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Inauguración del sitio de la memoria en homenaje a Julio Castro y Ricardo Blanco.

Foto: Federico Gutiérrez

A pocos días de encontrar restos en el ex Batallón 13, se inauguró un sitio de la memoria en homenaje a Julio Castro y Ricardo Blanco

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En el marco del Día Internacional del Detenido Desaparecido, se abrió un espacio público en el predio donde fueron encontrados sus restos.

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“Estamos hoy aquí, en esta fecha, en el Día del Detenido Desaparecido, y nos invaden emociones encontradas. A pocas horas del encuentro de los restos de otro detenido desaparecido, queremos invitarlos a redoblar el compromiso y darle vida a este lugar”, dijo ayer por la mañana Silvia González, integrante del Colectivo Memoria de Toledo, en la inauguración del sitio de la memoria en homenaje a Julio Castro y Ricardo Blanco, ubicado en Camino a la Memoria y la ruta 85, en el predio donde encontraron sus restos, perteneciente al Batallón 14.

El colectivo solicitó a la Comisión Honoraria de Sitios de Memoria, creada por la Ley 19.641, que lo declarara un sitio de la memoria del pasado reciente y fuera un espacio abierto a la población. Hace unos meses el terreno estaba cubierto de matorrales. Ahora, en cambio, hay un puente de madera que marca el camino hacia las fosas donde hallaron los restos de Castro y Blanco. Al lado de ambas, dos carteles cuentan sus historias.

Castro era maestro, periodista y dirigente de la Asociación de Maestros del Uruguay. En la mañana del 1º de agosto de 1977, al salir de la casa de un amigo, en Francisco Llambí y Rivera, lo secuestraron y lo metieron en un auto. Lo llevaron a un centro clandestino de detención ubicado en Millán y Gomensoro, donde fue torturado y asesinado. Estuvo desaparecido hasta que se encontraron sus restos, en octubre de 2011.

A unos metros de donde estaba la fosa de Castro fueron encontrados los restos de Blanco, en marzo de 2012. Militante del Partido Comunista Revolucionario y dirigente de la Agrupación de Funcionarios de UTE (AUTE), Blanco fue detenido en su almacén el 15 de enero de 1978, en la calle Carlos Ferreira, en Montevideo. Estuvo secuestrado entre enero y febrero en el centro clandestino Base Roberto, en La Tablada, a cargo del Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas.

El sitio de la memoria cuenta con dos esculturas hechas por alumnos de la Escuela de Artes y Artesanías Pedro Figari y con una placa realizada por AUTE y la Asociación de Maestros de Canelones en homenaje a ambos. “El laburo no termina acá. De acá para adelante hay que darle vida, porque si no esto queda solo. Nosotros tenemos una escuela de formación sindical y estamos pensando que parte del proceso de la escuela sea que vengan a hacer actividades acá”, contó a la diaria Jonathan Pérez, dirigente de AUTE.

Las hijas de Blanco, Cecilia y Cristina, no pudieron estar presentes en el acto, pero enviaron una carta que fue leída por Elena, integrante del Colectivo Memoria de Toledo: “Queridísimo padre, estás aquí hoy, vives en cada uno de nosotros y en aquellos que buscan la paz y la justicia, procurando el bien común. Tú, inolvidable hombre de mirada serena y palabras cálidas que brindaban esperanza, de estrepitosas risas. Estás cada día en los trabajadores que tanto anhelabas tuvieran dignas vidas. Tú y tu bicicleta son recordados por decenas y decenas de personas recorriendo estas calles de la Coqueta del Hum, y han quedado en la retina de muchos pobladores de tu tan querida Mercedes. Ricardo Alfonso Blanco Valiente presente. Hoy y siempre”.

Inauguración del sitio de la memoria en homenaje a Julio Castro y Ricardo Blanco.

Foto: Federico Gutiérrez

Yamandú Orsi, intendente de Canelones, explicó que el predio fue cedido por el Ministerio de Defensa en comodato a la comuna. Contó que tiene hijos chicos y que, ante el hallazgo de los restos en el ex Batallón 13, las preguntas no tardaron en llegar. “La barra que viene ahora se pregunta muchas cosas”, dijo Orsi, y sostuvo que el desafío es transmitir los valores para aquellos que “no sintieron en ningún momento la ausencia de la libertad”. “Es con estas señales, con este tipo de recordatorios o espacios públicos que podemos agregar un elemento más –no sólo en la esfera de lo racional, sino también en lo afectivo– para dar cuenta de lo que significa no saber qué pasó con nuestra gente”, afirmó.

El encuentro

Verónica Mato, integrante de la Comisión Honoraria de Sitios de Memoria y de la asociación Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, contó a la diaria que en febrero el predio estaba lleno de “malezas”, y valoró que “hoy, gracias al tesón de la gente, tenemos este espacio abierto”. Esta semana en particular fue movilizadora, contó, refiriéndose al hallazgo de los restos en el ex Batallón 13. “Nos reunimos en la sede de Familiares y fuimos informando a otros compañeros de la noticia. Obviamente, fue con emociones encontradas: esperanza, duda, desconcierto y alegría. Hace tantos años que venimos luchando y encontramos tan poquitos. Estamos hablando de que este es el quinto cuerpo de todos los que restan por encontrar”, afirmó.

El martes, el Grupo de Investigación en Arqueología Forense del Uruguay encontró restos humanos en el ex Batallón 13, ubicado en Avenida de las Instrucciones y Casavalle. Al día siguiente, la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos solicitó formalmente a la jueza penal de 23º Turno, Isaura Tórtora, poder ingresar al predio militar, lo que fue concedido. Sin embargo, cuando llegaron al centro militar un soldado les comunicó que no estaban autorizados a ingresar. Tuvieron que esperar hasta que llegara la magistrada y los dejaran entrar.

La tumba clandestina estaba ubicada a unos metros de donde fueron encontrados los restos del escribano y militante comunista Fernando Miranda, en 2005. El grupo de antropólogos trabajó toda la noche en el predio cautelado, y pudieron confirmar que se trataba de un enterramiento primario. Alicia Lusiardo, antropóloga encargada de la excavación, explicó a la prensa que ingresó al predio que el patrón de enterramiento fue igual al de los otros cuatro hallazgos: se trata de esqueletos cubiertos con cal y enterrados a unos 80 centímetros de profundidad.

La antropóloga explicó que la dificultad en este caso era doble por la cercanía de la excavación con el arroyo Miguelete: “Teníamos que hacer la recuperación prácticamente en vertical, sin dañar los restos, y teníamos la preocupación de que estuviera completo y que con el transcurso de los años hubiéramos perdido parte del esqueleto. Sin embargo, se ha podido hacer la recuperación casi completa”. Además, los antropólogos encontraron una camisa debajo del cráneo.

El cuerpo fue hallado en su totalidad y trasladado a un laboratorio para ser analizado. Se tomaron dos muestras de ADN; una se envió a Córdoba, Argentina, y otra quedará en Uruguay. El fiscal de crímenes de lesa humanidad, Ricardo Perciballe, había adelantado a la diaria el martes que faltan varias semanas para poder corroborar la identidad del cuerpo, y tras la visita al batallón el miércoles el fiscal habló con la prensa sobre la importancia del hallazgo desde el punto de vista jurídico: “La relevancia es que se encontró un cuerpo, que es algo muy importante para los familiares, y además una esperanza de que se sigue trabajando en el tema”, dijo, y añadió que “si se identifica a la persona”, esta podría tener “probablemente una causa por desaparición forzada”, pero “lo que cambia podría ser la situación jurídica, si en algún momento se sabe quiénes son los responsables”.

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