Una jornada de gran tensión se vivió este miércoles en el Congreso español, donde integrantes del gobierno y la oposición debatieron duramente, haciéndose acusaciones mutuas en medio de la crisis general que vive el país, uno de los más afectados por la pandemia de covid-19. En el centro de la polémica estuvo el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien fue severamente cuestionado por legisladores opositores, algunos de los cuales incluso llegaron a pedir su renuncia, debido a los cambios que el jerarca determinó en algunas jerarquías importantes dentro de la Guardia Civil española, como el cese del jefe de la comandancia de Madrid, Diego Pérez de los Cobos.
Si bien el ministro dijo que no tuvo incidencia en su decisión, la remoción se produjo al mismo tiempo que se dio a conocer un informe elaborado por la Guardia Civil sobre las manifestaciones del 8-M, en las que se utilizaron varios testimonios manipulados, además de omitir información clave sobre la expansión del virus. De acuerdo a lo que informó el portal Público, en el informe, que además del cese de De los Cobos generó la renuncia del director adjunto operativo de la Guardia Civil, Laurentino Ceña, hay errores groseros.
En este sentido, y en su afán de responsabilizar al gobierno por no prohibir la realización de las marchas en el Día de la Mujer, aseguraba que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia por el coronavirus en enero, cuando realmente lo hizo el 11 de marzo.
Pero, además, hubo un duro cruce dialéctico entre el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, y Pablo Casado, líder del opositor Partido Popular (PP). El dirigente derechista le echó en cara al mandatario su mala gestión de la crisis sanitaria y le reprochó una vez más por haber pactado con el partido izquierdista vasco Bildu para la derogación parcial de la reforma laboral instaurada durante el gobierno del PP. “No le queda ningún partido al que engañar, ningún español al que mentir”, dijo Casado, que luego acusó al presidente de llevar “dos meses tocando la lira, como Nerón, mientras todo arde”, según lo que consignó el diario barcelonés La Vanguardia.
La réplica de Sánchez no se hizo esperar. El presidente le pidió al PP que esté a la altura de las circunstancias ante la pandemia “más grave en 100 años”, y dijo también que el sector de Casado “se opone a cualquier cosa que haga el gobierno”. Sánchez le recriminó a Casado su actitud de estar posando permanentemente y le reprochó su acercamiento con los ultraderechistas de Vox. “Si usted habla como Vox, actúa como Vox y vota como Vox, si no es lo mismo se le parece, y eso es un problema para la democracia española”, afirmó el presidente del gobierno español. También hubo un duelo picante entre el vicepresidente segundo del gobierno, el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, y el secretario general del PP, Teodoro García Egea.
Este último, haciendo una evocación histórica, dijo: “Hace 100 años el fundador de la Guardia Civil, el duque de Armada, se negó a cumplir una orden injusta del general Narváez. Más de un siglo después el general Laurentino Ceña ha hecho lo mismo con su gobierno, ha preferido irse que tomar una decisión injusta”, algo que fue respondido inmediatamente por Iglesias. “¿Es usted consciente de lo que acaba de decir? ¿Está usted llamando a la insubordinación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado?”, le preguntó el político republicano al popular.
Pero el cruce con García Egea no fue el único que tuvo Iglesias, que también se enfrascó en una discusión con la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, quien le espetó a Iglesias que es hijo de un terrorista. “Usted es el hijo de un terrorista. A esa aristocracia pertenece usted, a la del crimen político”, le dijo Álvarez de Toledo a Iglesias, quien suele hacer referencia al origen aristocrático de la dirigente derechista. La presidenta del Congreso, la socialista catalana Meritxell Batet, le reclamó a Álvarez de Toledo que retirara esas acusaciones del diario de sesiones, pero la política popular se negó a ello, alegando que el padre de Iglesias, Francisco Javier Iglesias “era militante del FRAP [Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico], único partido de la izquierda revolucionaria española que practicó el terrorismo al final de la dictadura”. Finalmente Batet, aun ante las airadas protestas de la bancada derechista, retiró estas palabras del libro de actas.