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Guillermo Lasso, candidato presidencial ecuatoriano por el partido Creo, el 21 de febrero, en Quito. Foto: Rodrigo Buendia, AFP

Un banquero que estuvo presente en varios gobiernos de Ecuador puede convertirse en el próximo presidente

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Guillermo Lasso, el candidato opositor que competirá el 2 de abril por la presidencia de Ecuador con el oficialista Lenín Moreno, se jacta de haberse hecho desde abajo. Nació en 1955 y es el menor de 11 hijos en una familia de clase media en la que todos los hermanos tuvieron que salir a trabajar antes de terminar sus estudios. “Vivo como vivo porque he trabajado 45 años sin descanso. Lo que tengo es por mi trabajo esforzado”, dijo hace poco Lasso en una entrevista, justificando su fortuna.

Sin embargo, Lasso ha tenido ayudas. Por ejemplo, tuvo sus primeros empleos en la Bolsa de Valores, donde entró gracias a que le abrieron la puerta amigos de su padre, que era funcionario. De ahí saltó a la gerencia de una empresa que era propiedad del marido de una de sus hermanas, el millonario Danilo Carrera Drouet. Esa empresa, ProCrédito SA, es la representante en Ecuador de FeCrédito, una firma financiera con base en Panamá.

Lasso sí fue hábil para generar contactos y acercarse a las personas adecuadas para tener un rápido ascenso social. Se vinculó al Opus Dei, se casó con María de Lourdes Alcívar Crespo -con quien tiene cinco hijos- y cuando tenía 23 años puso en marcha su primera compañía: la Constructora Alfa y Omega, que gestionó junto a uno de sus hermanos, al tiempo que mantenía el cargo en ProCrédito SA. Ese mismo año esta empresa se fusionó con otra, con lo que se creó la Financiera del Sur, de la cual Lasso fue primero vicepresidente y después presidente ejecutivo. La financiera compró la mayor parte de las acciones del Banco de Guayaquil, y Lasso pasó a ser el vicepresidente ejecutivo del banco, hasta que en 1995 se convirtió en el presidente.

En paralelo, Lasso se acercó a las organizaciones empresariales vinculadas con sus actividades, y llegó a ser presidente de la Asociación de Compañías Financieras del Ecuador en 1987, director de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador en 1993 y vicepresidente del mismo organismo en 1997.

Gracias a esos vínculos tuvo una relación cada vez más cercana con la Junta Monetaria, un organismo creado en 1963 que se encarga de manejar las políticas monetaria, crediticia y cambiaria. Según algunos medios de comunicación ecuatorianos, esa relación cercana le permitió obtener beneficios, como el acceso a información privilegiada.

En 1998 Lasso entró por primera vez a un gobierno, después de una serie de eventos políticos que generaron el rechazo popular hacia los responsables de los bancos. En mayo de 1994 el presidente Sixto Durán Ballén aprobó la Ley General del Sistema de Instituciones Financieras, que brindaba a los bancos mayores libertades para otorgar préstamos y reducía los controles sobre su actividad. En algo similar a lo que sucedería en la crisis financiera de Estados Unidos en 2008, en los años siguientes los bancos brindaron demasiados préstamos sin contar con las garantías necesarias, y las deudas empezaron a acumularse, circunstancia que los dejó en una posición muy vulnerable.

Ingresos monetarios

En medio de esa crisis y ya con Abdalá Bucaram, del Partido Roldonista Ecuatoriano, en el gobierno, varios banqueros respaldaron económicamente a Jamil Mahuad, que en ese entonces era líder de Democracia Popular, uno de los principales partidos opositores. Las donaciones a Mahuad eran registradas ante la justicia electoral y reconocidas públicamente, aunque los banqueros se distanciaron de la política cuando fue derrocado Bucaram, en 1997. El presidente fue destituido por el Parlamento por “incapacidad mental” y, después de varios presidentes interinos y unas elecciones de dudosa legitimidad, Mahuad llegó a la presidencia en agosto de 1998.

Varios de los integrantes de las clases altas ecuatorianas que colaboraron con la campaña de Mahuad fueron retribuidos con designaciones a cargos en los primeros meses de gobierno, mientras el nuevo presidente aprobaba una serie de leyes que perdonaban deudas de los bancos y autorizaban al Banco Central de Ecuador a rescatar a algunos pocos. El sistema financiero, así como el gobierno, argumentaron que esto era necesario para que no se desmoronara el sistema y para que los ecuatorianos no perdieran sus depósitos. Los críticos de las medidas rechazaron que se otorgaran todos esos privilegios a los banqueros y que no se exigieran contrapartidas ni se los penalizara por su imprudencia.

