Ingresá

John Kelly, nuevo jefe de gabinete de Donald Trump, ayer, en la Casa Blanca, en Washington. Foto: Jim Watson, AFP

Donald Trump destituyó a su director de Comunicación, que había sido nombrado diez días antes

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

El presidente estadounidense, Donald Trump, desplazó a Anthony Scaramucci de su cargo de director de Comunicación. El comunicado oficial de la Casa Blanca afirma: “El señor Scaramucci creyó que era mejor dar al [nuevo] jefe de gabinete, John Kelly, una pizarra limpia y la habilidad de construir su propio equipo. Le deseamos lo mejor”. Para comprender los últimos movimientos de personal en el equipo de Trump, hay que retrotraerse al propio nombramiento de Scaramucci, hace diez días, y a las reacciones que causó.

Scaramucci es un abogado licenciado en Harvard que se ha dedicado a las finanzas en Wall Street, por lo que carece de experiencia en comunicación institucional. Su único logro conocido en este ámbito ha consistido en defender a Trump en los programas de televisión a los cuales lo invitaban. La primera reacción que suscitó su nombramiento fue la dimisión del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.

Al asumir, Scaramucci comenzó pisando fuerte e insultó a integrantes del gobierno de Trump, como Reince Priebus, jefe de gabinete, y Steve Bannon, asesor presidencial y famoso propagandista de ultraderecha. De Priebus dijo que era “un jodido paranoico esquizofrénico”, ya que sospechaba que era quien estaba filtrando información comprometida a la prensa. De Bannon dijo: “Yo no intento mamármela como él”. Los insultos de Scaramucci llegaron durante una conversación en la que exigió al periodista Ryan Lizza que le revelara quién era la fuente que le había facilitado la información acerca de quién iba a cenar con el presidente. En este caso, el invitado era el presentador de televisión de Fox, Sean Hannity. Ante la insistente negativa del periodista, Scaramucci amenazó con echar a todo el equipo de comunicación de la Casa Blanca.

En un primer momento, Trump hizo caso a su flamante director de Comunicación y destituyó a Priebus. En su lugar, nombró a John Kelly, un general del Ejército al que quiso premiar, según dijo el propio Trump, por sus maravillosos esfuerzos mientras estuvo al frente del Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés) para frenar la inmigración ilegal desde México. “Sólo quiero felicitarlo por el gran trabajo que ha hecho con la seguridad nacional y no tengo ninguna duda de que será un jefe de gabinete absolutamente magnífico”, dijo el presidente. Kelly es el primer general que asume como jefe de gabinete desde Alexander Haig, durante el gobierno de Richard Nixon.

Ante la sucesión de destituciones y nombramientos que se registran prácticamente desde el comienzo de su mandato, el presidente también negó que exista un “caos” en la Casa Blanca.

Según informó The New York Times, el motivo de la destitución de Scaramucci se habría debido a una petición del propio Kelly al presidente, ya que no quería lidiar con el carácter indisciplinado, arribista y carente de credibilidad del director de Comunicación. Aunque ganó esta primera batalla interna, Kelly no tiene por delante una tarea fácil en las batallas externas. Debe enfrentarse a un momento clave en el mandato de Donald Trump, dado que se encuentra en una situación de inoperancia debido al aislamiento en que lo ha dejado el Poder Legislativo. Si bien esto no es algo nuevo, se profundizan las distancias.

Los puentes entre las instituciones están actualmente rotos desde las fundadas sospechas de que el gobierno ruso podría haber intentado ayudar a Trump a ganar las elecciones. De hecho, el presidente no pudo aprobar muchas de sus grandes promesas, paralizadas en el Congreso pese a que el oficialismo tiene mayoría. Ocurrió con el intento de terminar con el Obamacare y volvió a ocurrir con las nuevas sanciones que el Poder Legislativo impuso a Moscú tras el amago de acercamiento que escenificaron Vladimir Putin y Trump durante la cumbre del G-20.

Por otra parte, las investigaciones sobre la posible injerencia rusa en las elecciones estadounidenses a favor del candidato republicano siguen su curso. De hecho, un senador republicano, Lindsey Graham, ha propuesto poner bajo protección parlamentaria la investigación sobre la llamada “trama rusa”.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura