Y al final llegó el día: mañana en Brasil se realizará el balotaje y los votantes brasileños deberán decidir si su próximo presidente será el ultraderechista Jair Bolsonaro o Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores (PT).
Algo más de 147 millones de personas estarán habilitadas para votar, pero se estima que al igual que sucedió en la primera vuelta el pasado 7 de octubre, efectivamente emitirán su sufragio cerca de 80% de los inscriptos en el padrón, unos 107 millones de votantes. Si bien la sensación que quedó luego de la primera vuelta se mantiene –Bolsonaro obtuvo 46.03% de los votos, por lo que quedó muy cerca de imponerse sin necesidad de balotaje–, las cifras que arrojaron los últimos sondeos dejaron una pequeña ventana de esperanza para el candidato del PT.
Según la encuesta publicada en la noche del jueves por Datafolha, el capitán Bolsonaro tendría 56% de las preferencias contra 44% de Haddad, por lo que la diferencia entre ambos candidatos se redujo en 6 puntos porcentuales de acuerdo a la encuesta anterior. La suerte parece estar echada, pero el veredicto del pueblo brasileño recién se conocerán en las primeras horas de la noche de mañana.
Ayer, la previa electoral tuvo como eje principal las acciones policiales en varias universidades del país, en las que por decisión de la Justicia Electoral se decomisó material que se interpretaba que era propaganda electoral. En los últimos días, por decisión de jueces, hubo acciones en 17 universidades públicas en 9 de los 27 estados de Brasil. Según argumentaron las autoridades electorales que autorizaron estas acciones, lo que se pretendía era impedir que se realizara propaganda electoral dentro de locales de instituciones federales. Según informó O Globo, en la Universidad Federal Fluminense (UFF) de Río de Janeiro, una pancarta ubicada en el predio de la Facultad de Derecho de dicha casa de estudios que tenía inscripta la leyenda “Derecho UFF Antifascista” fue retirada después de una inspección policial. La acción fue tomada después de que la jueza Maria Aparecida da Costa Bastos avaló una iniciativa presentada por el concejal Carlos Jordy del derechista Partido Social Cristiano sobre propaganda electoral irregular dentro de la universidad.
Como era previsible, las reacciones adversas no se hicieron esperar. Además de profesores, alumnos y otros actores universitarios, ayer se manifestaron contra estas acciones integrantes del Supremo Tribunal Federal (STF). Marco Aurélio Melo, ministro de esta entidad, dijo que “la universidad es el campo del saber y el saber presupone libertad: libertad de pensamiento, de expresar ideas, por lo que la interferencia externa es indebida, porque ataca la autonomía universitaria. Toda interferencia en la vida universitaria es inconcebible. Eso es lo que debe ser analizado en primer lugar. Estoy hablando de una forma general y no me estoy pronunciando sobre la Justicia Electoral, pero reconozco que estamos entrando en un terreno de extremos. Por eso el ingreso en las universidades es peligroso, en términos de estado de derecho. Ese es mi pensamiento”, concluyó. Otro ministro del STF, Luis Roberto Barroso, afirmó que “la policía sólo debe entrar a las universidades si va a estudiar”, a la vez que agregó que no iba a entrar a analizar casos concretos.
Falsedades en masa
Durante las últimas semanas de la campaña electoral, uno de los elementos que más estuvo presente en el debate es la abundante difusión de información falsa, difundida principalmente por medio de Whatsapp. Millones de mensajes fueron enviados mediante esta aplicación de mensajería en el contexto electoral, la mayor parte de ellos atacando con información falsa al candidato del PT, Fernando Haddad.
La situación generó denuncias ante la Justicia, pero si bien la Policía Federal solicitó a las autoridades de Whatsapp que le proporcionaran los números desde los que se disparaban los mensajes masivos, es poco probable que esta información pueda ser de utilidad para los investigadores.
Una de las principales informaciones falsas difundidas por los partidarios del derechista Bolsonaro está relacionada con el denominado kit gay. Se trata de un libro de educación sexual que, según afirmó el propio Bolsonaro durante una entrevista con la TV Globo al principio de la campaña, habría sido aprobado por el Ministerio de Educación cuando Haddad estaba al frente de esta cartera. Según afirmó Bolsonaro, la finalidad de Haddad sería utilizar este texto en las escuelas con niños a partir de los seis años. Pero luego se supo que el libro formaba parte del proyecto Escuela sin Homofobia, aprobado en 2004 y que en principio había sido destinado a los educadores, aunque finalmente este material no fue aprobado y su uso nunca se puso en práctica.
Tal fue la gravedad del caso que el el 16 de octubre el Tribunal Superior Electoral ordenó a Bolsonaro que retirase de circulación los videos en los que acusaba injustamente a Haddad de ser el autor intelectual de este texto.
Un estudio reciente realizado por el diario Folha de Sao Paulo reveló que 97% de las noticias compartidas por Whatsapp por los seguidores de Bolsonaro están distorsionadas o directamente son falsas. Según el mismo estudio, seis de cada diez votantes del favorito en las elecciones se informan mayoritariamente mediante Whatsapp.
Esta semana, además, la Organización de Estados Americanos, publicó un informe en el que asegura que la difusión de noticias falsas durante el proceso electoral brasileño alcanzó “cifras sin precedentes”.