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Letreros en favor del aborto, puestos por manifestantes en la fachada del Centro Integrado de Salud Amaury de Medeiros (CISAM) de Recife.

Foto: Diego Nigro - EFE

Caso de niña de diez años que se realizó un aborto luego de ser violada por su tío sigue generando repercusiones en Brasil

4 minutos de lectura
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Grupos evangélicos pretendieron evitar que la menor ingresara en el hospital donde fue atendida; activista fascista Sara Winter dio detalles personales de la víctima en redes sociales y puede ser encarcelada.

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São Mateus es una ciudad situada en el estado de Espíritu Santo, en Brasil, en la que viven 130.000 personas y que está situada a 215 kilómetros de Vitória, la capital estadual.

Allí, una niña de diez años quedó embarazada luego de ser violada por su tío, según contó, durante cuatro años. La víctima dijo además que no denunció el hecho porque su familiar la había amenazado para que no mencionara el tema.

La noticia del embarazo le fue dada a la niña el 7 de agosto en un hospital de su localidad natal, al cual asistió luego de sentir dolores abdominales. La menor, que pretendía practicarse un aborto, fue entonces acompañada por su abuela al Hospital Universitario Cassiano Antonio Morais de la ciudad de Vitória, donde determinaron que la niña cursaba 22 semanas y cuatro días de embarazo. Pero en ese centro asistencial luego explicaron que por “razones técnicas”, aunque de hecho se trató de una excusa sin fundamento científico, se negaron a llevar adelante el procedimiento.

De acuerdo a la legislación brasileña los abortos únicamente no se penalizan si el embarazo es producto de una violación, por riesgo de muerte de la madre o en caso de que el feto padezca anencefalia, por lo que en este caso –en el que además existió el consentimiento legal dado por un juez– la intervención debía realizarse.

Al recibir la visita de asistentes sociales y ser mencionado el embarazo, la niña “aprieta contra su pecho un oso de peluche y, apenas al mencionar el tema del embarazo, entra en profundo sufrimiento, grita, llora”, se relataba en el texto de la decisión que amparó el derecho de la niña, dictada por el juez Antônio Moreira Fernandes, del Tribunal de Justicia de Espíritu Santo.

Pero ante la negativa que encontró en Vitória, la pequeña junto a su abuela, con quien vive –la madre de la menor murió hace algunos años y el padre está preso–, y a una asistente social de Espíritu Santo, se trasladaron en un avión sanitario hacia Recife, la capital del estado de Pernambuco.

En el ingreso del hospital los esperaba una concentración de militantes evangélicos que habían sido informados de la situación a través de datos vertidos en sus redes sociales por la conspicua militante fascista y antiabortista Sara Giromini, quien está en prisión domiciliaria luego de haber amenazado a integrantes del Supremo Tribunal Federal.

La Justicia, ante varias denuncias recibidas al respecto, tomó cartas en el asunto y la extremista puede ser encarcelada, al haber cometido con su acción varios delitos contra la Constitución Federal, como así también por infringir el Estatuto del Niño y Adolescente. También se investiga quién, presumiblemente desde el hospital de Vitória, le pasó los datos de carácter reservado a la activista bolsonarista.

En los últimos días se manejó que la información podía haber llegado a Giromini por parte de la ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, Damares Alves, pastora evangélica conocida por sus posiciones ultraconservadoras y quien en algún momento trabajó junto a la activista de 28 años de edad, pero el lunes, mediante un comunicado, la funcionaria negó cualquier vinculación con el caso.

Por otra parte, el agresor de la menor, su tío, de 33 años de edad, fue detenido en la mañana de este martes en Betim, una localidad del estado de Minas Gerais, y ahora tendrá que responder ante la Justicia por los cargos de violación y amenazas.

Así las cosas, la niña debió ingresar en la tarde del domingo en el centro de salud de Recife dentro del baúl de un auto, mientras un responsable de dicho centro asistencial realizaba maniobras de distracción hacia la multitud, que insultaba al médico que iba a realizar el aborto, entre otras amenazas y prédicas. En la manifestación hubo legisladores evangelistas. Al lugar también llegaron grupos de mujeres favorables al aborto, lo que generó una situación de crispación que sólo se detuvo cuando intervino la Policía.

Finalmente, después del largo periplo y las horas de tensión, la niña pudo realizarse el aborto. No tiene fecha de alta aún.

Vale agregar que incluso dentro del hospital pernambucano donde se realizó el aborto, la niña y su abuela fueron persuadidas de seguir adelante con el embarazo por parte de una obstetra y una pediatra, integrantes de un grupo cristiano, de acuerdo a informaciones que reveló El País Brasil. Ante la firme postura de la víctima y su abuela, el aborto se llevó a cabo.

El médico que realizó el procedimiento se llama Olímpio Moraes, un férreo defensor de los derechos reproductivos, quien se hizo conocido en todo el país en 2009 por realizarle un aborto a una niña que estaba embarazada de gemelos tras haber sido violada por su padrastro, y por ello fue excomulgado de la iglesia católica por el entonces arzobispo de Pernambuco, José Cardoso Sobrinho.

La enorme notoriedad que generó este caso motivó una controversia en varios niveles, médico, religioso, legal y político.

El vicepresidente brasileño, el general Hamilton Mourão, consultado por el tema dijo que en casos como este el aborto no sólo “es necesario, sino recomendado”.

“Esta niña fue víctima de un delito. Y nuestro Código Penal es claro: en casos como este el aborto no sólo es necesario, sino recomendado. ¿Cómo una niña de diez años va a tener un hijo y a criarlo? Eso es absurdo”, enfatizó el jerarca de acuerdo a lo que informaron medios brasileños. Por su parte el arzobispo de Olinda y Recife, Antônio Fernando Saburido, portavoz de los sectores más oscurantistas de la iglesia católica, lamentó que la capital pernambucana se haya convertido en “la ciudad del aborto”.

Más allá de las posiciones divergentes, el caso visibilizó una situación que es mucho más frecuente que lo que puede suponerse, de acuerdo a lo que algunos datos oficiales registran.

Según una nota publicada por la BBC Brasil que consignó datos contenidos en el Anuario Brasileño de Seguridad Pública del año 2019, en el país cada 60 minutos son violadas al menos cuatro niñas de hasta 13 años. Por su parte, datos del Sistema de Informaciones Hospitalarias del Sistema Único de Salud señalan que en Brasil cada día se registran, en promedio, al menos seis abortos diarios en niñas que tienen entre diez y 14 años.

Además, siempre de acuerdo a datos oficiales, en ese país se registra una media de 26.000 partos anuales de madres que tienen edades comprendidas entre los diez y los 14 años.

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