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Luiz Inácio Lula da Silva durante una campaña para presentar la candidatura presidencial de Lula, el jueves, en la sede de la Central Única de Trabajadores, en San Pablo, Brasil. Foto: Nelson Almeida, AFP

El juez Moro y las manos limpias

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En 2004 el juez Sérgio Moro publicó en la revista Conselho da Justiça Federal un artículo académico titulado “Consideraciones sobre la Operación Manos Limpias”, que analiza la operación llevada adelante en Italia a partir de 1992, que reveló un esquema de corrupción en Italia, a la que define como “una de las más exitosas cruzadas judiciales contra la corrupción política y administrativa” que había convertido a Italia una “democracia vendida”.

Entre sus conclusiones acerca de la Operación Manos Limpias en Italia, Moro señala que se produjo en el marco de una “deslegitimación del sistema partidario” italiano, que se agravó “con el inicio de las detenciones y la divulgación de los casos de corrupción”, sobre todo mediante la prensa. Agrega que esa deslegitimación “propició un impulso a las investigaciones de corrupción” y, en particular, fue “esencial para la propia continuidad de la Operación Manos Limpias”. A su vez, “los resultados de esta fortalecieron el proceso de deslegitimación” del sistema político.

Después de repasar las estrategias utilizadas en la investigación italiana, Moro concluía en 2004, un año después de que Luiz Inácio Lula da Silva asumiera la presidencia, que en Brasil “están presentes varias de las condiciones institucionales necesarias para la realización de una acción judicial semejante”. Para llegar a esa conclusión, enumera una serie de condiciones: “la clase política no goza de un gran prestigio” y el sistema judicial cuenta con “una significativa independencia formal ante el poder político”. Entre los aspectos negativos, menciona los fueros otorgados a autoridades políticas.

“El principal problema” para que avance una investigación en ese sentido es “una cuestión de mentalidad consustanciada en una práctica judicial poco rigurosa contra la corrupción” y una concepción demasiado extendida de la presunción de inocencia, que “debería dejar de aplicarse cuando existe la carga de pruebas necesaria”, especialmente “en casos de gran magnitud”.

Moro agrega que en Brasil en “raras” excepciones el sistema judicial es eficaz cuando enfrenta crímenes de cuello blanco, entre ellos la corrupción. “La gravedad de esta constatación es que la corrupción tiende a extenderse cuando no encuentra barreras eficaces”, agrega.

En referencia a la lucha contra la corrupción, Moro considera también que esta no es eficaz si se enfrenta con “una acción judicial aislada”, ya que necesita “el apoyo de la democracia” y de los propios políticos que, en definitiva, son objeto de la investigación.

La lectura del análisis de Moro permite entrever que el juez consideraba que el sistema de poder tradicional de Brasil, al que ya veía como corrupto, debía ser combatido a través del sistema judicial con el respaldo de la democracia, algo que él ve no en el correcto funcionamiento de las instituciones, incluso las políticas, sino en lo que llama una “opinión pública informada” a través de los medios de comunicación. “Es la opinión pública informada la que puede, por los propios medios institucionales, atacar las causas estructurales de la corrupción”.

El papel de los medios de comunicación no se reduce a esto para Moro. El juez consideró que tienen otras dos funciones: una es colaborar con la deslegitimación de la clase política para que haya una mayor apertura en la opinión pública a las investigaciones judiciales sobre esta; la otra es alertar del potencial de las investigaciones y de la información en manos de los magistrados, “favoreciendo nuevas confesiones y colaboraciones”.

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