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Niños que fueron separados de sus madres y padres, inmigrantes, por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, en el Centro de Procesamiento Central en McAllen, Texas.

Imperdonable

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Crece el rechazo internacional a la política estadounidense de retener lejos de sus familias a los hijos de inmigrantes irregulares.

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Gritos, llantos, súplicas y las palabras “mami” y “papi” que se repiten con la respiración entrecortada. La escena podría pertenecer a una película dramática estadounidense, pero refleja la realidad de miles de niños inmigrantes que fueron separados de sus familias mientras intentaban atravesar la frontera mexicana para probar suerte en el país anglosajón.

Las autoridades ya habían difundido algunas imágenes, pero la gravedad de la situación se dio a conocer por medio de un audio que la agencia de noticias ProPublica difundió el lunes, después de recibirlo de manos de un testigo que prefirió preservar el anonimato. El medio aclara que la grabación fue registrada la semana pasada dentro de un centro de detención de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos y que los niños que se escuchan tienen entre cuatro y diez años aproximadamente. En su mayoría, son mexicanos o provenientes de países de Centroamérica. Algunos llegan a permanecer durante meses en esos centros–que generalmente son grandes galpones acondicionados– antes de ser trasladados a lugares de acogida.

El audio dura casi ocho minutos. En ese lapso, los ruegos de los niños no tienen respuesta. Lo único que se llega a oír es a un hombre –que ProPublica identifica como un funcionario de la Patrulla de Fronteras– que, en broma, dice: “Bueno, aquí tenemos una orquesta. Sólo falta el maestro”.

La reclusión de estos niños forma parte de la política de “tolerancia cero” que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, puso en marcha desde hace dos meses y que implica arrestar a los adultos indocumentados que atraviesan la frontera de manera ilegal. Sus hijos quedan, entonces, en manos del Estado. La única forma de que los niños sean devueltos a sus padres es si estos aceptan ser deportados antes de recurrir a los tribunales.

El Departamento de Seguridad Nacional informó la semana pasada que, en el marco de esa política, fueron separados de sus familias –entre el 19 de abril y el 6 de junio– 2.030 niños y adolescentes. Los adultos detenidos en ese período llegan a ser 1.940. Estos datos hacen referencia a quienes trataron de cruzar la frontera por “puntos no autorizados”.

Organismos internacionales criticaron las medidas adoptadas por la administración de Trump y las calificaron de inhumanas. La directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, dijo ayer en un comunicado que “parte el corazón ver como niños, algunos de ellos bebés, y que buscaban refugio en Estados Unidos, son separados de sus padres”.

La funcionaria insistió además en que los niños “son niños antes que nada”, sin importar “de dónde vienen o cuál es su estatus migratorio”. También hizo énfasis en que “la detención y la separación de las familias son experiencias traumáticas que pueden exponer estos niños a explotación y abuso”.

Por su parte, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, defendió que los niños “no deben ser traumatizados separándolos de sus padres” e insistió en que “la unidad familiar debe ser preservada”. Un poco antes, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, instó a Estados Unidos a “cesar inmediatamente” la separación forzosa de familias de inmigrantes.

La situación también generó malestar en la oposición. La líder de la bancada del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, aseguró que este tipo de políticas dejan “una mancha oscura” en el país. “Separar a niños pequeños vulnerables de sus padres es de una atrocidad extrema que socava los valores de Estados Unidos, nuestro legado como faro de esperanza, oportunidad y libertad”, afirmó Pelosi en un comunicado.

El lunes, Pelosi visitó uno de los albergues en San Diego (California) junto a 14 congresistas para transmitirles un mensaje: “Estamos con ustedes”. La legisladora contó que los niños estaban “felices de ver que no habían sido olvidados”. En una conferencia que realizó después de la visita, dijo que se trata de “un problema desgarrador y barbárico que podría terminar en un momento si tan sólo el presidente anulara su acción”.

Otro de los visitantes, el diputado demócrata Peter Walch, describió en Twitter la desoladora escena que vio al entrar al lugar: “Jaulas de eslabones de cadenas llenas de niños no acompañados. Se sentaban en bancos de metal y miraban al frente en silencio”.

A pesar de las críticas, el gobierno no dio marcha atrás ni siquiera en su discurso. En un acto en la Casa Blanca que tuvo lugar el lunes, Trump aseguró que “Estados Unidos no será un campo de inmigrantes y no será un campo de acogida de refugiados”, en referencia a lo que está ocurriendo en Europa. “No lo permitiré; no bajo mi vigilancia”, agregó. Después, volvió a atribuirles la culpa a los demócratas, por haber aprobado una ley migratoria insuficiente.

En la misma línea se pronunció el fiscal general estadounidense, Jeff Sessions, quien durante un acto en Nueva Orleans afirmó que la política de separar a los niños de sus padres podría detenerse si se construye el famoso muro que promueve Trump.

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