“El impacto de la Primera Guerra Mundial y la diferencia que tuvo con las guerras anteriores se basa en dos elementos importantes. Uno, que es una guerra de alianzas entre potencias, porque los últimos antecedentes de enfrentamientos bélicos de grandes coaliciones había sido durante la época de Napoleón, que fue derrotado en 1815. Hubo entre medio algunas guerras con pequeñas coaliciones, pero ninguna que abarcara a tantas potencias, que además arrastraban a una enorme cantidad de colonias. Un dato que lo ilustra muy bien es que en el comienzo de la guerra, en 1914, uno de cada cuatro habitantes del mundo era súbdito de la emperatriz británica. Francia también tenía muchas colonias, pero Alemania, si bien tenía un imperio muy pequeño, era la nueva potencia”, explica Quirici.
Alemania era el mayor productor de hierro, carbón y acero, y además tenía un capitalismo más moderno, al ser un país más reciente: se había unificado no hacía mucho, en 1871. “Alemania tenía un vigor y una dinámica que la contraponían con la vieja potencia que era Inglaterra; además tenía mucha penetración en el mercado ruso y en el turco. Esa variable económica también es una de las varias causas de la guerra”, ilustra el historiador.
Otro factor novedoso de la Gran Guerra fue la irrupción de Estados Unidos, que si bien había tenido algunos conflictos en América Latina, en los que siempre corrió con una enorme ventaja militar, por primera vez se implicó en un conflicto internacional de gran magnitud.
Para Quirici, el segundo elemento determinante de la Primera Guerra Mundial fue su carácter industrial: todos los países participantes en el comienzo del conflicto eran potencias industrializadas, lo que le agregó una capacidad de destrucción desconocida hasta entonces, así como novedades en cuanto a la movilización de tropas y recursos.
Se estima que en esta guerra murieron más de diez millones de personas entre militares y civiles, y que más de 20 millones fueron heridas. Eran cifras sin precedentes.
Y se dieron otras situaciones inauditas, como la guerra de trincheras en el frente franco-alemán, donde entre 1915 y 1917 no hubo casi avances territoriales pero sí batallas larguísimas, que duraron varios meses y en las que hubo un millón de muertos, como la batalla de Verdún.
Según el historiador “esta nueva guerra requería un montón de recursos tanto económicos como humanos, por lo que alcanzó a todas las clases sociales. Antes las guerras eran dirigidas por cúpulas militares y aristocráticas y al frente iban los campesinos, que siempre fueron los que sufrieron más las guerras, pero en la Primera Guerra Mundial eso cambió. Un dato que aportó el historiador inglés Eric Hobsbawm es que 35% de los estudiantes de la Universidad de Oxford de aquellos años murieron durante la guerra, lo que ilustra el alcance que tuvo”.
“En esta guerra por primera vez se utilizaron los aviones, los submarinos, y sobre el final del conflicto los ejércitos de Estados Unidos y Francia comenzaron a desarrollar los carros de combate, lo que después serían los tanques de guerra, y los alemanes seguían con la infantería, la artillería y también con la caballería, entonces se puede decir que sobre el final de la guerra, como dato simbólico, los elementos de guerra modernos derrotaron a los antiguos”, dice Quirici.
Hacia lo desconocido
Fueron en total cinco años de guerra y la diferencia en las expectativas que había en el inicio del conflicto y lo que pasó después fue muy grande. “Hacia 1914 todo el mundo veía venir la guerra y coincidió con una gran exaltación del patriotismo y el nacionalismo”, cuenta Quirici. “Además estaba la idea optimista de que la guerra iba a ser corta, que arrancaría en el verano boreal, en julio, y terminaría para las fiestas. Pero claro, una vez que empezó no se encontró la manera de dar marcha atrás”.
Ese cambio de expectativas se ve, por ejemplo, en las fotos de los voluntarios ingleses que se alistaban para la guerra en 1914: se los veía sonrientes. “Sobraban reservistas en ese momento, pero en 1916, cuando ya era claro que la guerra era algo bien distinto a lo que se preveía, el gobierno de Reino Unido tuvo que poner la conscripción obligatoria y en el debate parlamentario sobre la obligatoriedad se invocó que tenía que hacerse ‘por nuestros muertos’. Estaba claro que la guerra se había convertido en una carnicería y ese es un elemento muy novedoso”, dice Quirici.
El historiador italiano Enzo Traverso planteó que la Primera Guerra Mundial fue el primer experimento de lo que luego fueron los totalitarismos modernos, recuerda Quirici. Traverso lo explica partiendo de la base de que en esta guerra el Estado empezó a controlar la economía, la información, los destinos de vida de las personas, con los traslados masivos de conscriptos, y además se suma el discurso político de exterminio en virtud de razones políticas o raciales. Ese discurso, según Traverso, ya existía, y de hecho se manifestó en todas las posesiones coloniales de las potencias europeas, pero en la Primera Guerra Mundial se enfrentaron imperialismos contra imperialismos que no se podían vencer, entonces llegó a niveles inéditos de destrucción que deshumanizó los vínculos sociales.
