Los rebeldes hutíes de Yemen anunciaron la muerte del ex presidente Ali Abdalá Saleh, en circunstancias todavía poco claras. El anuncio se produjo horas después de que Saleh, hasta ahora aliado de los hutíes, se mostrara favorable a una posible negociación con la coalición militar liderada por Arabia Saudita, que apoya al presidente yemení Abdo Rabu Mansur Hadi y combate a los hutíes en el país. Yemen tiene, desde 2015, dos gobiernos: uno liderado por Mansur Hadi y otro encabezado por Saleh, su antecesor.
El Ministerio del Interior controlado por los hutíes anunció ayer en un comunicado la muerte de Saleh –a quien describe como “el líder de la traición”– y de varios “elementos” del entorno del ex mandatario. Según el documento, todos murieron por disparos de milicias hutíes.
Un responsable hutí explicó a la agencia de noticias Efe que el ex presidente “murió cuando combatientes hutíes dispararon contra el convoy en el que viajaba, a su paso por un puesto de control en la zona de Yahana, al sureste de Saná”, la capital del país, mientras “huía”. La información fue confirmada horas después por Faika al Sayyed, dirigente del Congreso Popular, partido del que forma parte Saleh. “Cayó como mártir en defensa de la república”, afirmó el político en declaraciones a la agencia de noticias AFP.
El canal catarí Al Jazeera publicó un video filmado con un celular en el que aparece lo que sería el cuerpo de Saleh con un disparo en la cabeza y llevado en una manta por un grupo de personas en una zona desértica.
En el momento de exponer las razones, el Ministerio del Interior aseguró que Saleh murió después de hacerse “cómplice directa y públicamente de los países de la agresión”, como los hutíes denominan a la coalición árabe comandada por Arabia Saudita que apoya al presidente Abdo Rabu Mansur Hadi –reconocido por la comunidad internacional y actualmente exiliado–.
Los yemeníes están inmersos desde 2015 en una sangrienta guerra civil que enfrenta a las fuerzas leales a Mansur Hadi con aquellas que apoyan a su antecesor Saleh, y que controlan Saná desde 2014. En este último bando entraban los hutíes chiitas hasta el fin de semana.
La tensión entre hutíes y leales a Saleh empezó el jueves con enfrentamientos ocurridos en Saná, y creció en la madrugada del sábado, cuando la capital se convirtió en escenario de intensos choques entre los dos bandos que dejaron al menos 40 muertos. Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, en esos tres días murieron en total 125 yemeníes. En la mañana del sábado, el ex presidente llamó a la población a levantarse contra la milicia chiita y aceptó una oferta de negociación por parte de Arabia Saudita.
Los hutíes interpretaron esa decisión como un “golpe” en su contra e inmediatamente después advirtieron en un comunicado que tendría “consecuencias”. En un discurso televisado, el líder de este movimiento, Abdelmalek al Huti, acusó a Saleh de “traidor” y de “líder de milicias criminales” y lo cuestionó por estar “en las filas de los invasores y ocupantes”.
El domingo, el partido de Saleh negó haber dado la espalda a los hutíes. El Congreso Popular alegó que simplemente hicieron una “interpretación errónea” de los dichos del ex mandatario y pidió la mediación de terceros para poner fin a los enfrentamientos entre ambos bandos. Pero ya era tarde. A la muerte de Saleh le antecedieron otros incidentes graves, como las explosiones de las casas de líderes leales al ex presidente, Akram al Razqa y Ali Mabjut al Mishriqui. Los hutíes también irrumpieron en la casa del ministro de Interior, Fadl al Qusi, aliado de Saleh, y en la del sobrino del ex presidente Taufiq Mohamed Abdalá Saleh.
En respuesta, aviones de la coalición árabe bombardearon ayer varias posiciones y bases controladas por los hutíes en varias partes de Saná y en las cercanías del aeropuerto internacional. Por su parte, Mansur Hadi ordenó a sus tropas el inicio de las operaciones para recuperar el control de Saná y anunció una amnistía para quienes se desvinculen de los hutíes.
La escalada de violencia desembocó ayer en la muerte del hombre que gobernó el país durante 33 años, pero no terminó.
Saleh llegó al poder en 1978 en lo que entonces era Yemen del Norte y se mantuvo al frente del país tras la unificación con el sur en 1990. En 2011, las protestas populares inspiradas por la “primavera árabe” y la presión internacional lo obligaron a abandonar el cargo. En 2014 vio una oportunidad de recuperar el control apoyando la insurrección de los hutíes.
La otra cara del conflicto
Mientras la crisis política se profundiza en Yemen, la situación humanitaria de los civiles atrapados en Saná no mejora. El coordinador humanitario para Yemen de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Jamie McGoldrick, solicitó para hoy una pausa de los combates de al menos seis horas para “permitir que los civiles abandonen sus viviendas y busquen ayuda y protección, y facilitar así el movimiento de los trabajadores humanitarios”.
El funcionario de la ONU denunció la situación de la población en la capital, que “se halla atrapada en sus casas, sin poder salir a buscar ayuda médica ni acceso a comida, combustible y agua potable”. Agregó que “las ambulancias y el personal médico no pueden llegar a los heridos por los enfrentamientos”y que existen “informaciones incluso de que algunos han sido atacados”.
Desde la intervención saudita, en 2015, más de 8.750 personas murieron y otras 50.600 han resultado heridas, según datos de la Organización Mundial de la Salud.