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Daniel Martínez con vecinos, el sábado, en el barrio Gruta de Lourdes.

Foto: Nicolás Correa

Daniel Martínez recorrió la Gruta de Lourdes y admitió que es “posible” que sea candidato a presidente

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Una mezcla de tristeza y resignación se pintaba en el rostro de una señora. Se podía intuir con facilidad que algunas de esas pinceladas no eran frescas. La mujer fue la primera que preguntó si ya había llegado el intendente de Montevideo. Era sábado de mañana, salían varios ómnibus de la terminal de Gruta de Lourdes, sobre la calle Antillas, y llegaba un auto oficial con Daniel Martínez, quien así daba comienzo a su primera gran recorrida del año para conocer in situ los problemas de distintos barrios.

Plano en mano, el intendente presentó el proyecto de construcción de una plaza al lado de la terminal de ómnibus, pero un señor del asentamiento de enfrente –ubicado en un terreno privado– le dijo que era más importante el saneamiento, y lo invitó a pasar. Por allá abajo, una mujer le mostró el fondo de su casa, selvático, y se mandó la primera referencia del día a las ratas. Martínez recorrió el lugar y saludó a medio mundo, con su estilo canchero y su “¡vamo’ arriba!”, que para él expresa “una forma de ser”. Explicó, como tantas veces lo haría durante la mañana, que la Intendencia de Montevideo (IM) puede conseguir las tierras para realojar a quienes viven en asentamientos, y que después de que se definen hace la caminería, el saneamiento y la iluminación, pero que el dinero para construir las casas lo pone el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. “Hay cosas que no dependen de nosotros; estamos para buscar ayudar, pero no te puedo decir si en un año van a estar realojados”, le dijo el intendente a un vecino.

Un muchacho se mostró bastante iracundo y desconfiado en relación con la presencia de Martínez, quien explicó una vez más que hay cuestiones cuya resolución excede las competencias de la IM, pero esta vez fue más allá. Le dijo que de 1990 a 2005 el país se iba para abajo económicamente y que sabía que la gente se instaló allí porque “no tenía otra solución”, pero agregó que en realidad ese asentamiento “nunca se debería haber construido”. Señaló también que no hay forma de arreglar el problema para que quienes viven en el lugar puedan permanecer donde están, a menos que se encuentren métodos “increíbles” de canalizar el agua del arroyo Miguelete fuera de la zona en la que está el asentamiento.

El muchacho iracundo no quedó muy conforme. Le dijo que los vecinos quieren una solución, que el lugar se inunda y los excrementos suben, y que hace años que viven en esa situación. “Las palabras se las lleva el viento”, remató. Una vecina del lugar, que guiaba a Martínez, le dijo a la diaria que el muchacho se mostró en contra porque, como se acercan las elecciones presidenciales, concejales blancos “vinieron y dieron manija”. Eso estaba picando entre Martínez y su equipo. Otro vecino comentó que por allí anduvo Edgardo Novick, del Partido de la Gente, “prometiendo cosas”, pero que él lo echó. “Yo soy zurda desde que nací”, dijo Norma, que hace 52 años habita una vivienda municipal y estaba de lo más contenta con la minigira del intendente. La señora también tenía en mente las próximas elecciones, a tal punto que con una sonrisa manifestó qué fórmula prefiere para el Frente Amplio: Daniel Martínez y Carolina Cosse.

El intendente siguió hiperactivo. Hizo chistes sobre Defensor Sporting a un niño que llevaba un gorro de Peñarol, cruzó rápido al otro lado de Antillas y ayudó a una muchacha a encender su moto. Ella le pidió una foto. “Vamo’ arriba”, se despidió él. Bajó por Román Arana Iñiguez y entró al liceo Jubilar Juan Pablo II. En el fondo, donde hay unas canchas cuyos arcos están pintados con los colores papales, le explicó al director de la institución que su madre era muy católica y que él tomó sus valores de ella, aunque ahora no profesa la religión. Además, contó una anécdota que despertó sonrisas. Su madre rezaba por él, ya que decía que se iba a ir al infierno porque “era comunista”. “No soy comunista, soy socialista”, dijo que le contestaba, pero ella retrucaba: “Son todos lo mismo”. A la vuelta del liceo, luego de más de una hora, la señora que lo buscaba desde el principio tomó coraje y le planteó su situación, que era similar a la de los demás. Al final, le dijo: “No se olvide de los pobres”.

“¡El futuro presidente!”, gritaron unas mujeres en la esquina de Parahiba y Chicago. Martínez le dijo a la diaria que le suele pasar que lo llamen así, pero acotó que “no es una encuesta”. Si le pasará seguido, que ya tiene un chiste preparado. Cuando le dicen eso pregunta, haciéndose el desentendido: “¿Quién? ¿Dónde está? Así le pido un autógrafo”. En todo caso, para ser presidente primero hay que ser candidato. Martínez dijo que eso “es algo posible”, pero que es “fundamental mantener la humildad y no caer en la soberbia del poder”. “Lo que queda es laburar para hacer las cosas bien”, concluyó.

El intendente felicitó a un hombre que volvía a poner en un contenedor la basura que estaba tirada alrededor. “Yo hago lo mismo. El otro día estuve 25 minutos con el contenedor de casa. Tenía una calentura...”, le dijo el intendente. Luego de más de dos horas, el tour llegaba a su fin. Norma seguía junto a él. “Va a ser un gobierno austero”, dijo la señora, en pleno ejercicio de futurología. Martínez hizo el clásico gesto de tocarse el codo y remató: “Saben que yo peleo cada peso”.

Cada vez más cerca

En setiembre del año pasado, cuando unos periodistas le preguntaron si tenía intenciones de ser candidato a la presidencia de la República en las próximas elecciones nacionales, Daniel Martínez respondió que veía esa posibilidad como “un desafío” y que debía “pensarlo”, pero que su primera obligación era “dedicar todo el esfuerzo para hacer las cosas bien” en la Intendencia de Montevideo.

Un mes después convocó, junto con su par de Canelones, Yamandú Orsi (también potencial integrante de una fórmula), a una reunión con otros 15 dirigentes frenteamplistas en el salón Rubik, del Parque Rodó, donde se buscó acercar posiciones sobre perspectivas de futuro y recambios generacionales.

En febrero de este año, cuando Martínez participó en un ciclo de mesas redondas en el Club Hípico de Solymar, organizado por Orsi, comentó sobre el mismo asunto que ambos estaban todavía “lejos de eso”. “Tenemos pila de laburo [...], planes, obras; hay que concentrarse en eso. Tiempos electorales habrá”, dijo.

En todo caso, hace tiempo que las encuestas de opinión pública manejan el nombre del intendente de Montevideo entre los de posibles candidatos presidenciales, para sondear las preferencias de los consultados.

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