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Jörg Meuthen y Alexander Gauland, el domingo, en el congreso del partido Alternativa para Alemania, en Hannover. Foto: Tobias Shwarz, AFP

La ultraderecha alemana optó por el camino más radical en la elección de su nueva dirección

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El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que se consolidó como tercera fuerza política nacional en las elecciones de setiembre, eligió a sus nuevos presidentes en un congreso rodeado de protestas que tuvieron momentos de violencia. Los más votados fueron Jörg Meuthen y Alexander Gauland, pertenecientes al ala más radical y xenófoba de la formación, lo que augura un –nuevo– giro a la derecha.

Cerca de 600 delegados de AfD estaban convocados a elegir la nueva cúpula del partido durante el congreso de dos días que tuvo lugar el fin de semana en la ciudad alemana de Hannover. Tenían que decidir entre dos propuestas bien diferentes: mantener el discurso xenófobo, radical y contestatario que promueven desde su fundación (en 2013) o mostrar una cara moderada y dispuesta a participar en futuras coaliciones de gobierno.

Los militantes del partido se decantaron por la primera opción y el sábado, con 72% de los votos, reeligieron como presidente a Jörg Meuthen. El político presidía AfD desde 2015 junto a Frauke Petry. Esta dirigente dejó la formación después de las elecciones alemanas de setiembre por considerar que se había vuelto demasiado extremista, y ahora es diputada independiente. Desde entonces, Meuthen preside la formación en solitario.

El líder, de 56 años, tiene buena relación con Björn Höcke, el titular de AfD en el estado de Turingia, quien enfrenta un proceso de expulsión por un discurso pronunciado en enero en el que pidió acabar con “la cultura de la memoria del nazismo” y llamó “monumento de la vergüenza” al que está dedicado a las víctimas del holocausto judío en Berlín.

“Hemos madurado, hemos aprendido y vamos a seguir avanzando aun más, en contraste con el flagrante fracaso de la aún canciller Angela Merkel”, lanzó Meuthen después de la votación, haciendo referencia a la caída de la canciller alemana en las últimas elecciones, en las que no logró obtener la mayoría parlamentaria y todavía negocia con otros partidos para poder gobernar.

Completar la vacante de la copresidencia fue un poco más complicado. En la primera votación, el candidato que representaba a los “moderados”, Georg Pazderski, no alcanzó los votos necesarios y empató con Doris Sayn-Wittgenstein, de tendencia más derechista. En la segunda ronda, los resultados fueron exactamente iguales. Este segundo empate obligó a una tercera votación, en la que los dos terminaron por retirar su candidatura. Fue entonces que Alexander Gauland –un hombre de 76 años conocido por su duro discurso ultranacionalista– se postuló como candidato de manera inesperada y se convirtió en el único aspirante en carrera. Lo votó 67% de los delegados, y se quedó con la copresidencia. Una vez finalizado el congreso, Pazderski asumió su derrota en una entrevista con la cadena alemana Phoenix y, aunque reconoció que su objetivo era otro, consideró que el partido encontró “una solución sensata”.

La candidatura de Pazderski había sido duramente criticada por el ala radical de AfD a causa de su cercanía con Petry, pero también por su deseo de “profesionalizar” al partido para convertirlo en una organización que pueda, en un futuro cercano, alcanzar responsabilidades de gobierno junto con la Unión Demócrata Cristiana de Merkel.

Por su parte, Petry dijo al diario Bild que los resultados del congreso confirman el rumbo radical que ha tomado el partido. Para la ex líder de AfD, Gauland no es más que “una segunda marioneta” de Höcke, a quien muchos califican de neonazi. De hecho, Petry dijo que los dos presidentes son “gente de Höcke”, que “a nivel interno se jactan, además, de hacer muy poco”.

El del fin de semana fue el primer congreso de la AfD desde que la formación ingresó por primera vez al Parlamento alemán, después de obtener 12,6% de los votos en las elecciones de setiembre. Se convirtió así en el primer partido de extrema derecha en tener representación parlamentaria en más de 50 años.

El congreso se desarrolló en medio de fuertes protestas. Mientras los ultraderechistas debatían sobre el rumbo de su formación, cerca de 6.000 personas se aglutinaron en los alrededores del local donde se celebró el congreso para intentar bloquear las vías de acceso al recinto. No lo lograron y fueron dispersados por la Policía con camiones lanzaagua. Como consecuencia, varios policías y un manifestante resultaron heridos, y muchos participantes en la protesta fueron detenidos.

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