En esta campaña electoral algunos sectores del Frente Amplio intentan reconectar sus vasos vinculantes con las diferentes expresiones de fe ligadas al progresismo. Por otro lado, los principales dirigentes del Partido Nacional tratan de desmarcarse de los sectores religiosos más conservadores que anidan en su interna. En tanto, desde Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos parece ser el más consecuente con el discurso moral de la derecha religiosa, opuesto a la perspectiva de género y de diversidad.
La tesis sobre la privatización de lo religioso como expresión de la secularización de la sociedad uruguaya ha dejado lugar a nuevas lecturas, que nos aproximan a la hipótesis de que la religión nunca se fue de lo público y lo político. En la actualidad estamos frente a nuevas expresiones religiosas que, al hacerse visibles en lo político-partidario, tocan una fibra íntima de la cultura de nuestro país, que está sustentada en la laicidad del Estado entendida como la separación y la autonomía de dos esferas, la de las religiones y la del Estado.
Sin embargo, lo religioso no sólo está presente en lo político-partidario, sino que ha aumentado su presencia en las políticas públicas, en la producción cultural (música, televisión, redes sociales y medios de comunicación en general) y en lo territorial, en especial en lugares a los que el Estado no llega. En este sentido, cuando algunos grupos religiosos actúan en el campo político con un discurso teocrático, dan cuenta de la disputa sobre las concepciones de la democracia, la laicidad y la perspectiva de derechos humanos.
Asimismo, ha quedado comprobado en diferentes países de la región que el poder de movilización social que tienen los grupos religiosos conservadores, con campañas contra el aborto, la educación sexual integral o la perspectiva de género, luego no se traduce en un voto confesional dirigido, y que no existe una correlación directa entre el voto a un candidato y el sector religioso que pretende representar. Por ejemplo, en las últimas elecciones en Argentina, sólo 2,72% de la población acompañó a la fórmula “celeste”, integrada por Juan José Gómez Centurión y Cynthia Hotton, que pretendía representar al 15% de evangélicos de ese país.
Por lo tanto, trazar un mapa que vincule diferentes actores políticos y religiosos no debe llevarnos a pensar que existe una linealidad entre la religión de los votantes y el candidato que eligen en las urnas, o entre el candidato que apoya un líder religioso y la actuación electoral de la feligresía. Salvo en el caso de algunas iglesias con estructuras de control y disciplinamiento interno bien firmes, el electorado uruguayo sigue privilegiando las opciones políticas sobre las creencias religiosas.
En resumen, estamos frente a una nueva forma de la vieja disputa entre la espada y la cruz; se trata, al decir de Michel Foucault en su texto Seguridad, territorio, población (1978), de que la gobernabilidad se vincula con la actividad pastoral y su instrumental sobre el poder de controlar los cuerpos y las almas.
Neopentencostales y la Ley Integral para Personas Trans
Quizás el hecho más relevante de 2019 para comprender el vínculo entre religión y política estuvo dado por la fuerte actividad contra la Ley Integral para Personas Trans que llevaron adelante el diputado suplente Carlos Iafigliola, católico carismático, y el diputado Álvaro Dastugue, pastor neopentecostal de la iglesia Misión Vida. Aunque la votación no fue suficiente para avanzar con la derogación de la ley, este movimiento permitió dos cosas: por un lado, motivó el involucramiento bajo una misma causa de las bases conservadoras religiosas de estos sectores, y por otra parte, brindó la posibilidad de entrenar a las personas en el quehacer político y tener más experiencia para las elecciones. Asimismo, la alta votación de esta iniciativa lograda en Rivera y Artigas nos confirma el crecimiento de este sector neopentecostal, fuertemente influenciado por la cultura y política brasileñas en la frontera.
Alineados contra esta ley, y contra la perspectiva de género y diversidad, se manifestaron otros aliados con impronta religiosa: Gerardo Amarilla, bautista, Verónica Alonso, judía conversa, y Rodrigo Goñi, católico, todos del Partido Nacional (PN). Esta presencia judeocristiana conservadora en el PN, que funcionó como sector de oposición al avance de la nueva agenda de derechos en este período parlamentario, comenzó a perder fuerza por la falta de apoyo de los principales líderes del partido y por el desmarque que sufrieron de la propia fórmula presidencial blanca, que afirmó que no tocaría la nueva agenda de derechos.
Al igual que en otros países de la región, la agenda moral, y especialmente lo que se vincula con la diversidad sexual y el control del cuerpo de las mujeres, son los principales temas que disputan con sus aliados, temas que también generaron algunos quiebres en la interna de Esperanza Nacional, conformada por Alonso, Dastugue y otros dirigentes de la iglesia Misión Vida cuando estos se sumaron a la candidatura de Juan Sartori, ya que el empresario dijo estar de acuerdo con la agenda de derechos y mantuvo negocios vinculados con el cannabis. Este sector, que bajo la lista 880 nucleó en las internas 54 listas conformadas por pastores neopentecostales, se adjudica unos 40.000 votos, casi la mitad de los logrados por Sartori. Según lo que se resuelva en la negociación interna de este sector, sabremos si el Parlamento contará con una pastora o pastor más.
