Los estudiantes organizados de Brasil están llevando a cabo múltiples movilizaciones en oposición a varias medidas que busca implementar el presidente Jair Bolsonaro en el área educativa, como el proyecto de ley Future-se. Este pretende destinar dinero a fomentar el financiamiento privado en las instituciones de educación superior, al tiempo que hace recortes de presupuesto público destinado a las universidades y a la producción científica. Beatriz Lopes es la secretaria ejecutiva del Cono Sur por la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (Oclae) y participa activamente en la militancia estudiantil en Brasil desde la secundaria. Lopes es historiadora y actualmente se encuentra haciendo un posgrado sobre educación, historia, política y sociedad. Arribó a Uruguay invitada a la reunión Brasil-Cono Sur de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL) y participó en una mesa denominada “Situación y perspectivas de la educación superior en América Latina”, organizada por el grupo Espacio Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior Enlaces, que contó con el apoyo de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo y la UDUAL.
¿Cuáles son las principales luchas de la Oclae?
La organización tiene como eje central la lucha antiimperialista. Se creó en Cuba como un intento de organizar a los estudiantes en la defensa del continente y en la denuncia de la injerencia del imperialismo en los países latinoamericanos. Eso tiene que ver mucho con la educación, porque una de las principales maneras en las que el imperialismo encuentra apoyo es a partir de los sistemas educativos. Esa es una de las principales formulaciones, además de la defensa de la educación pública, gratuita, laica y de calidad, que también es una lucha de todos los países en el presente.
La movilización de este 7 de setiembre forma parte de una serie de protestas contra las políticas del actual gobierno. ¿Qué características particulares tuvo?
Hace tres meses que estamos en movilización permanente en las calles de Brasil. Convocamos una marcha y al final de esa convocamos la siguiente. Entonces, al final de la marcha del 13 de agosto convocamos a la marcha para el día 7. Hicimos el llamamiento desde la Unión Nacional de Estudiantes [UNE] y la gente se organizó en todas las capitales. Hicimos marchas gigantes en varias ciudades. El 7 de setiembre es el Día de la Independencia de Brasil, y salimos a la calle para poner en disputa quién realmente defiende la independencia de Brasil. Ese día nosotros construimos “El grito de los excluidos”. Es una movilización alternativa, porque creemos que la verdadera independencia de Brasil pasaba por organizar a esta gente excluida de la historia. Además, convocamos a una marcha estudiantil en defensa de la Amazonia, de la educación pública. Algo paradójico es que Bolsonaro ganó las elecciones abrazado a una bandera de Brasil, pero la última cosa que le preocupa es nuestro país. Es un títere de Donald Trump, entonces está muy presente la pregunta sobre quiénes son los que defienden de verdad nuestra patria, el pueblo y nuestros recursos naturales. Estamos midiendo fuerzas, porque Brasil está muy polarizado. Con las últimas declaraciones de Bolsonaro, las cosas tomaron proporciones mayores de lo que imaginamos. Esta semana Bolsonaro avanzó en su proyecto de disminución de las becas para los posgrados, es una disminución gigante. Quitó cerca 30% del presupuesto, que en la práctica reduce a casi la mitad nuestra capacidad de producción científica en Brasil.
Uno de los reclamos del movimiento estudiantil brasileño refiere a las medidas de Bolsonaro sobre el bilhete unico, el carné del estudiante, que es gestionado exclusivamente por las organizaciones estudiantiles del país ¿Cuáles son esas medidas y en qué consiste esta tarjeta?
Es una lucha del movimiento estudiantil de Brasil del período de la redemocratización. Pasaron muchas cosas en ese momento del país; una de ellas fue la consolidación más fuerte de las organizaciones estudiantiles que estaban saliendo del período de la dictadura. Allí dimos la lucha por el acceso a la “media entrada” para los estudiantes. La idea es que el Estado pueda garantizar la vida de los estudiantes fuera de la escuela o de la universidad. La educación no se acaba dentro del aula: es necesaria la posibilidad de ir al cine, al teatro, de poder cruzar la ciudad. Para tener el derecho a la media entrada, el estudiante debe tener esta tarjeta, que es el documento de identificación estudiantil. Al principio la emisión era hecha sólo por las organizaciones estudiantiles UNE, la Unión Brasileña de Estudiantes Secundarios y la Asociación Nacional de Pos Graduados, que son organizaciones de carácter nacional. Luego se quitó la exclusividad en los 90, hasta que en el gobierno de Dilma Rousseff aprobamos el Estatuto de la Juventud, y allí se estableció la reglamentación de la media entrada, porque lo que pasaba era que, como no tenía una emisión centralizada, todos lograban tener la tarjeta sin importar si eran estudiantes o no. Los espectáculos culturales comenzaron a vender las entradas al doble, entonces todos pagaban lo mismo. Ahora la emiten las organizaciones estudiantiles. Esto se aprobó en el gobierno de Dilma en 2013. Bolsonaro quiere hacer una tarjeta virtual para competir con la tarjeta de los estudiantes. Porque así la gente no se vincula con la organización gremial. La nuestra cuesta 20 reales y la otra será gratuita. Y, además, va a volver a bajar la exclusividad de las organizaciones estudiantiles de emitir la tarjeta.
