La llamada Ley de la Gran Derogación fue presentada por el gobierno de la primera ministra británica, Theresa May, hace exactamente dos meses y empezó a debatirse en la Cámara de los Comunes el jueves. Es en esa cámara que tendrá lugar hoy la primera votación del proyecto, la segunda será otra vez en esa cámara y la tercera en la de los lores.
En la sesión del jueves, el ministro británico para el brexit, David Davis, dijo a los diputados que respaldar el proyecto es “de interés nacional” porque garantizará “una salida suave” de la Unión Europea (UE) y proporcionará “estabilidad al sistema legal” y “certeza a las empresas, los consumidores y los ciudadanos” británicos.
En caso de ser aprobada, la ley anulará el Acta de Comunidades Europeas de 1972, con la que Reino Unido accedió a la entonces Comunidad Económica Europea. Al mismo tiempo, incorporará el actual cuerpo legal de la UE al derecho británico, medida que empezará a regir un día después de que el país se retire oficialmente del bloque, para garantizar una buena transición. El calendario prevé la retirada para el 29 de marzo de 2019.
El gobierno espera que la iniciativa sea aprobada sin problemas con el respaldo de los diez diputados del Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte, con el que mantiene una alianza.
Sin embargo, el proyecto no convence a la oposición, que rechaza particularmente las cláusulas que dan competencias a los ministros para tomar decisiones sin consultar al Parlamento en aspectos normativos considerados más técnicos. El Partido Laborista, el principal de la oposición, se opone además a la decisión del gobierno de no incorporar a la legislación británica la carta de los derechos fundamentales de la UE.
Mientras tanto, siguen las movilizaciones en contra del brexit. El sábado, miles de personas marcharon desde el Hyde Park de Londres hasta el Parlamento, identificadas con el lema “Unirse, repensar y rechazar el brexit”. La protesta fue convocada por el movimiento Marcha Popular por Europa, que reportó la presencia de cerca de 50.000 manifestantes. Los organizadores aseguraron, entre otras cosas, que abandonar la UE “ya no tiene credibilidad” en el Parlamento de Reino Unido y “mucho menos en las calles”.