En una medida que marca el ya evidente distanciamiento que existe entre ambos, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, dijo este miércoles que no enviará al Congreso el proyecto del programa denominado Renda Brasil, presentado por el ministro de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes.
Durante un evento realizado en la localidad de Ipatinga, en el estado de Minas Gerais, en el que se retomó oficialmente la producción de uno de los más importantes centros siderúrgicos del país, que había sido paralizada en abril por la pandemia de coronavirus, Bolsonaro dijo que rechazó el proyecto presentado por Guedes, entre otras cosas, porque en el programa presentado por el economista se suprimía un bono salarial que se les paga anualmente a aquellos trabajadores que ganan hasta dos salarios mínimos mensuales.
“No puedo sacarles a los pobres para darles a los que son todavía más pobres. No puedo retirar el abono salarial que reciben 12 millones de personas. O Brasil comienza a producir el mejor programa de ingresos, que es el empleo, o estamos condenados al fracaso”, afirmó el mandatario, tomando distancia de la propuesta de Guedes.
De acuerdo con lo que informaron medios brasileños, la propuesta de creación del programa Renda Brasil, una de las medidas que estaban dentro del paquete de medidas de aceleración de la economía presentadas al mandatario por Guedes, preveía un aumento del pago que se realiza actualmente dentro del programa Bolsa Familia, puesto en marcha durante el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT). Pero para financiar este aumento el equipo económico que lidera Guedes proponía el recorte de otros beneficios sociales, como el ya mencionado bono salarial, además de un seguro laboral y descuentos en medicamentos, estos últimos encuadrados en un plan llamado Farmacia Popular, también creado durante las administraciones del PT.
En su discurso, según informó el diario O Tempo de Belo Horizonte, Bolsonaro dijo que se seguirá pagando el auxilio de emergencia implementado durante la pandemia de coronavirus, por lo menos hasta diciembre. El presidente no dijo cuál será el monto de este beneficio, pero garantizó que no será menor a los 190 reales que se están pagando actualmente (algo más de 14.000 pesos uruguayos).
“Nuestro país, pueden estar seguros de ello, fue uno de los que mejor enfrentaron la pandemia con las medidas adoptadas, prestando ayuda a 65 millones de personas. El auxilio de emergencia en principio iba a durar tres meses y después se extendió a cinco meses. Eso le cuesta al país 50.000 millones de reales por mes. Es poco para quien lo recibe, pero es mucho para Brasil, que se sigue endeudando. Pero, aun así, debido a las dificultades que se están viviendo, resolvimos extender este auxilio hasta diciembre. No sé de cuánto será. No van a ser 600 reales, pero tampoco 200”, agregó el mandatario.
Esta medida de Bolsonaro se entiende mejor teniendo en cuenta las últimas encuestas realizadas a nivel nacional, que señalan un aumento de su popularidad. Según se maneja, su intención es que este monto sea de aproximadamente 300 reales, de ahí el choque frontal con la propuesta de Guedes, quien al parecer, según se maneja con insistencia en Brasil, estaría cerca de dejar su cargo debido a las desavenencias cada vez más frecuentes con el mandatario respecto del gasto público.
Dilma Rousseff y la amenaza de las milicias
Mientras Bolsonaro hacía estas declaraciones en Minas Gerais, la ex presidenta Dilma Rousseff, derrocada de su cargo en 2016, alertó durante una entrevista con el sitio Brasil247 sobre la escalada del autoritarismo del actual gobierno, pero no de manera directa, sino mediante el estímulo de la actuación de milicias.
Según expresó la dirigente del PT, los principales integrantes de la actual gestión no están intentando ir hacia un “autoritarismo abierto”, sino que pretenden permanecer en el poder “mediante procesos electorales”.
De acuerdo a lo que manifestó Rousseff, “la propuesta más grave desde el punto de vista autoritario es la de las milicias, que tienen un componente tradicional fascista. La violencia, que puede ser ejercida en forma monopólica por el Estado, puede ser derivada a grupos privados, algo muy común en regímenes fascistas o de ultraderecha. Ese es el componente que más asusta dentro de este componente autoritario” que actualmente existe en Brasil.
La ex presidenta, quien reside en la ciudad de Porto Alegre, dijo además que “uno de los temas más graves de esta cuestión del autoritarismo es que en todos los países democráticos hay una clara división entre las actividades militares y las civiles”. En el caso de Brasil, agregó Rousseff, “ya hay una intervención militar de hecho por la cantidad de integrantes de las Fuerzas Armadas que están en el primer, segundo y tercer escalón” de cargos con mayor responsabilidad.