Entre las designaciones de Mahuad estuvo la de Lasso como gobernador de Guayas, la provincia en la que se encuentra Guayaquil, una de las ciudades más importantes de Ecuador. Fue nombrado pese a que no tenía ninguna experiencia previa de gobierno. “La prioridad de mi gestión será trabajar para combatir el auge delictivo que azota a la provincia”, afirmó al asumir el cargo. “Trabajaré para darles seguridad a los habitantes y a los sectores productivos que generan la riqueza del país”, prometió. Sin embargo, Lasso dejó el cargo un año después sin llegar a concretar ninguna de sus promesas y sin que su gestión implicara ningún cambio en la provincia de Guayas.

En agosto de 1999 Lasso llegó al equipo económico del gobierno: fue designado por Mahuad superministro de Economía, un cargo que fue creado para él y eliminado después de que lo abandonó. El Banco Central había vaciado sus arcas para pagar a los bancos, pese a lo que algunos de ellos igual quebraron, y las políticas implementadas -entre ellas un corralito bancario- derivaron en una gran devaluación y una crisis de grandes dimensiones, la más importante de Ecuador en los últimos años, que llevó a que el precio del dólar se multiplicara por cinco en menos de un año. Lasso aguantó 37 días en el cargo y renunció. Años después dijo que lo hizo por discrepancias con el presidente.

Varios integrantes del gobierno de Mahuad terminaron enjuiciados, y algunos de ellos siguen prófugos. La Justicia comprobó que varias de las medidas aprobadas en ese difícil período tenían el único objetivo de beneficiar a sus amigos o incluso a sí mismos.

Lasso dejó el cargo, pero no el gobierno: fue designado al frente de la Comisión de Trabajo de Guayas, cargo en el que permaneció incluso después de que Mahuad fuera derrocado en un nuevo golpe de Estado, cuando el Alto Mando militar desconoció a la junta golpista y entregó el poder al vicepresidente Gustavo Noboa. Después Lasso pasó a la política de Guayaquil, donde el alcalde, Jaime Nebot, lo nombró presidente de la Fundación Terminal Terrestre, responsable de la recuperación de vías férreas. En este caso, Lasso se mantuvo más tiempo en la misma posición: ocupó el cargo durante seis años. Pero también participó en el gobierno de Lucio Gutiérrez.

En el levantamiento del año 2000, que terminó con el gobierno de Mahuad, Gutiérrez era uno de los líderes militares. Con Noboa como presidente, Gutiérrez formó un partido, Sociedad Patriótica, que lo llevaría a la presidencia en las elecciones de 2002. Buscó rápidamente una alianza con las clases altas de Ecuador: precisaba su respaldo para asegurar su continuidad y para que aparecieran como garantía de sus posiciones liberales. Nuevamente llegaron las designaciones a las personas con más patrimonio de Ecuador, entre ellas Lasso. Al principio, este rechazó un nombramiento, pero finalmente dijo que sí a otro, y se convirtió en “embajador itinerante”. Su principal misión era la de mediar entre el gobierno ecuatoriano, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, instituciones en las que ya lo conocían, tanto por sus relaciones con funcionarios como por su actividad privada.

Del otro lado

Después de sus pasajes por los distintos gobiernos Lasso volvió a concentrarse en su actividad privada en el Banco de Guayaquil, a cuya presidencia no había renunciado, pero se reinventó como opositor en 2007, cuando Rafael Correa llegó a la presidencia. Al igual que otras personas de clase alta que habían sido muy cercanas a los gobiernos anteriores, decidió no quedarse de brazos cruzados.

“El usualmente fraccionado sector privado de Ecuador ha empezado a desarrollar lo que puede convertirse en una respuesta cohesiva a lo que percibe como amenazas de la administración de Correa”, indica un cable enviado a Washington por la embajadora de Estados Unidos en Quito, Linda Jewell, en marzo de 2007. “Cuando se les preguntó, muchos no tenían una idea bien formada sobre cómo responder al enfoque de Correa o qué políticas alternativas pueden ofrecer a la población”, reconoce la embajadora. El coordinador de esta oposición y quien más veces se había reunido con la embajadora para pedir respaldo era Lasso. El ex ministro se había comunicado “uno por uno” con otros empresarios para que se sumaran a “un esfuerzo para contrarrestar las políticas de Correa”. Además, Lasso se contactó con el ex presidente Gutiérrez, el dirigente político Alejandro Noboa y el alcalde de Guayaquil, Nebot, pero encontró dificultades para negociar con ellos los términos del apoyo a la iniciativa empresarial.

Los esfuerzos empresariales tenían dos vías principales: por un lado, impulsaban candidatos para la Asamblea Constituyente convocada por Correa, que reformaría la carta magna; por otro, buscaban atacar directamente al presidente publicando en medios de comunicación mensajes que lo irritarían, porque de acuerdo a las estadísticas con las que contaban, Correa perdía popularidad cuando se lo veía enojado. En particular, los mensajes eran publicados los viernes, el día antes a que Correa se dirigiera a los ecuatorianos mediante los programas de comunicación presidenciales.

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