La cancillería de China consideró una provocación “sin precedentes” la decisión del gobierno que encabeza Donald Trump de imponer el cierre inmediato del consulado de ese país en Houston, en el estado de Texas. “Pedimos a Estados Unidos que se retracte de esta decisión errónea, o de lo contrario China tomará las represalias legítimas y necesarias”, dijo el portavoz de la cancillería, Wang Wenbin.
Agregó que la exigencia de cerrar el consulado en un plazo tan corto, a partir del 24 de julio, viola las normas internacionales, es “un intento de socavar las relaciones” entre los dos países y significa “un aumento sin precedentes de las acciones” de Estados Unidos contra China.
El portavoz afirmó, además, que las autoridades estadounidenses “acosan a los diplomáticos chinos y al personal que trabaja en los consulados; intimidan e interrogan a los estudiantes chinos, y hasta confiscan sus dispositivos electrónicos. Incluso los detienen sin acusarlos”. El funcionario del gobierno chino agregó que la embajada en ese país “ha recibido hasta amenazas de bomba, y también han llegado amenazas de muerte al personal diplomático”.
Lejos de retractarse, como reclamó Wang, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, ratificó la decisión. Lo hizo, además, mientras se encuentra de gira en Europa –este miércoles visitó Dinamarca– con una agenda que incluye conversaciones acerca de China con sus aliados europeos.
Además de la guerra comercial que mantienen los dos países, en los últimos meses se enfrentaron por numerosos asuntos: la crisis sanitaria desatada por el coronavirus, por la que Trump responsabiliza a China; los derechos de la minoría uigur en la provincia de Sinkiang; la situación de Hong Kong, y la campaña de Estados Unidos para aislar a la empresa de telecomunicaciones china Huawei, que según Washington lleva a cabo tareas de espionaje para el gobierno chino.
El Departamento de Estado manifestó este miércoles que el cierre de la embajada en Houston busca “proteger la propiedad intelectual estadounidense y la información privada de los estadounidenses”. En un comunicado señaló también que los diplomáticos deben respetar las leyes del país en el que se encuentran y “tienen el deber de no interferir en los asuntos internos de ese Estado”. Poco después, en una conferencia de prensa desde Dinamarca, Pompeo volvió a acusar a China de robo de propiedad intelectual y dijo que sus prácticas cuestan “cientos de miles de empleos, buenos empleos de gente que trabaja duro, por toda Europa y Estados Unidos, robados por el Partido Comunista Chino”. “El presidente Trump ha dicho basta. No vamos a permitir que esto siga ocurriendo”, manifestó Pompeo, según citaron las agencias de noticias Reuters y Efe. “Estamos estableciendo expectativas claras de cómo debe comportarse el Partido Comunista Chino. Y si no lo hace, vamos a actuar para proteger al pueblo estadounidense, nuestra seguridad nacional y nuestra economía y empleos”, agregó.
El diario The New York Times informó que el gobierno estadounidense evalúa incluso sancionar a los miembros del Partido Comunista Chino –que suman más de 90 millones de personas– y a sus familiares prohibiéndoles el ingreso al país. Una medida de este tipo impediría a varios empresarios chinos viajar a hacer negocios en Estados Unidos.
Ni Pompeo ni el Departamento de Estado aclararon por qué la medida de cierre se dispuso en el consulado en Houston y no en los otros cuatro que tiene China en el país. Un funcionario dijo a Efe que esto se debió a información de que existieron intentos de espiar datos de empresas dedicadas al sector energético y de la NASA en esa ciudad.
Tampoco está claro qué medidas prevé tomar China en respuesta, aunque varios medios informaron, también citando fuentes anónimas, que el gobierno de Pekín evalúa cerrar una representación diplomática estadounidense. Algunos mencionan la de Wuhan y otros las de Macao, Cantón, Chengdu o Hong Kong.