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Autopistas en el centro de Shanghái, el lunes.

Foto: Johannes Eisele

Miradas hacia China: distintos académicos analizaron el papel que hoy juega ese país

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El panel denominado “China y su proyección al mundo” inauguró el I Encuentro de Estudios Asiáticos, organizado por el Proyecto Semillero Asia-Pacífico de la Universidad de la República (Udelar). En el encuentro, que se desarrolló en la noche del lunes en el Espacio Interdisciplinario de la Udelar, participaron académicos uruguayos y extranjeros que expusieron un panorama acerca de la gravitación de China, tanto en el aspecto económico como en otros que han convertido a ese país en un gran polo de poder en el mundo.

Mediante videoconferencia, abrió el encuentro la académica mexicana Mariana Aparicio, doctora en Ciencias Sociales y politóloga que actualmente se desempeña en la Universidad Nacional Autónoma de México. El tema que abordó Aparicio fue la guerra comercial planteada entre China y Estados Unidos después de la asunción del presidente estadounidense Donald Trump.

Luego de contrastar las políticas de comercio exterior de ambos países, la especialista mexicana matizó los impactos globales de esta puja. Dijo que independientemente de lo que pase en el futuro inmediato y aún con la política proteccionista de Trump, hay dos elementos relevantes que deben ser tenidos en cuenta. En primer lugar, dijo Aparicio, no hay que reaccionar frente a los anuncios del presidente estadounidense en materia de política comercial porque en muchos casos estos son contradictorios; y en segundo lugar, afirmo que los espacios que deja Estados Unidos en el plano internacional pueden ser ocupados por otros estados.

El segundo expositor fue Gustavo Bittencourt, licenciado en Economía, doctor en Ciencias Sociales, con una maestría en Economía Internacional. Bittencourt afirmó que desde hace “un par de años, China, en términos de cantidad de bienes que produce –no en dinero sino en cantidad de bienes–, es la mayor economía del mundo. No es la más importante –esa es Estados Unidos–, sino que es la más grande”.

El experto agregó que “alternándose con Estados Unidos, China es el mayor emisor de inversiones hacia el mundo y se pueden hacer algunas proyecciones sobre el papel que va a jugar el comercio exterior chino en los próximos años”. Dijo que “esto tiene que ver con un fenómeno reciente que es el altísimo crecimiento que tuvo el comercio exterior chino y la disponibilidad de excedentes”, y que esta situación “ya está cambiando, de acuerdo con el nuevo modelo de crecimiento de la economía china”. Afirmó que “la inusitada cantidad de recursos chinos que van a expandirse por el mundo se van a ver limitados, de acuerdo a proyecciones realizadas por el Fondo Monetario Internacional para 2022”, agregó. El cambio de modelo chino consiste en que el crecimiento era impulsado por las exportaciones y ahora la dinámica del mercado interno es la que impulsa la economía, “por lo cual las exportaciones irán bajando”, explicó Bittencourt.

Más adelante, manifestó que si bien no sabe hacia dónde se dirigirán las inversiones extranjeras directas chinas, “si se toman las experiencias del pasado, lo que sí parece claro es que no hay una orientación prioritaria del financiamiento, la investigación y el desarrollo chino hacia América Latina” en comparación con otras áreas del mundo. Señaló que hay “una preferencia muy marcada por volcar la mayoría de las inversiones en otros países asiáticos”, y que “la inversión china en América Latina y el Caribe es 12% del total”, mientras que cerca de dos tercios de las inversiones de ese país se dirigen hacia Asia, principalmente hacia países del este asiático.

Luego Roxana Pesce, licenciada en Relaciones Internacionales de la Udelar, desarrolló el concepto de “poder blando”, el que muchas veces se dice que ejerce China en el exterior, que consiste en la capacidad de obtener lo que busca mediante la persuasión, en lugar de la coerción o el dinero. En ese sentido Pesce se refirió a los institutos Confucio, instituciones sin fines de lucro promovidas por el gobierno de la República Popular China con el objetivo de difundir el idioma y la cultura de ese país. Esta iniciativa surgió en 2004 y el primer instituto se instaló en Corea del Sur, pero hoy hay más de 500 en el mundo, incluyendo uno en Uruguay, que funciona bajo la órbita de la Udelar.

Para cerrar el encuentro expuso Andrés Raggio, politólogo y doctor en Relaciones Internacionales que se ha especializado en estudios sobre China. En el comienzo de su intervención, Raggio expresó que “China y Asia nos interpelan”, porque “hay poca gente que piense y que trabaje sobre los temas vinculados a Asia”. Agregó: “Usualmente se suele ver el costado comercial del asunto, pero hay que ver el tema desde una mirada interdisciplinaria. Existen diferentes dimensiones que trascienden lo comercial y que son sumamente importantes para China en la actualidad”.

El investigador señaló que en los últimos 20 años la población urbana de China pasó de ser algo más de 30% a 52%, lo cual conllevó el aumento de la clase media y un gran crecimiento de la industria y del consumo. Esto, dijo, abrió muchísimas oportunidades comerciales para los países.

En América Latina, China busca minerales y alimentos para abastecerse, lo cual genera la garantía de un comercio estable, sobre todo en el campo alimenticio, dijo Raggio. “Desde la irrupción de China como principal actor comercial en todos los países de la región aumentó exponencialmente la primarización de las exportaciones y también los caudales de estas exportaciones, porque se vende mucho más”, afirmó.

“El mundo es otro. Hay una guerra comercial que se ha instalado desde hace un tiempo que puede traer beneficios a corto plazo y perjuicios a largo plazo, pero también beneficios a largo plazo. Esta nueva realidad comercial devela una disputa hegemónica que rompe la idea de un mundo unipolar, con Estados Unidos a la cabeza”, opinó Raggio, y agregó que puede llegar el momento en que Uruguay y la región tengan que decidir qué camino tomar, con un enfoque geopolítico. “Puede que llegue el momento en que nos toquen la puerta para preguntarnos de qué lado estamos. Ojalá que eso no pase, pero si llega a pasar: ¿alguien va a contestar con certeza, con sentido, habiendo pensado qué responder?”, interpeló.

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