Nació en Viña del Mar, en una casa de dos pisos, en una familia de clase alta, y fue a un pequeño colegio privado. Durante la dictadura de Augusto Pinochet, en su infancia y adolescencia, Beatriz Sánchez “vivía en una burbuja absoluta”, según reconoció ella misma en una entrevista con la revista chilena Paula. Esto fue así hasta que, cuando estaba en los últimos años del liceo, su clase tuvo una charla con un abogado que trabajaba con familiares de desaparecidos y les contó a los alumnos lo que sucedía en el resto del país, sobre todo en Santiago. “Era un Chile que yo no tenía en la cabeza”, recordó. Ella tenía 17 años en 1988, cuando se votó el plebiscito que terminó con la dictadura chilena, pero “andaba con una chapita del No”.
Sánchez no vivió la política directamente tampoco en la universidad. En 1989, año bisagra entre el fin de la dictadura y las elecciones que ganó Patricio Aylwin, empezó a ir a la escuela de periodismo de la Universidad de Concepción, en la que participó en asambleas y discusiones vinculadas con asuntos académicos como la inclusión de temas en los programas de las distintas materias, pero sin involucrarse con ninguna de las juventudes partidarias o grupos de estudiantes políticamente más activos. Esa fue una etapa de crecimiento social para ella, porque conoció a personas con las que nunca se habría cruzado si no fuera por la elección de ese centro de estudio. “Se me abrió completamente el mundo”, recordó en una entrevista con T13.
Entre esas personas estaba Pablo Aravena, un joven estudiante de periodismo que venía de una zona más pobre. Empezaron a salir cuando ella tenía 19 años y estaba en primer año de facultad y, al poco tiempo, quedó embarazada. Para su familia, tradicional y de clase alta, fue “una bomba nuclear”. “Mis padres me censuraron mucho. Yo los entiendo, porque tenían una proyección de vida para sus hijas”, contó en una entrevista con el canal de televisión Mega. Fue la única que se salió del molde familiar: su hermana, Manola, es ingeniera comercial, fue la primera decana de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez y es directora del Banco de Crédito e Inversiones, mientras que su esposo, Antonio Gil, es socio y gerente general de la gestora de inversiones Moneda Asset Management.
Sánchez enfrentó una fuerte presión de sus padres para que no se casara con Aravena, y fue madre en 1990 mientras vivía sola en Concepción y recibía una ayuda económica de sus padres para que continuara con su carrera. Finalmente Aravena, que hoy es periodista deportivo, se convirtió en su marido después del nacimiento de Diego, el primero de los tres hijos que tiene el matrimonio. En una entrevista que dio el año pasado, antes de ser precandidata presidencial, Sánchez contó que recurrió a un método para abortar, porque no estaba lista para ser madre, pero no funcionó. También dijo que ella y su pareja lo hablaron con su hijo mayor y que él entendió la situación. Sánchez hizo estas revelaciones en el marco de su defensa de los derechos de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y, en particular, de optar por un aborto. La periodista ha defendido la descriminalización del aborto y también ha respaldado las iniciativas que surgieron en los últimos años para permitirlo en algunas situaciones específicas, como en el caso de que corra riesgo la vida de la madre.
Cuestiones generacionales
Así, en 1990 nació Diego Aravena, el hijo de Sánchez y Aravena, que es historiador por la Universidad Católica y está cursando una maestría en sociología. Sánchez cuenta que su hijo está convencido desde que iba al liceo de que es necesaria una renovación partidaria en Chile, una idea que empezó a inculcarle a ella.
Sánchez ha contado que en su juventud tuvo un “enamoramiento” con la Concertación, la coalición de centroizquierda chilena, pero en los últimos años se fue distanciando de ese proyecto político, sobre el que tiene una mirada crítica. “Buscaba una corriente que hiciera una reflexión de qué va a pasar si seguimos haciendo las cosas de la misma manera en Chile”, dijo en una entrevista con la página web del informativo Teletrece. En cambio, su hijo empezó desde chico a buscar por fuera de la coalición de centroizquierda, ahora denominada Nueva Mayoría, porque para él los partidos que la integran forman parte del statu quo chileno y era necesario algo que revolucionara la política de su país. Esa búsqueda terminó para Diego en el Frente Amplio. Su ímpetu, contó Sánchez, fue clave para que ella aceptara la propuesta de ser la candidata presidencial, después de un proceso en el que comenzó a encontrar en esta naciente fuerza política las reflexiones que buscaba.
