Fundado hace un año como corriente social y política, el movimiento británico Rebelión contra la Extinción (Extinction Rebellion) busca que el gobierno de Theresa May apruebe con urgencia medidas para combatir el cambio climático. Desde 15 de abril, el movimiento organiza protestas en el centro de Londres, lo que ha desembocado en la detención de más de 1.000 activistas por parte de la Policía. En medio de esos sucesos, el martes 23 tuvo lugar un encuentro de la militante sueca Greta Thunberg, de 16 años, con integrantes de la Cámara de los Comunes de Reino Unido, a pocos metros de donde ocurrían las manifestaciones. Thunberg, nacida en 2003, cobró notoriedad en su país natal, Suecia, cuando decidió, en agosto del año pasado, faltar a clase cada viernes para plantarse frente al Parlamento de Estocolmo y exigir acciones en contra del cambio climático. Pronto se volvió ejemplo para miles de estudiantes de 89 países, que el 12 de marzo hicieron paros similares, y que siguen convocándolos bajo la consigna #FridaysForFuture.
Proveniente de una familia de artistas y diagnosticada con trastorno del espectro autista, Thunberg ha comparecido ante la conferencia por el cambio climático de la ONU y ante el Foro de Davos, entre otros. Su discurso en el parlamento británico, sin embargo, tocó una fibra especial y se propagó rápidamente en las redes sociales. A continuación, una transcripción.
El discurso
“Mi nombre es Greta Thunberg. Tengo 16 años de edad. Vengo de Suecia. Y hablo en nombre de las generaciones futuras.
Sé que muchos de ustedes no quieren escucharnos y dicen que sólo somos niños. Pero estamos difundiendo el mensaje consensuado de la ciencia del clima.
Muchos de ustedes parecen preocupados porque estamos perdiendo un valioso tiempo de clase, pero les aseguro que volveremos a los salones en cuanto comiencen a escuchar a la ciencia y nos den un futuro. ¿Es realmente mucho pedir?
En 2030 cumpliré 26 años. Mi hermana, Beata, tendrá 23. Igual que muchos de sus propios hijos o nietos. Es una edad maravillosa, nos han dicho. Cuando tienes toda tu vida por delante. Pero no estoy tan segura de que vaya a ser tan buena para nosotros.
Tuve la suerte de nacer en un momento y lugar donde todos nos decían que soñáramos en grande; podría convertirme en lo que quisiera. Podría vivir donde quisiera. La gente como yo tenía todo lo que necesitaba y más. Cosas con las que nuestros abuelos ni siquiera podían soñar. Teníamos todo lo que pudiéramos desear y, sin embargo, ahora puede que no tengamos nada.
Ahora probablemente ya no tengamos un futuro.
Porque ese futuro fue vendido para que un grupito de personas pudieran hacer inimaginables cantidades de dinero. Nos lo robaron cada vez que dijeron que el cielo era el límite y que sólo vives una vez.
Nos mintieron. Nos dieron falsas esperanzas. Nos dijeron que el futuro era algo que desear. Y lo más triste es que la mayoría de los niños ni siquiera son conscientes del destino que nos espera. No lo entenderemos hasta que sea demasiado tarde. Y, sin embargo, somos los afortunados. Los más afectados serán los que ya sufren las consecuencias. Pero sus voces no se escuchan.
¿Está prendido mi micrófono? ¿Pueden escucharme?
Alrededor de 2030, dentro de diez años, 252 días y diez horas, estaremos en una posición en la que desencadenaremos una reacción en cadena irreversible, que probablemente llevará al final de nuestra civilización como la conocemos. Será así a menos que para ese momento se hayan producido cambios permanentes y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad, incluida una reducción de las emisiones de CO2 en al menos 50%.
Y tengan en cuenta que estos cálculos dependen de invenciones que aún no se han inventado en la escala correspondiente, invenciones que se supone que limpian la atmósfera de cantidades astronómicas de dióxido de carbono.
Además, estos cálculos no incluyen puntos de inflexión imprevistos y fenómenos de retroalimentación, como el extremadamente poderoso gas metano, que escapa del permafrost ártico en rápido descongelamiento.