Quirici señala que durante la Gran Guerra se naturalizó la resolución violenta de las diferencias de una manera nunca antes vista, y se legitimó el exterminio del otro: “[Eric] Hobsbawm usa el término brutalización. Él afirmaba que Europa hasta la Primera Guerra Mundial se presentaba como el continente que civilizaba a los demás, que lideraba en los campos de la cultura, la ciencia, la tecnología, la medicina, pero esa Europa se brutalizó y desde ahí se pueden entender las violencias políticas que vinieron después. Es un elemento muy importante para entender las consecuencias más profundas de la guerra”.
Reordenamiento mundial
Durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial se dio la Revolución rusa, que tomó el poder en octubre de 1917. “Inicialmente los bolcheviques fueron la esperanza antibelicista. Rusia ya estaba fuera de la guerra hacia junio de 1917, pero no se había retirado formalmente; cuando los bolcheviques tomaron el poder llegaron con la consigna ‘La paz a cualquier precio’, y de inmediato se retiraron del conflicto. Como firmaron la paz, los bolcheviques ganaron mucha legitimidad en varios países y el comunismo empezó a ser tomado como una alternativa a la masacre que se estaba viviendo en Europa. Eso produjo que dirigentes importantes, como el presidente estadounidense Woodrow Wilson y el francés Georges Clemenceau, entre otros, se preocuparan por terminar la guerra cuanto antes para evitar lo que ellos llamaban ‘la peste del contagio del comunismo’, otro tema muy importante”.
“El recelo entre capitalismo y comunismo también nació durante la Primera Guerra Mundial. Incluso antes de que se firmen los acuerdos de paz, ya existía la prédica antibolchevique”, resalta Quirici.
En un plano más profundo, políticamente la Primera Guerra Mundial sacó a Europa occidental del centro del mundo, opina Quirici, porque tras la guerra a los costados de Europa surgieron dos potencias que marcarían a fuego el siglo XX: Estados Unidos y la Unión Soviética. Para el historiador, el gran ganador de la Primera Guerra Mundial fue Estados Unidos, que entró en el conflicto en 1917, aportó tropas frescas y además bancó económicamente a los aliados, que luego quedaron muy endeudados con el país norteamericano.
Otra consecuencia directa de la Primera Guerra Mundial es el final de los viejos imperios, el alemán, el austro-húngaro, el ruso y el otomano, pero además las otras potencias imperialistas, es decir Reino Unido y Francia, también comenzaron a perder el control de sus colonias, si bien el proceso de descolonización recién se terminaría de concretar definitivamente en la década de del 60.
Por otra parte, Quirici matiza la idea de que la deshonrosa derrota alemana en la Primera Guerra Mundial fue la única causa del surgimiento del nazismo, si bien es cierto que después de la firma del Tratado de Versalles, en 1919, Alemania quedó con un enorme desprestigio y además con una deuda monumental, porque se le achacó toda la culpa de la guerra y de todos los destrozos ocasionados.
En los años posteriores al conflicto la política y la economía alemana fueron muy convulsionadas, porque además el país había perdido territorios, entre ellos la cuenca del Sarre, que tenía importantes yacimientos de carbón y fue cedida a Francia.
“En 1923, además, en Alemania se da una crisis económica enorme a causa de la hiperinflación, y en ese contexto el partido nazi que lideraba Adolf Hitler intenta dar un golpe de Estado, el famoso putsch de Múnich”, cuenta Quirici.
“Pero el llamamiento de Hitler y su partido no tiene casi apoyo, porque la gente no quería saber nada con la guerra y la mayoría de los alemanes los veían como unos dementes. Él y los líderes nazis fueron enjuiciados y encarcelados por las autoridades de la República de Weimar, que contrariamente a lo que se suele decir, no era un gobierno débil. Detuvieron a los nazis y los encarcelaron. Ese movimiento fracasó y lo interesante es hacerse la pregunta de por qué fracasó, para poder sacar la conclusión de que, por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial no es la hija directa de la primera. Por eso me parece interesante hacer una diferenciación entre las consecuencias directas de la Primera Guerra Mundial y aquellas que no lo son. La ideología nazi no cambió de 1923 a 1933, pero el punto de quiebre no fue el nazismo, sino que lo que cambió fue la mentalidad del pueblo alemán, una idea que plantea el historiador británico Richard Evans”, dice Quirici.
Concluye Quirici: “El fuerte apoyo al nazismo no se explica sólo por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, sino que también tuvo mucho que ver la crisis económica de 1929 y el ascenso del comunismo, que comenzó a ser visto por muchos como una amenaza”.