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Votantes del Sí durante una manifestación, ayer, en Turquía. Foto: Ozan Kose, AFP

El presidente turco logró aprobar en referéndum una reforma que le permitiría gobernar hasta 2029

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El referéndum de ayer en Turquía sobre el sistema de gobierno le dio la victoria al presidencialismo, promovido por el presidente Recep Tayyip Erdogan. A partir de 2019, el gobernante contará con muchas más potestades, al punto de amenazar el equilibrio de poderes necesario para una democracia, según los críticos de su iniciativa. La oposición, que rechazaba la reforma, cuestionó ayer el recuento de votos.

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Actualmente Turquía tiene un sistema de gobierno parlamentarista, con un primer ministro como jefe de gobierno y un presidente como jefe de Estado. La reforma aprobada ayer elimina el cargo de primer ministro y establece un sistema presidencialista que concentra la jefatura de Estado y de gobierno en el cargo de presidente. Este cambio es histórico para el país, y ayuda a Erdogan a convertirse, para la historia, en el padre de una nueva Turquía, tal como lo fue Mustafá Kemal en los años 20 y 30. Precisamente, durante la campaña la oposición acusó a Erdogan de tener ambiciones de poder e históricas demasiado grandes.

El político islamista fue primer ministro de 2003 a 2014 y luego buscó la presidencia, cargo al que llegó en 2014 y desde el cual promovió esta reforma, que le otorga poderes sin precedentes en la historia turca.

Este cambio, además, abre la puerta a la posibilidad de que Erdogan siga gobernando hasta 2029, e incluso hasta 2034 si se activara un mecanismo de elecciones anticipadas. Según crónicas publicadas por medios europeos como El País, las reformas impulsadas por el presidente, así como un discurso reiterado en el que se muestra como el padre de la familia turca o como el capitán del país, han llevado a que muchos de sus seguidores le llamen Papá Tayyip, tal como se hace con Kemal.

El referéndum era un paso más en ese camino de pasar a la historia como un nuevo reformador de Turquía. Y la propuesta de Erdogan ganó, según datos oficiales, con 51,33% de los votos -cuando había sido escrutado 98,8% de los votos emitidos-.

Ahora Erdogan contará con amplísimos poderes, entre ellos el de crear leyes por decreto y el de disolver el Parlamento, que ya había perdido potestades en los hechos, por la acción de la bancada oficialista. Por ejemplo, esta bancada impidió en varias oportunidades que se abrieran investigaciones sobre el presidente o se aprobaran leyes que podían ir en contra de las políticas que él quería impulsar. Algunos de los poderes con los que ahora contará Erdogan son aquellos que ya está aplicando desde que se declaró el estado de excepción por el intento de golpe de Estado de julio de 2016.

Durante la campaña, el presidente aseguró que estos poderes permitirán que Turquía tenga un gobierno más fuerte y estable que los anteriores. Los defensores de la reforma celebran, por ejemplo, que el gobierno no esté atado a los compromisos que implican las alianzas entre partidos en el Parlamento para apoyar la designación de un primer ministro. Los críticos de la reforma sostienen que como reduce el poder del Parlamento, atenta contra el contralor que se deben aplicar unos poderes sobre otros en una democracia.

Si bien el referéndum era una consulta sobre el sistema de gobierno, Erdogan utilizó la campaña para convertirlo no sólo en una votación sobre su persona, sino también sobre la Unión Europea. Acusó al bloque de inmiscuirse en la política interna y hasta de hacer campaña en su contra, aludiendo a que algunos países miembros impidieron a funcionarios de su gobierno entrar a hacer campaña para la comunidad turca. “Este domingo es el día en que nuestro pueblo va a dar una lección a aquellos países europeos que querían intimidarnos”, dijo Erdogan en uno de los actos de campaña de la última semana, en el que también dijo que una victoria del Sí abriría el camino para convocar otro referéndum, esta vez para reinstaurar la pena de muerte. No es la primera vez que el presidente habla de restaurar esa pena, que fue abolida en 2004, y la iniciativa ha ganado respaldo entre sus seguidores desde el intento de golpe de Estado.

Erdogan y el primer ministro, Binali Yildirim, celebraron ayer en sus discursos la victoria del Sí. “Siempre es difícil defender un cambio y fácil mantener el statu quo, pero gracias a Dios hemos tenido éxito. Sólo se reforman 18 artículos [de la Constitución] pero los cambios serán muy profundos”, dijo el presidente. Agradeció a Yildirim y al líder del conservador Partido de Acción Nacionalista (MHP), Devlet Bahçeli, que hizo campaña a favor de la reforma pese a la oposición que encontró dentro de su partido, informó la agencia de noticias Efe. “Estamos unidos. Todo el mundo nos atacó. Ustedes vieron cómo nos atacó Occidente, pero no nos dividió”, agregó el mandatario.

Mientras el oficialismo celebraba, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), el principal de la oposición, acusó al gobierno de hacer un “cambio ilegal” de las reglas del recuento de votos para alterar los resultados del referéndum. El líder del CHP, Kemal Kiliçdaroglu, denunció que la Junta Suprema Electoral admitió como válidos votos que no estaban debidamente sellados, lo cual según las leyes turcas los invalida, y adelantó que su partido impugnará parcialmente la votación y pedirá un nuevo recuento.

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