Todos los esfuerzos de las autoridades mexicanas se concentran en los estados del sur y el centro del país, los más afectados por el sismo de magnitud 8,2 en la escala de Richter que sacudió la tierra en la madrugada del viernes.
El terremoto dejó 90 muertos, según datos actualizados ayer por Alejandro Murat, el gobernador de Oaxaca, el estado más castigado. Sólo allí, se registraron 71 fallecimientos –la mayoría en la localidad de Juchitán–, mientras que murieron 15 personas en Chiapas y otras cuatro en Tabasco. La cifra podría aumentar en las próximas horas, a medida que avancen las tareas de rescate.
El temblor también dejó más de 250 heridos y causó graves daños materiales. En Juchitán, cerca de 7.000 viviendas tienen daños estructurales mayores, de acuerdo con Murat. En tanto, en Chiapas, 428 casas se derrumbaron y 1.699 presentan daños, según reportó el diario mexicano La Jornada. En ese estado, 800 escuelas, cuatro centros de salud y 18 entidades públicas también fueron perjudicados, agregó el periódico.
El director general de Protección Civil, Ricardo de la Cruz, dijo el sábado que los protocolos dictan como prioridad salvaguardar la vida y la salud de la población. Una vez finalizada esa etapa, se procederá a la restauración de las estructuras dañadas. Varios grupos de expertos recorren desde el sábado los barrios para evaluar la situación.
El viernes el presidente de México, Enrique Peña Nieto, decretó tres días de duelo y prometió asistir a los afectados para reconstruir sus hogares. A la vez, aseguró que pondría en marcha una estrategia de abastecimiento para los damnificados. Unas horas después, la Secretaría de la Marina instaló un centro en la Ciudad de México para recolectar alimentos y otros artículos de primera necesidad.
Sin embargo, ayer, varios de los afectados en Juchitán aseguraron en diálogo con La Jornada que, por el momento, han recibido más ayuda de los vecinos que del gobierno. Reclamaron “comida” en vez de “discursos”.
El sismo del jueves fue el más potente que vivió México desde 1932, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, y uno de los más mortíferos de las últimas décadas. De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional, hasta ayer de mañana se habían registrado 928 réplicas.
En medio de ese panorama, el viernes llegó a México el huracán Katia, que provocó a su paso deslizamientos de tierra y fuertes inundaciones por el desborde de diez ríos. Como consecuencia, fallecieron dos personas en el estado de Veracruz –que limita con Oaxaca– y otras dos resultaron lesionadas.