Nacionalismo evangélico
La presencia evangélica conservadora traspasa el sector de Alonso y Dastugue en el PN, ya que dentro del herrerismo el diputado Gerardo Amarilla amplió su campo de acción, que comenzó con su diputación desde 2010 en Rivera, a otras listas departamentales con presencia evangélica en Compromiso Nación. Asimismo, desde Durazno el diputado Benjamín Irazábal (pentecostal) parece estar firme en su alianza política con el intendente Carmelo Vidalín, y ambos buscarían mantener la intendencia de ese departamento y la banca parlamentaria.
Por otro lado, en Maldonado la intendencia de Enrique Antía tiene alianzas con dos vertientes neopentecostales locales: por un lado, los hogares Beraca de la iglesia Misión Vida, que históricamente han recibido apoyos económicos de la intendencia, y por otro lado la iglesia universal Pare de Sufrir, a la cual pertenece el director de asuntos sociales de dicha comuna. También Jorge Larrañaga tiene su referente pastoral y adoptó entre sus filas a Gavo Silveyra (cantante de música cristiana), que se abrió del proyecto político de su suegro, el apóstol Jorge Márquez de la iglesia Misión Vida, luego de diferencias surgidas después de las internas de 2014.
La novedad en varios sentidos es Cabildo Abierto, con la figura del ex general Guido Manini Ríos, que se ha definido como católico, seguidor del ideario artiguista, contrario a la “ideología de género” (a la cual define como colonización extranjera), defensor de los valores tradicionales y favorable a la derogación de la ley de la marihuana. Este discurso, que incluye elementos nacionalistas, populistas y católicos tradicionales, es una expresión política novedosa en nuestro país. La figura de Manini se vuelve atractiva para un voto conservador, que ve en el PN ambivalencias a la hora de defender posturas tradicionalistas.
Cristianos en el FA
El Frente Amplio (FA), especialmente en Montevideo, ha tenido históricamente un voto cristiano progresista que se ha reflejado en diferentes expresiones y sectores, desde su fundación, con la presencia del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y de figuras relevantes, como la de Juan Pablo Terra. También con corrientes revolucionarias vinculadas con la teología de la liberación, que alentaron a protestantes y católicos a incorporarse al Movimiento de Liberación Nacional y a los Grupos de Acción Unificadora, expresiones que hoy se traducen en presencias cristianas en el Movimiento de Participación Popular y la Vertiente Artiguista.
En otros sectores del Frente Amplio también hay cristianos en lugares destacados. El Partido Socialista (PS), que cuenta con dos diputados católicos practicantes, como Gonzalo Civila, actual presidente del PS, y Enzo Malán, diputado por Soriano y ex catequista salesiano. Asimismo, podríamos dar referencias de la propia simpatía del presidente Tabaré Vázquez por el movimiento salesiano y de la práctica del catolicismo en su entorno familiar.
Desde la apertura democrática hasta ahora, la izquierda uruguaya parece haber estado desencontrada con las expresiones religiosas, pero lo religioso no ha estado ajeno ni en la historia ni en el presente de la fuerza política. Desde hace dos años, la creación de la “izquierda cristiana” como un espacio de reflexión política parece ser un intento más de volver a conectar y visibilizar el aporte de los cristianos en esta corriente política. En este sentido, la novedad electoral está dada por el lanzamiento del Espacio 427, que tiene al frente al prosecretario de Presidencia, Juan Andrés Roballo, como un intento de dar visibilidad al PDC dentro del FA, que suma a un grupo de jóvenes humanistas y a frenteamplistas independientes creyentes y ateos.
La presencia cristiana en los gobiernos frenteamplistas parece estar situada principalmente en el área social, como en los casos del padre Uberfil Monzón al frente del Instituto Nacional de Alimentación; el padre Mateo Méndez, ex director del Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente; el actual vicepresidente del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay, Fernando Rodríguez, parte del equipo pastoral de una iglesia protestante; y el secretario de derechos humanos Nelson Villarreal, un católico practicante.
La actual candidatura de Daniel Martínez jerarquiza la presencia cristiana en lo social, colocando como coordinadora de su equipo de políticas sociales a Mercedes Clara, una figura destacada del catolicismo por su dedicada investigación sobre la vida del Padre Cacho. Es interesante destacar que en el PN, Lacalle Pou también tomó de filas católicas, pero en este caso del Opus Dei, a su referente del área social, Pablo Bartol, ex director del colegio Los Pinos, el cual se proyecta como posible ministro de Desarrollo Social.
Todas estas presencias y trayectorias dan cuenta de que la religión y su acción social, cultural y política están presentes, a veces de forma sutil, y otras veces de formas tan evidentes que no las llegamos a ver.
Umbandistas y pentecostales en el FA
Además de cristianos progresistas, otras expresiones religiosas tienen lugar en el Frente Amplio (FA). Desde 2009, la mae umbandista Susana Andrade, diputada suplente, ha conformado un sector político denominado Atabaque. El propio intendente de Salto, Andrés Lima, desafía los esquemas de la izquierda uruguaya al convertirse de católico a pentecostal, terminando de completar un variado abanico de presencias religiosas en el FA.
Nicolás Iglesias Schneider es investigador especializado en religión y política.