¿Cómo afectan a la universidad los recortes que Bolsonaro quiere hacer en la educación?
Bolsonaro está atacando la educación por todos los lados. Los recortes afectarán al país. La universidad pública en Brasil funciona sobre tres pilares: investigación, educación y extensión. En el marco de la extensión, la universidad en Brasil tiene hospitales universitarios, que son los que reciben a la gente más pobre. Las universidades, además, son parte fundamental del desarrollo científico, social y tecnológico de Brasil. 90% de la producción científica de Brasil se hace dentro de las universidades públicas, sobre todo de las federales. Un poco en las universidades católicas también, estas son bastante diferentes de lo que yo veo en Uruguay: se dedican mucho a la investigación y a la enseñanza crítica. El proceso de expansión de la educación pública en Brasil ayudó al desarrollo de la economía y la cultura local. En el gobierno de Lula también se vivió un proceso de democratización y acceso a la universidad, a partir de las políticas de cuotas. Pasamos a tener una parte de los lugares reservados a los estudiantes de la escuela pública y a determinados sectores de la población: negros, negras, pardos e indígenas. Es una política de reparación histórica respecto del proceso de segregación racial que existe en Brasil, que es muy fuerte. La universidad, que era totalmente elitizada, blanca, masculina, en los últimos años pasó a tener otra composición social, y eso cambió toda una perspectiva de país. Porque las clases populares creyeron que podían ser parte del proceso de desarrollo nacional. La universidad es parte fundamental del proceso de desarrollo social y avance de nuestra historia. Muchas de las reparaciones históricas a nuestro pueblo estaban pasando por la universidad. En Brasil la pobreza está muy marcada. La población negra es mayoritaria y es increíble, porque la gente negra está de uniforme, haciendo los trabajos peor remunerados, y los blancos son los jefes de esa gente. Esa estructura de desigualdad social, altamente racial, estaba pasando por cambios, que tenían que ver con el acceso a la universidad. Cuando Bolsonaro ataca a la universidad se disminuyen los presupuestos para la permanencia estudiantil. Porque esta gente que entró tenía necesidades específicas para poder seguir estudiando: becas, alojamiento, comedor.
En esta polarización de Brasil, ¿qué lugar tiene la lucha antirracista y feminista?
La lucha antirracista y feminista es una lucha esencialmente contra Bolsonaro. Porque él es un representante de los peores sentimientos racistas, machistas y homofóbicos. El pueblo negro de Brasil tiene que dar grandes luchas por conquistar derechos muy básicos, ya que el racismo está institucionalizado, pero una de las principales luchas del movimiento de negros y negras es contra el genocidio de la juventud negra, porque actualmente muchos jóvenes negros son asesinados en las favelas por el color de su piel. Con el gobierno de Bolsonaro esta política de muerte está autorizada. La tasa de crímenes de odio hacia mujeres, población LGTB, negros y negras es muy alta. Yo vivo cerca de un bar de refugiados palestinos. Un día, a las tres de la mañana, pasaron cinco hombres con cuchillos y uno atacó a un mozo que estaba afuera fumando y los otros empezaron a tirar bombas dentro del local. La gente se siente autorizada a matar, a violentar, porque el presidente de la República avala eso.
¿Es una posibilidad el impeachment a Bolsonaro?
Aún no está claro qué pueda suceder. Lo cierto es que Bolsonaro ya cometió una serie de crímenes, sea por lo que ha dicho o por su política despótica, entonces hay una serie de cosas que podrían justificar un impeachment. Porque en Brasil no se necesita tener una justificación real y la prueba es Dilma, que fue destituida y después se comprobó que no había cometido ningún crimen. Entonces en Brasil, para que haya un impeachment, la idea tiene que partir desde el Congreso Nacional, ahí se organizan para sacarte. No sabemos por cuánto tiempo la base de aliados de Bolsonaro se quedará con él, ya que no está haciendo movimientos suficientemente buenos para que sigan apoyándolo. Ahora mismo pasó por el Congreso un proyecto prohibiendo las fakes news y Bolsonaro lo vetó, diciendo que era un proyecto de censura de la libertad de expresión, y cuando el proyecto volvió al Congreso este derrumbó su veto. Fue una demostración de que su base no está dispuesta a comprar cualquier cosa. Hay un sector demócrata que apoyó con Bolsonaro, pero cuando vio que el Partido de los Trabajadores no ganaría las elecciones cambió para otro lado. La izquierda aún no está segura de si quiere que haya un impeachment, ni de cuál camino seguir.