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Kim Jong-un durante el lanzamiento del misil Hwasong-15, capaz de llegar a todo el territorio de Estados Unidos. Foto: s/d de autor, Kcna, Afp

Corea del Norte no cede a la presión internacional, que aumentó esta semana tras el lanzamiento de un nuevo misil balístico

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El gobierno norcoreano reactivó las alarmas cuando, después de dos meses y medio de aparente inactividad, lanzó el martes un misil balístico intercontinental que cayó en el Mar de Japón. Ese mismo día, Corea del Sur, Estados Unidos y Japón convocaron a una reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que se encontró al día siguiente para pensar en medidas a tomar.

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El del martes es el tercer misil balístico intercontinental que dispara Corea del Norte después de los dos que lanzó en julio. Según datos divulgados por el gobierno de Corea del Sur, el proyectil recorrió unos 960 kilómetros y llegó a una altura de 4.500 kilómetros, lo que supondría la máxima alcanzada hasta la fecha por un misil norcoreano e indicaría un avance para el programa de armas de Pyongyang. El mismo informe señala que teniendo en cuenta que el misil habría sido disparado en un ángulo muy abierto, se estima que podría recorrer unos 10.000 kilómetros, una distancia suficiente para alcanzar, por ejemplo, Hawái.

“Nos encargaremos”, se limitó a decir horas después el presidente estadounidense, Donald Trump, en una breve declaración desde la Casa Blanca. Una respuesta más dura por parte de Washington llegaría el miércoles, en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, en palabras de la embajadora de Estados Unidos ante ese organismo, Nikki Haley. “El dictador norcoreano tomó ayer una decisión que acerca al mundo a una guerra, en lugar de alejarlo”, dijo Haley. Además, aclaró que su país no quiere un conflicto armado, pero que, si Corea del Norte insiste con sus “repetidos actos de agresión”, este podría desatarse. “Y si hay una guerra, no se equivoquen, el régimen norcoreano será totalmente destruido”, agregó.

Haley pidió a “todas las naciones que corten lazos con Corea del Norte”, y consideró que el gobernante de ese país, Kim Jong-un, se muestra “cada vez más agresivo” en su “obsesión por el poder nuclear”. Pidió a los países que rompan relaciones diplomáticas y paralicen las importaciones y exportaciones. A China, especialmente, la funcionaria le pidió que corte el suministro de petróleo a su vecino, una solicitud que, según dijo, hizo horas antes el propio Trump a su par chino, Xi Jinping. El embajador de China ante la ONU, Wu Haitao, no hizo alusión a la petición durante la reunión. Tampoco dio muchas pistas el portavoz de la cancillería china, Geng Shuang, que en una conferencia de prensa, se limitó a afirmar que su país está “comprometido” con la desnuclearización de Corea del Norte y con una “resolución pacífica” a esta crisis, sin confirmar ni desechar la medida planteada por Washington.

En tanto, Rusia condenó el nuevo ensayo norcoreano, pero fue crítico con Estados Unidos y sus aliados. En concreto, rechazó sus maniobras militares en la región y dijo que Washington y Seúl parecen estar “poniendo a prueba la paciencia” de Pyongyang. Ayer, el canciller de Rusia, Serguei Lavrov, dijo además que su país no responderá al pedido de Haley de aislar al país asiático. “En más de una ocasión hemos recalcado que la presión mediante sanciones es una vía prácticamente agotada”, agregó. Por su parte, Corea del Sur, Japón, Reino Unido y Francia se alinearon con la estrategia que defiende Estados Unidos.

Lejos de ceder a la presión internacional, Corea del Norte ignoró la preocupación del Consejo de Seguridad y ayer publicó fotos y videos del misil que lanzó el martes, un modelo más grande y mejor diseñado, que demuestra los avances armamentísticos del gobierno.

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