Estos cálculos científicos tampoco incluyen el calentamiento oculto por la contaminación tóxica del aire. Tampoco el aspecto de la equidad, o la justicia climática, establecido claramente en el acuerdo de París, que es absolutamente necesario para que funcione a escala global.
También debemos tener en cuenta que estos son sólo cálculos. Estimaciones. Eso significa que estos puntos de no retorno pueden ocurrir un poco antes o después de 2030. Nadie puede estar seguro. Sin embargo, podemos estar seguros de que ocurrirán aproximadamente en estos marcos de tiempo, porque estos cálculos no son opiniones o suposiciones descabelladas.
Estas proyecciones están respaldadas por hechos científicos, a los que arribaron todas las naciones a través del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Casi todos los organismos científicos nacionales importantes de todo el mundo apoyan sin reservas el trabajo y los hallazgos del Grupo.
¿Escuchan lo que acabo de decir? ¿Es correcto mi inglés? ¿Está encendido el micrófono? Porque me parece que no se escucha.
Durante los últimos seis meses, he viajado por Europa durante cientos de horas en trenes, automóviles eléctricos y autobuses, repitiendo estas palabras que cambian la vida una y otra vez. Pero nadie parece hablar de eso, y nada ha cambiado. De hecho, las emisiones siguen aumentando.
Cuando viajo para hablar en diferentes países, siempre me ofrecen ayuda para escribir sobre las políticas climáticas específicas en países específicos. Pero eso no es realmente necesario. Porque el problema básico es el mismo en todas partes. Y el problema básico es que, básicamente, no se está haciendo nada para detener, o incluso retrasar, la degradación del clima y la ecología, a pesar de todas las hermosas palabras y promesas.
Reino Unido es, sin embargo, muy especial. No sólo por su descabellada deuda histórica de carbono, sino también por su actual y muy creativa contabilidad de carbono.
Desde 1990, Reino Unido ha logrado una reducción de 37% de sus emisiones territoriales de CO2, según el Proyecto Global de Carbono. Y eso suena muy impresionante. Pero estas cifras no incluyen las emisiones de la aviación, el transporte marítimo y las relacionadas con las importaciones y exportaciones. Si se incluyen estas cifras, la reducción es de alrededor de 10% desde 1990, o un promedio de 0,4% al año, según Tyndall Manchester.
Y la razón principal de esta reducción no es una consecuencia de las políticas climáticas, sino una directiva de la Unión Europea de 2001 sobre la calidad del aire, que esencialmente obligó a Reino Unido a cerrar sus centrales eléctricas de carbón, muy antiguas y extremadamente sucias, y a reemplazarlas por centrales de gas menos sucias. Ese cambio de una fuente de energía desastrosa a una menos desastrosa tuvo como resultado, por supuesto, una reducción de las emisiones.
Pero tal vez la idea falsa más peligrosa sobre la crisis climática es que tenemos que ‘reducir’ nuestras emisiones. Porque eso está lejos de ser suficiente. Nuestras emisiones deben detenerse si queremos mantenernos por debajo del 1,5-2 ºC de calentamiento. La ‘reducción de emisiones’ es, por supuesto, necesaria, pero se trata sólo del comienzo de un proceso rápido que debe llevar a una parada en un par de décadas, o menos. Y por ‘parar’ me refiero al cero neto, y luego rápidamente a cifras negativas. Eso descarta la mayor parte de las políticas actuales.
El hecho de que estemos hablando de ‘reducir’ en lugar de ‘detener’ las emisiones es quizá la mayor fuerza que impulsa a que las cosas sigan como siempre. El apoyo activo de Reino Unido a la nueva explotación de combustibles fósiles (por ejemplo, la industria de fracking de gas de esquisto, la expansión de sus campos de petróleo y gas del Mar del Norte, la expansión de aeropuertos y el permiso de planificación para una mina de carbón completamente nueva) es más que absurdo.
Este comportamiento irresponsable continuo sin duda será recordado en la historia como uno de los mayores fracasos de la humanidad.