Sánchez ha relatado en varias entrevistas que fue su hijo quien la puso en una encrucijada al enfrentarla con sus propias palabras. En un principio, ella rechazó ser candidata porque consideró que no estaba preparada, pero él le hizo notar que se estaba contradiciendo, ya que en reiteradas oportunidades había llamado a los chilenos a involucrarse en la política en lugar de quedarse reclamando, por ejemplo, mejores estándares éticos. “Creía en algo que yo misma no estaba cumpliendo”, contó a Teletrece.
Otro frente
Por entonces Sánchez ya hacía análisis político desde los micrófonos, especialmente en sus columnas del programa Combinación Clave, en la radio La Clave, y en las del diario gratuito Publímetro, y en algunas oportunidades estas llegaron a tener repercusiones en el sistema político. Su estilo directo le permitió ganarse un espacio como analista de la actualidad, después de una extensa trayectoria que comenzó en la radio en 1994, medio que no abandonó hasta marzo de este año. En 2010 incorporó la televisión, donde se mantuvo hasta febrero. Su trayectoria la llevó a ser premiada por la Universidad Adolfo Ibáñez como la mejor periodista televisiva en 2014 y recibir, en 2016, el premio Raquel Correa, otorgado por la Asociación Nacional de Mujeres Periodistas de Chile.
Desde Combinación Clave, Sánchez ha criticado varias políticas del oficialismo, tanto durante el gobierno de Sebastián Piñera como en el de Michelle Bachelet. Dos ideas se reiteraban en sus editoriales, tal como lo hicieron en las últimas semanas en sus discursos de campaña: se puede buscar un Chile más justo, y es necesario que el sistema cambie para que, cuando crece la economía de Chile, todos los chilenos ganen.
El feminismo y las críticas al sistema neoliberal han sido los dos temas tratados con más recurrencia en su espacio. Consultada por las tres razones por las que hay que ser feminista en Chile, apunta contra la brecha salarial (que llega a 40% por el mismo trabajo), la falta de mujeres en cargos de decisión públicos y privados, y la falsa convicción de que todas las mujeres quieren ser madres. La periodista ha destacado que su llegada a la televisión en 2010 fue de la mano de Verónica Franco, con quien conformó una dupla de mujeres que dirigía un programa de noticias, cortando con la creencia de que estas duplas deben ser mixtas. Las dos comenzaron una carrera en la televisión con más de 40 años, un dato que ella suele destacar, y sin atenerse al estereotipo de mujer que suele aparecer en la televisión chilena. De hecho, en varias entrevistas contó que cuando le ofrecieron trabajar en la televisión una de las condiciones que puso fue no verse forzada a cambiar su imagen, pese a lo cual en las fotografías tomadas en los estudios televisivos se la ve más maquillada y arreglada que en los videos publicados por la radio La Clave.
En cuanto a la política partidaria, en 2014 publicó el libro Poderosas, en el que cuenta las historias de ocho mujeres que ocupan posiciones de poder en Chile, entre ellas la presidenta Michelle Bachelet. Al comienzo de este gobierno, Sánchez se mostró de acuerdo con la reforma tributaria que propuso la actual presidenta, la de la educación y la de la Constitución. La falta de concreción cabal de esas reformas es una de las claves políticas del discurso del Frente Amplio en sus actos. Esta coalición asegura que una izquierda comprometida con el sistema, como Nueva Mayoría, no llevará adelante estos cambios porque se perjudicaría a sí misma.
Esas reformas que Nueva Mayoría no terminó de concretar –y que el Frente Amplio propone hacer mediante cambios constitucionales– y la lucha contra el machismo son propuestas claves para Sánchez, que participará en las elecciones de noviembre con un programa de gobierno que será redactado desde las bases del Frente Amplio y mediante varios organismos internos en los que el texto será sometido a votación. Sánchez promete que si es electa habrá “un gobierno feminista del siglo XXI” en Chile, y propone, en esa línea, hacer reformas legales para luchar contra la violencia de género y fortalecer las medidas contra la discriminación de la mujer, así como descriminalizar el aborto.
Otra de las patas fuertes en las propuestas de Sánchez se encuentra en su lucha contra las Administradoras de Fondos de Pensión, que sostiene desde su época de periodista. La candidata presidencial propone un sistema de cuidados a la niñez, la vejez y las personas con discapacidad, así como un sistema de salud al que todos aporten y en el que todos puedan ser atendidos.