”, ya que “el pueblo estadounidense merece algo mejor”. Una vez que terminó, dijo que no aceptaría preguntas.
El viernes, pocas horas después de asumir el cargo, Trump firmó su primer decreto como presidente. Y, cumpliendo con una de sus promesas de campaña, esa primera medida fue contra la reforma de salud realizada por su antecesor, conocida como Obamacare. La orden ejecutiva obliga a las agencias a que reduzcan la carga regulatoria de la norma mientras el Congreso, de mayoría republicana, determina cómo revocar la reforma y reemplazarla con un nuevo proyecto.
En un comunicado difundido el mismo viernes, el gobierno de Trump aseguró que su prioridad será derrotar “a los grupos terroristas islamistas radicales” mediante “agresivas operaciones conjuntas y coaliciones militares cuando sea necesario”. El texto también informa que el gobierno planea desarrollar un sistema de defensa de misiles de última generación para proteger a Estados Unidos de posibles ataques de países como Irán y Corea del Norte y deja claro que Trump sigue comprometido con la construcción del muro en la frontera con México para impedir la inmigración ilegal.
El viernes, en su primer discurso como presidente, Trump prometió que sus políticas, tanto a nivel nacional como internacional, pondrán los intereses de su país por encima “de todo”. Sus palabras, que pintaron un panorama muy oscuro del país, preocuparon a algunos países como México y Alemania, que temen que Estados Unidos, de ahora en más, se aísle del mundo. En línea con su discurso, Trump creó el Día Nacional del Patriotismo en Estados Unidos -sin fecha específica todavía- mediante una proclamación firmada enseguida de asumir.
Ayer, en una entrevista con Fox, el jefe de gabinete, Reince Priebus, adelantó que Trump centrará su primera semana de presidencia en el comercio, la inmigración y la seguridad nacional. Como presidente electo, Trump prometió sacar a Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), del que forman parte otros 11 países, y renegociar el acuerdo comercial que mantiene con México y Canadá, conocido como NAFTA.