La gente siempre nos dice a mí y a los otros millones de huelguistas escolares que debemos sentirnos orgullosos de lo que hemos logrado. Pero lo único que debemos observar es la curva de emisión. Y lo siento, pero sigue subiendo. Esa curva es lo único que debemos mirar.
Cada vez que tomamos una decisión debemos preguntarnos: ‘¿Cómo afectará esta decisión a esa curva?’ Ya no debemos medir nuestra riqueza y éxito en el gráfico que muestra el crecimiento económico, sino en la curva que muestra las emisiones de gases de efecto invernadero. Ya no deberíamos sólo preguntarnos ‘¿tenemos suficiente dinero para seguir adelante con esto?’, sino también ‘¿tenemos suficiente presupuesto de carbono para gastar en esto?’ Eso debería y debe convertirse en el centro de nuestra nueva moneda.
Mucha gente dice que no tenemos ninguna solución a la crisis climática. Y tienen razón. Porque, ¿cómo podríamos tenerla? ¿Cómo ‘resuelves’ la crisis más grande que la humanidad haya enfrentado? ¿Cómo ‘resuelves’ una guerra? ¿Cómo ‘resuelves’ ir a la Luna por primera vez? ¿Cómo ‘resuelves’ la creación de nuevos inventos?
La crisis climática es el problema más fácil y más difícil que hemos enfrentado. El más fácil porque sabemos lo que debemos hacer: debemos detener las emisiones de gases de efecto invernadero. El más difícil porque nuestra economía actual aún depende totalmente de la quema de combustibles fósiles y, por lo tanto, de la destrucción de los ecosistemas para crear un crecimiento económico eterno.
Entonces, ‘¿exactamente cómo resolvemos eso?’, nos preguntan a los escolares en huelga por el clima.
Contestamos: ‘Nadie sabe a ciencia cierta. Pero tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles y restaurar la naturaleza y muchas otras cosas que quizás aún no hayamos descubierto’.
Entonces dicen: ‘¡Eso no es una respuesta!’.
Entonces contestamos: ‘Tenemos que empezar a tratar la crisis como una crisis, y actuar incluso si no tenemos todas las soluciones’.
‘Eso sigue sin ser una respuesta’, dicen.
Luego comenzamos a hablar sobre la economía circular y la recuperación de la naturaleza y la necesidad de una transición justa. Entonces no entienden de qué estamos hablando.
Decimos que todas las soluciones necesarias no son conocidas por nadie y, por lo tanto, debemos unirnos detrás de la ciencia y encontrarlas juntos. Pero no escuchan eso. Porque esas respuestas son para resolver una crisis que la mayoría de ustedes ni siquiera comprende del todo. O no quieren entender.
No escuchan a la ciencia porque sólo les interesan las soluciones que les permitirán continuar como antes. Como ahora. Y esas soluciones ya no existen. Porque no actuaron a tiempo.
Evitar la degradación del clima requerirá pensar como al construir una catedral. Debemos poner los cimientos aunque aún no sepamos exactamente cómo construir el techo.
A veces simplemente tenemos que encontrar un camino. En el momento en que decidamos cumplirlo, podemos hacer cualquier cosa. Y estoy segura de que en el momento en que comencemos a comportarnos como si estuviéramos en una emergencia, podremos evitar la catástrofe climática y ecológica. Los seres humanos son muy adaptables: todavía podemos arreglar esto. Pero la oportunidad de hacerlo no durará mucho. Debemos empezar hoy. No tenemos más excusas.
Los niños no estamos sacrificando nuestra educación y nuestra infancia para que nos digan lo que consideran que es políticamente posible en la sociedad que han creado. No hemos tomado las calles para que ustedes se tomen selfies con nosotros y nos digan que admiran de corazón lo que hacemos.
Los niños estamos haciendo esto para despertar a los adultos. Nosotros, los niños, estamos haciendo esto para que ustedes dejen a un lado sus diferencias y comiencen a actuar como lo harían en una crisis. Nosotros, los niños, estamos haciendo esto porque queremos recuperar nuestras esperanzas y sueños.
Espero que mi micrófono haya estado encendido. Espero que todos hayan podido escucharme”.