Hace un año, Trump se estaba por embarcar en las elecciones primarias del Partido Republicano y todos esperaban que fracasara. Los medios de comunicación, los demócratas y muchos en el seno de su propio partido veían su candidatura como un chiste. Pero Trump derrotó a todos sus rivales, uno por uno, y se convirtió en el candidato presidencial. Su campaña fue especial por lo diferente: se caracterizó por una retórica hostil -dirigida a mujeres, periodistas y minorías, entre otros-, fuertes polémicas y su necesidad imperiosa de decirlo todo en Twitter. Al final de la carrera, y cuando todos los dedos señalaban a Hillary Clinton como la probable futura mandataria, Trump se quedó con el pase a la Casa Blanca. Hoy, finalmente, se convertirá en el presidente número 45 de Estados Unidos. Y lo hará con el índice de popularidad más bajo que haya tenido un presidente en los últimos 40 años: sólo 40% de sus compatriotas tiene una opinión favorable de él, según un reciente sondeo de la cadena ABC y el diario The Washington Post. A modo de comparación, la popularidad de su antecesor, el presidente saliente Barack Obama, alcanzaba 79% el 20 de enero de 2009.
Trump y Mike Pence, el futuro vicepresidente, asumirán sus respectivos cargos en un acto que se desarrollará a partir del mediodía de Washington en el ala oeste del Capitolio -la sede del Congreso-, como marca la tradición. Los dos líderes prestarán sus juramentos ante el juez John Roberts, presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos. Trump lo hará sobre una Biblia que le regaló su madre cuando terminó la escuela y sobre otra que usó Abraham Lincoln en su primera toma de posesión, hace 156 años, y que también utilizó Obama al comenzar sus dos mandatos. Después, el ya presidente Trump dará su discurso de investidura (pasadas las 14.00 de Uruguay), que durará aproximadamente 20 minutos y será “inspirador y con visión de futuro”, según adelantó el miércoles el futuro portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer. El acto terminará inmediatamente después, cuando la joven cantante Jackie Evancho, conocida por su participación en el programa de televisión America's Got Talent, entonará el himno nacional estadounidense.
Luego, Trump y Pence encabezarán el clásico desfile inaugural que, durante una hora y media, recorrerá la avenida Pensilvania desde el Capitolio hasta la Casa Blanca. Ya por la noche, el presidente y la primera dama, Melania Trump, protagonizarán el famoso “primer baile” de investidura en la sede presidencial. Las actividades terminarán mañana, cuando presidente y vicepresidente asistan a un acto en la Catedral Nacional de Washington.
Los actos oficiales empezaron ayer, cuando Trump y Pence depositaron una corona de flores en la tumba del soldado desconocido, en el cementerio de Arlington. Más tarde, en la explanada del Monumento a Lincoln, empezó el concierto de bienvenida Make America Great Again, que contó con las actuaciones del cantante Toby Keith, el actor Jon Voight y la banda 3 Doors Down, entre otros, y al que también asistió la dupla presidencial. El espectáculo fue bastante comentado en los medios, ya que el equipo de Trump no consiguió que ningún músico de renombre aceptara participar, y la invitación fue rechazada por grandes artistas como Andrea Bocelli, Elton John y Céline Dion.
Movilizados
La investidura de Trump como presidente aglutinará a cerca de 900.000 personas en los alrededores del Capitolio, según estimó ayer el Departamento de Seguridad Nacional. Aunque la mayoría asistirá para mostrar su apoyo al mandatario, muchos tienen planeado intentar arruinar la celebración. Varias agrupaciones de activistas están preparando protestas desde que Trump ganó las elecciones. Los movimientos DisruptJ20, Occupy Inauguration y Answer Coalition son los que movilizan más gente. En conjunto, pretenden bloquear los puntos de acceso a las afueras del Congreso, al desfile inaugural y al baile presidencial, con la intención de “aguar” los festejos. Otra manifestación, la Marcha de las Mujeres, tendrá lugar mañana bajo una sola consigna: defender los derechos adquiridos. Entre otras cosas, las organizadoras invitan a marchar por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, por la protección de los derechos de las minorías y contra la violencia de género, cuestiones que, según consideran, se ven amenazadas por el mandato de Trump.
El próximo presidente estadounidense fue blanco de críticas el fin de semana por haber increpado al congresista demócrata John Lewis, quien formó parte del movimiento por los derechos civiles impulsado por Martin Luther King en la década de 1960. Lewis dudó de la legitimidad de su victoria en las elecciones, dados los informes de inteligencia que afirman que el gobierno ruso intervino para ayudarlo a ganar. Entonces, Trump respondió en Twitter: “El congresista John Lewis debería dedicar más tiempo a arreglar la horrible situación de su distrito, que se está hundiendo (por no mencionar que está infectado de crimen), en vez de quejarse falsamente por los resultados electorales. Es todo hablar, hablar, hablar. No hay acción ni resultados. ¡Triste!”. Su comentario impulsó una avalancha de críticas de legisladores tanto demócratas como republicanos, que defendieron la larga trayectoria de Lewis en la defensa de los derechos de las minorías. Lewis anunció el día siguiente que no participaría en la investidura presidencial. Al rato, 49 diputados demócratas siguieron su ejemplo, registrando un récord de ausencias en un evento de esta índole.
A modo de advertencia
Trump designó ayer al ex gobernador de Georgia Sonny Perdue para el cargo de secretario de Agricultura y, de esa manera, cerró la lista de integrantes de su equipo de gobierno. El día antes, en su última conferencia de prensa como presidente, Obama prometió no quedarse en el molde si ve que su sucesor toma medidas que pongan en juego “los valores del país”. En ese sentido, aseguró que se sentiría obligado a intervenir si observa “discriminación sistemática”, “obstáculos” para que las personas puedan votar o “esfuerzos institucionales para silenciar la disidencia o a la prensa”. Además, defendió la importancia de garantizar la libertad de prensa, en un mensaje directo a Trump, quien insultó a varios medios de comunicación durante su campaña, y dijo que impedirá el acceso de “alguna gente de la prensa” a las conferencias diarias en la Casa Blanca.
Obama cerró la conferencia con un mensaje optimista y aseguró a sus seguidores que “las cosas van a ir bien”, a pesar de la llegada al poder de Trump. Agregó: “Sólo tenemos que luchar para eso, trabajar para eso, y no darlo por sentado”.
Las primeras medidas que Trump tomará como presidente afectan algunas de las iniciativas más conocidas de la era Obama, como la derogación de su reforma de la salud (Obamacare) y la retirada de Estados Unidos de varios tratados de libre comercio y del Acuerdo de París sobre el cambio climático.